Ubicado en los reportes oficiales como una de las entidades donde florece de manera preocupante la pobreza, el desempleo, la desigualdad social y la falta de oportunidades para acceder a una vida de calidad, Quintana Roo, se ha convertido, para sus habitantes, especialmente para quienes menos tienen, en un verdadero reto de supervivencia.
Sin embargo, para cientos, aún hay esperanza para alcanzar mejores niveles de vida, de forjar un futuro aun en las adversidades más severas, como lo busca don Manuel Tabla Díaz, originario del estado de Guanajuato, quien desde los cinco años vivió en el entonces Distrito Federal, pero que hace nueve años y con 53 años de edad, llegó a radicar a la ciudad de Chetumal, huyendo de la creciente violencia de la metrópoli.
Carpintero de oficio y con amplia experiencia laboral en el corte y armado de muebles elaborados con paneles de resinas, aglomerados y pegado de laminado plástico -fórmica- y aplicación de acabado como barnices y lacas, se encontró con una comunidad, en la que, si no te conocen, no te contratan y si tienes acento chilango, menos.
Tabla Díaz detalla lo difícil que resultaron los primeros años de su estancia en Chetumal, donde si trabajaba tres días a la semana eran mucho. “Para hacer un poco más difícil mi situación, mi hermana falleció y tuve que hacerme cargo de mi madre, a la que mandé traer de la CdMx, con 90 años de edad y con necesidades especiales”, narró.
Tuvimos que compartir el hambre y el desamparo general. Chetumal, es una de las ciudades más caras de todo México y sobrevivir en ella es un reto que tuvimos que compartir con los poco más de 233 mil habitantes de Chetumal.
Asegura que la desigualdad social y el racismo, todavía imperan en el sureste del país. “Los usos y costumbres de las comunidades se convierten en un freno, que le imponen al recién llegado”, asegura.
“Varios años han tenido que pasar, para poder establecerme y acceder a una vida aceptable, si tomamos en cuenta que con los salarios tan raquíticos que imperan en México, es casi imposible poder cubrir la canasta básica”.
“Una de las razones más inobjetables de tal carestía, es que en Quintana Roo el precio de la gasolina es de los más elevados en todo el país. Eso repercute de manera directa en todos los servicios y así mismo en los precios de esos servicios y de todos los productos y mercancías y con un salario promedio de tres mil 795 pesos mensuales, resulta imposible que los habitantes de Chetumal, puedan ver satisfechas sus necesidades más elementales”, se queja.
Así, con los salarios más bajos de todo México, vivimos en el estado que ocupa el lugar número 13 en la lista de más pobres con 892 mil 900 habitantes en esa condición (Inegi 2021). Y creciendo, ya que, en 2018, había 546 mil, 400. Esto es que los pobres han crecido en 346 mil 500 personas más, en tan solo tres años.
El sistema de salud está totalmente colapsado, los centros de salud, brillan por su inoperancia, sin medicamentos, su personal frustrado, solo otorga una receta que debemos nosotros comprar con nuestro propio dinero en farmacias, que la mayoría de las veces, carecen de ellas y las sustituyen con cualquier otra.
Quintana Roo es el estado del sureste donde el consumo de bebidas embriagantes es el más elevado de la región, el alcoholismo se ha adueñado del estado, ubicándolo en el primer lugar en consumo de alcohol. El consumo de cualquier droga ilegal, posiciona a esta entidad, en el segundo lugar a nivel nacional. La incidencia delictiva, coloca al estado, en el octavo lugar nacional.
Todas estas agravantes son un caldo de cultivo para la desintegración familiar, el abandono de estudios y fomentan la violencia familiar, ocupando la entidad la cuarta posición a nivel nacional.
Enterado de esas condiciones, don Manuel Tabla Díaz asegura que es muy difícil el poder sobrevivir en el estado. “Pero para mí fortuna, hace poco más de 6 años, un vecino mío, me preguntó si no quería dejar de pagar renta y adquirir un terreno en la colonia Fraternidad Antorchista”.
Yo, desconfiado por naturaleza dudé de la legalidad del terreno, pero resultó ser una colonia organizada, donde fui bien recibido e incluido en su organigrama, me incluyeron en los círculos de estudio, “Que es la sociedad” fue mi primer material de lectura y el estudio de otros materiales me ha servido para poder comprender la realidad actual, pero en especial El Quijote de la Mancha, me ha sensibilizado para solidarizarme con mis semejantes.
