Si bien la pandemia que vivimos, desde hace más de dos años y medio, afectó a toda la sociedad, hay que insistir en que a quienes más lacera es a los sectores vulnerables, que son quienes han puesto la mayoría de los muertos, visto disminuida su salud y sus condiciones de vida, ya de por sí precarias.
En el ámbito educativo el daño por la pandemia no es menor, la covid-19 devastó un sistema escolar endeble que ya de por sí demandaba atención especial, entorpeció lo que funcionaba medianamente y convirtió en un desastre lo que estaba mal.
El rezago educativo, que es un mal sistémico, hoy alcanza cifras de verdadera tragedia. No existen número exactos, aunque el estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) refiere que 5.2 millones de estudiantes de 3 a 29 años, no se inscribieron a la escuela por la pandemia o por pobreza para el ciclo escolar 2020-2021. Esto incluye el rezago histórico.
La organización Mexicanos Primero estima que más de 1.3 millones de estudiantes registrados ya no regresaron a las escuelas; para México Evalúa y la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec de Monterrey, más de un millón de alumnos ya no regresaron a las escuelas después de pasada la emergencia sanitaria por la covid-19.
México Evalúa considera también que el país perdió más de un año de aprendizajes en el nivel básico, tras el cierre de escuelas, mientras que la cobertura educativa podría tener un retroceso de hasta cinco años. Por su lado, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) reportó que en el ciclo 2020-2021, las brechas de cobertura aumentaron con respecto al ciclo anterior, debido a la falta de políticas para evitar el abandono escolar durante la pandemia.
El Doctor Carlos Ornelas, presidente de la Sociedad Mexicana de Educación Comparada, sostiene que, “a nadie sorprende que la Secretaría de Educación Pública no ofrezca cifras, vamos, ni siquiera estimadas. Pero sí abona a que el rezago educativo crezca. Nada más de enero a mayo dejó de ejercer más de 715 millones de pesos presupuestados para la atención de niños con discapacidades. Esa falta de ejercicio afecta primero a los pobres. Las familias de clase media, aunque sufran, pueden paliar de alguna forma la falta de atención oficial” (Excélsior, 28/07/2022).
Marion Lloyd, experta del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), señaló que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), coincidieron en que la pandemia produjo, en América Latina, un rezago educativo de dos años en promedio, aunque en algunos casos podría alcanzar hasta cuatro.
Lo anterior es preocupante porque muchos niños aprendieron poco o nada y olvidaron numerosos contenidos que ya tenían asimilados antes de la emergencia sanitaria. “En México, hablamos de millones de estudiantes que no estudiaron y que probablemente trabajan, son ‘ninis’ o están en riesgo de entrar al mercado de las drogas. Desafortunadamente son las opciones para las personas más marginadas”, afirmó.
La investigadora subrayó que, en algunas entidades, sobre todo en el sur de la república mexicana, la brecha digital es mayor, situación que influyó para que el rezago educativo en estos estados también sea mayor; es decir, se presenta una especie de efecto espejo. Ahora, cuando las clases presenciales se reanudan, las condiciones de pobreza en la región y la falta de infraestructura en los planteles propician la deserción y la ausencia de las aulas.
Yucatán no escapa de esta situación. En el mes de febrero del presente año, al darse a conocer la actualización al protocolo Regreso Seguro a Clases, evento que encabezó el gobernador Mauricio Vila Dosal, se informó que de acuerdo con la Medición de la Pobreza 2020 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el estado ocupó el noveno lugar con mayor porcentaje de población con rezago educativo, 21.8 por ciento, por encima de la media nacional, que es 19.2 puntos porcentuales. Además de ser la sexta entidad con mayor aumento en inasistencia entre adolescentes de 16 a 21 años, ya que 6 de cada 10 personas de este sector de la población no asisten a la escuela.
Autoridades estatales reconocieron que en la entidad existen más de 510 mil personas con rezago educativo, de los cuales, más de 24 mil son nuevos, en comparación con 2018; por lo que, sin clases presenciales, se estima un incremento de 49 mil 600 ciudadanos en esta situación para el presente año.
El ciclo escolar recién empezó, pero no cabe duda que es imposible que en corto plazo, se remedie la tragedia acaecida al sistema educativo y por ende, tampoco se resarcirá el rezago educativo que sufren más de cinco millones de mexicanos según datos oficiales; para corregir esta situación, se requiere de una política de Estado consciente de que la educación es un tema urgente e indispensable, en el entendido que el rezago educativo repercute en la economía del país, porque un menor que carece de las competencias básicas, difícilmente será un adulto que se incorpore al ámbito productivo, esto es muy grave, porque sin una población educada es imposible crecer en forma sostenida en un mundo de cambio tecnológico acelerado.
Pero la política educativa del gobierno autodenominado de la Cuarta Transformación no da visos de que remontará la situación, a las autoridades del ramo les preocupa más lo que acontecerá a la extitular de la Secretaría de Educación Pública, Delfina Gómez Álvarez en las elecciones que se avecinan en el Estado de México y en echar a andar un nuevo marco curricular que solamente ellos entienden; evaluar y corregir los males que atañen al ámbito educativo, en particular el rezago escolar, les tiene sin cuidado.
Ante este panorama desolador, que acecha a la niñez y juventud mexicana, me sumo a la respuesta que Aquiles Córdova Morán, secretario general del Movimiento Antorchista, dio en su más reciente opinión semanal ¿Qué futuro estamos labrando para las nuevas generaciones?, “aquí hay un problema que debemos resolver entre todos, y no dejárselo solo al Gobierno si queremos salvar a nuestros hijos de un futuro de pobreza y atraso en todos los órdenes.”
Es hora de que el pueblo trabajador, el más sufrido de este país, tome en sus manos la urgente responsabilidad de cambiar sus condiciones de vida y la de sus hijos, pues nadie más lo hará por él, ni el gobierno, aunque se diga de los pobres; que no hay otro camino para los pobres que el de unirse, organizarse, educarse y luchar para cambiar el modelo económico prevaleciente en nuestro país que no distribuye la riqueza social y hacer de nuestra patria, más libre, soberana y generosa con sus todos sus hijos.
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