MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Regreso a clases presenciales, riesgo permanente para estudiantes

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En 1963, Francisco Gabilondo Soler, lanzaba un éxito infantil, donde hace referencia a lo emocionante que resulta el regreso a clases, aunque en una de sus estrofas refiere que cada animalito lleva a la escuela, según su especie, cierto material y asiste bajo condiciones específicas. Hoy, a 58 años, con toda certeza, podemos apreciar que esta narración figurada, es una realidad. Hace unos meses, el Ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, lanzó una orden contundente e indiscutible (disfrazada de necesidad) para apresurar el regreso a clases presenciales: “vamos a reiniciar las clases, va a iniciar el nuevo ciclo escolar a fines de agosto. Llueva, truene o relampaguee no vamos a mantener cerradas las escuelas. Ya fue bastante”, una declaración que, aparentemente, coincide con la necesidad de una parte de la población, pero que, en esencia, podemos notar que obedece a los intereses económicos de aquellas industrias involucradas directa o indirectamente con la venta de servicios relacionados a la educación que, en este periodo de pandemia y tras la suspensión de clases, dejaron de vender una gran cantidad de servicios y por ello, dejaron de percibir los grandes ingresos a que estaban acostumbradas. Sin embargo, aunque la orden provino del máximo mandatario mexicano, no se acompañó de una estrategia concreta que implementara los protocolos necesarios, mucho menos, se definió qué dependencia sería la responsable del suministro de los insumos necesarios para garantizar la sanidad entre los alumnos y maestros que tenían que regresar a clases. Como en la canción de Cri-Cri, los alumnos, regresaron entusiasmados a clases presenciales en medio de un fuerte riesgo de contagio que mantiene la covid-19, y cada uno de ellos regresó a clases, según las condiciones del sector social al que pertenece, así, los hijos de la clase pudiente, regresó sin problema alguno, sin contratiempos y en condiciones óptimas que garantizan la integridad de cada alumno, el problema se presenta y sigue latente en los hijos de la clase marginada, en aquellos que siempre han representado una carga para el estado, puesto que las escuelas públicas no fueron una preocupación del gobierno y no se atendieron para adecuarlas, acondicionarlas, aunque mínimamente, para aceptar este apresurado regreso a clases, podemos observar pues que, en cada una de ellas, “se hizo lo que se pudo y como se pudo” para limpiar y desinfectar los espacios educativos, además, esto y los insumos básicos que se requieren diariamente para garantizar la sanidad entre los alumnos, ha tenido que caer como una carga más sobre la muy desgastada economía del grueso de la sociedad mexicana, necesidad que ahora obliga a este sector de la población a mendigar de las dependencias, en los diferentes niveles de gobierno, un poco de apoyo para enfrentar esta situación y tristemente, podemos constatar que tanto la secretaría de salud como la secretaría de educación se desentienden y alegan no tener un recurso específico para suministrar los insumos requeridos. Tal es, lo que sucede en la Montaña del estado de Guerrero, una zona muy marginada, habitada en su mayoría por indígenas, los mismos que aparecen como una prioridad en los discursos pomposos de los grandes funcionarios, y que en la realidad son desatendidos y no tienen esa prioridad que se presume en ellos, ahora podemos constatar que los pobres, deberán buscar la forma de cómo sobrevivir, si quieren hacerlo, en medio de esta pandemia que deja sentir con más rigor sus efectos en la clase más desprotegida, pero al pueblo nos queda el largo camino de la lucha, exigirle al gobierno que las condiciones para una mejor educación de los niños mexicanos le corresponde a él crearlas, por eso pagamos impuestos.

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