“Hoy, no veo las condiciones para que la vida de los mexicanos mejore, al contrario, veo un retroceso en todos sus niveles. Los más dañados somos el pueblo, que tendrá que volver a componer lo que este gobierno ha descompuesto, si bien es cierto que no estábamos bien, el día de hoy estamos mucho peor que antes de 2018. Pero de que se puede, se puede, que caray”, expresa.
Esas son experiencias de vida que del diario enfrentan más de 100 mil personas en Bacalar y Chetumal, donde las familias padecen situación de pobreza, tal y como lo confirman datos de la Secretaría de Bienestar, que en el Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago Social 2022, reveló que al menos 93 mil 770 personas no pueden acceder a dietas de calidad.
Ese informe detalla que, si bien Othón P. Blanco concentra la mayor cantidad de personas con carencia alimentaria, junto con Bacalar, concentra el 32 por ciento de la población en esas condiciones. Eso quiere decir, que tres de cada 10 personas de Quintana Roo no acceden a alimentación nutritiva y de calidad.
Toma sentida la queja de Manuel Tabla cuando se especifica que, en Bacalar, el 90 por ciento de la población vive en pobreza. En Bacalar, las desigualdades sociales están acentuadas. En dicho municipio hay 41 mil 754 habitantes, de los que 37 mil 312 viven en situación de pobreza, es decir, el 89.4 por ciento. En ese sentido, hay 25 mil 61 personas en pobreza moderada (49.3 por ciento); mientras que 12 mil 251 se enfrentan a la pobreza extrema (24.1 por ciento).
A esa realidad también se enfrenta don Aurelio Rendón Laguna, nacido en un pueblo que se llama La Merced del Potrero, Pochutla, Oaxaca, en 1955. “Estuve en Salinacruz, Oaxaca, de ahí pasé a Las Chuapas, Veracruz, y de ahí me vine para Cancún, pero me vine a pasear aquí a Chetumal y me gustó más y me quedé”, narra de cómo llegó a estas tierras, donde ha luchado y perseverado para hacer vida y sobrevivir.
Al asentarme –relata--, me dediqué a ser chalán de albañil, pegando azulejos y vivía en las obras que hacíamos., en los condóminos que hacíamos y en cuanto a la comida pues había comedores que daban los contratistas.
Pero por cuestiones de la vida –narra--, después de un corto tiempo, decidí venir a visitar, a pasear a Chetumal, me gustó y me quedé, haciendo la misma chamba, pero además como también sabía de costura de zapatos, ahorré algunos pesos, compré herramientas y me dediqué a la compostura de calzado, que me permite, en los tiempos libre, dedicarme a la lectura. Y aquí estoy gracias a Dios.
Lamentó la grave situación económica que padecen los ciudadanos. “Si me ha afectado, hay que esforzarse un poco más para encontrar a la gente que quiera o necesite reparar sus zapatos o tener para poder comprar la comida, que, aunque ahora cuesta mucho más trabajo, siempre hay”.
En un arranque de sinceridad sentencia: “¡Todo está jodido, todo está difícil!”. En su lógica, lamentó las acciones emprendidas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que ha emprendido medidas que han obligado al cierre de empresas y con ello las pérdidas de trabajo.
“Me doy cuenta que debido a eso no hay chamba, la gente no está trabajando y es claro que eso nos afecta a todos, menos a los que tienen empleo, a esos que se quedaron en el gobierno, los maestros, pero los albañiles, los mecánicos, hojalateros, pintores, todos están jodidos, sobreviven cuando logran amarrar un trabajo”.
En cuanto al aspecto de salud, agradeció que gracias a las gestiones del Movimiento Antorchista reciben atención médica en un hospital, donde, además, cuando hay, les proporcionan los medicamentos, “de lo contrario los tenemos que comprar”.
Para ser atendido por los médicos de Lagunitas, donde se encuentra el hospital, don Aurelio se tiene que desplazar al menos seis kilómetros caminando, en raid, en camión, como se pueda, pero dice que gracias a Dios son atendidos bien.
En caso de emergencia recomendó tener un botiquín, algo de medicamentos, porque si te da un fuerte dolor, que le vamos hacer, sólo tomar tú pastilla para amortiguar el dolor en tanto se puede llegar al doctor.
Relató que él ingresó a la colonia en el 2011, y que por esos tiempos fue picado por la mosca cliclera, en las cejas, en diversas partes del cuerpo, y fue un calvario encontrar medicamentos. Seguí las recomendaciones de untarme tabaco, resinas y cuanto remedio me decían, pero nada, no sanaba. Andaba de hospital en hospital, pero me decían, tras mostrarme videos de la enfermedad, que no tenían medicinas para eso. Pero me fui al Hospital 6, el de Lagunitas, donde incluso ya tenían el reporte que estaba enfermo y me estaban esperando. Ahí me pusieron dos inyecciones en cada picada, en cada herida.
