MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

San Quintín, Baja California vive en el esclavismo

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La explotación que se empezó a dar con el modo de producción esclavista ha tenido diferentes formas, a lo largo de la historia se han marcado tiempos sangrientos, mismos que van del esclavismo al feudalismo y de este al capitalismo en el que vivimos actualmente. Bajo este régimen, que nace con la libertad, la explotación se ha civilizado y se ha enmascarado en la necesidad de trabajar para poder comer y sobrevivir, sin embargo, aunque existen documentos que señalan que la explotación es un delito, se queda, así como muchos otros, en letra muerta.

En la actualidad, la explotación se ve marcada en diferentes áreas de trabajo, desde las amas de casa, en las fábricas y otro tanto en el campo, aquí es donde la desmedida relación entre la ciudad y el campo se marca de manera muy cruel y sangrienta, vemos, pues, cómo es que el campesino sigue siendo explotado de tal manera que pocas veces, o ninguna, puede este levantar la voz y exigir mejores condiciones de vida. Pocos lo han hecho y los resultados son nulos.

Recordemos las protestas que realizaron jornaleros de San Quintín, quienes sobre la exigencia de mejores condiciones de trabajo y mayores salarios, solo recibieron el compromiso de un raquítico aumento a la jornada laboral diaria y que este compromiso, que llegó hasta la presidencia de la república, en muy pocos lugares se ha hecho valer, a pesar de que existió el compromiso por parte del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de que se respetarían las cláusulas de estos contratos y que los empresarios de las grandes tierras debían de mejorar las condiciones de trabajo y los salarios.

Esta desmedida explotación ha sido poco denunciada, solo un medio de comunicación ha hecho visible a los ojos de pocos, cómo los jornaleros de San Quintín trabajan desde antes de que aparezca el sol hasta después de ocultarse y las miserias de salarios que les pagan. Diariamente, de madrugada, camiones repletos de jornaleros agrícolas llegan a los ranchos de San Quintín para ser ofrecidos por los enganchadores a los mayordomos como mano de obra barata, sin contrato, por pago de jornada laboral en efectivo, sin prestaciones de ley ni seguridad social.

Por la tarde, los trabajadores salen de los campos con la paga en sus bolsillos y el compromiso de acudir al día siguiente a los puntos de reunión que les indican los coordinadores. Éstos negocian con los mayordomos la paga de los entre 30 y 40 jornaleros que trasladan en cada autobús y una comisión para ellos. Al bajar del camión, los trabajadores deben entregar una cuota a los enganchadores, quienes obtienen un doble ingreso por el trabajo ajeno.

A esta modalidad de outsourcing o subcontratación, avalada por patrones y agroindustrias, le llaman coloquialmente saliendo y pagando, una práctica común en el valle agrícola de San Quintín, ubicado en el sur de Ensenada, donde la vida laboral empieza a las cuatro de la madrugada.

Los cacicazgos coludidos con las grandes empresas dejan a miles de jornaleros sin prestaciones, sin seguro social, sin un derecho de antigüedad, es así como la explotación en el Valle de San Quintín se hace aún más semejante a la que sufrían los esclavos de un modo de producción muy antiguo y al que se le eliminó por las condiciones en la que se les tenía a los esclavos, que son similares o igual que las que sufre el naciente municipio bajacaliforniano.

De principio, la mala o casi nula atención médica que se tiene en el municipio, así como el gran rezago en los servicios tan básicos como agua potable, energía eléctrica, pavimentaciones y en muchos de los casos un espacio dónde vivir, dejando de lado el alto costo de la canasta básica, así los jornaleros tienen las peores condiciones que los obligan a mantenerse con lo poco que reciben.

Como en su tiempo fue la organización para hacerse escuchar, hoy también es más necesario que antes el que exista una organización en este sector, que encabece sus demandas y que no se venda al mejor postor.

Antorcha ofrece sus filas para que, dentro de ellas, luchemos por mejores condiciones laborales, por salarios dignos, pero, sobre todo, para acabar con la explotación desmedida que se vive en San Quintín.

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