Detalló también que hace algunos meses, se cayó mientras trabajaba en una obra, desde el techo. Y da gracias a Dios que no se lastimó. Caí al lado de una gran piedra, pero de que me haya lastimado no.
Él vive en un terreno que adquirió gracias a las gestiones del Movimiento Antorchista, que ya pagó, pero donde no ha podido construir una casa en forma. Él no ha sido beneficiario de ningún programa de mejoramiento de vivienda y no puede hacer mejoras con lo que obtiene con su trabajo, “pues sólo da para comer, porque está jodido todo”.
Sobrevive con una despensa. “Hay que comprar frijol, arroz, sal, azúcar, aceite, huevos, tomates, cebolla, lo principal, hay que gastar, pero ahí la llevamos…. Está dura la vida, pero eso me ha enseñado que tengo que aprender a administrarme, porque si hoy gasto mucho al otro día no podré comer. Cuando se puede tomo leche, chocolate, cuando no pues agua o un café negro, pero gracias a Dios estoy bien”.
Don Aurelio Rendón Laguna forma parte de esas estadísticas que lastiman, que lo integran a la pobreza que lacera a miles de personas en Quintana Roo y a quienes lamentablemente el ofrecimiento de “primeros los pobres”, no lo ha tocado.
Aunque se estima que en la entidad hay un incremento en la actividad turística, se señala que eso no ha evitado la escasez alimentaria. Por ejemplo, en Bacalar se dice que hay más de 16 mil 693 ciudadanos en esa condición, o sea, el 32.9 por ciento de su población.
Es decir, que a pesar de que estas poblaciones pueden estar económicamente activas, el salario que ganan no les alcanza para satisfacer las necesidades del hogar, especialmente en aquellas familias donde son más los dependientes económicos que los que obtienen ingresos.
Además, el Informe de Desarrollo Social revela que en el municipio de Bacalar hay 12 mil 696 personas que tienen rezago educativo, es decir, 25.0 por ciento de los pobres abandonaron sus estudios y 8 mil 403 no tienen acceso a los servicios de Salud; suma que representa al 16.5 por ciento de la población en pobreza en ese municipio; mientras que 43 mil 205 ciudadanos no tienen Seguridad Social, o sea el 85.1 por ciento.
En cuanto a vivienda digna, en Bacalar se contabilizan 11 mil 273 ciudadanos que viven en casas que carecen de calidad y espacios suficientes, lo que representa al 22.2% de las personas con escasez de recursos en la demarcación; es decir, dos de cada 10 residentes son pobres.
En tanto, 34 mil 872 de los habitantes de Bacalar no tienen servicios básicos en sus viviendas, como agua potable, drenaje y saneamiento de aguas residuales, o bien, instalación eléctrica, lo que significa el 68.7 por ciento de los pobres en el municipio quintanarroense.
Don Aurelio Rendón es una de las siete personas, de cada 10, que viven en situación de pobreza, que no tiene acceso a los servicios básicos en sus viviendas. El reporte de desarrollo social indica que alrededor de 3 mil 400 personas (8.1 por ciento) no tienen acceso a agua potable en mil 34 viviendas (9.0 por ciento); 4 mil 200 personas (10.1 por ciento) viven en mil 34 casas sin drenaje (9.0 por ciento); mil residentes (2.5 por ciento) habitan 374 casas sin electrificar (3.3 por ciento); y 21 mil 800 ciudadanos (52.3 por ciento) residen en 5 mil 697 viviendas que carecen de calidad y espacios dignos.
El señor Francisco Zamudio Hernández, habitante de la colonia Espíritu Santo, indicó que ante la falta de empleo seguro y bien remunerados, ahora se dedica a vender elotes y chicharrones junto con su esposa quien también comercializa frutas de temporada en el parque de Chetumal para obtener un pequeño ingreso para que en la mesa no falten los alimentos. Él y su esposa, forman parte del 45 por ciento de la población de Othón P. Blanco, que se encuentra en la pobreza.
Asegura que por la escasez de empleos y sobre todo porque los salarios son muy reducidos e insuficientes para atender las necesidades básicas del hogar desde hace muchos años se dedican a ofrecer sus productos y pese a la escasa ayuda del Gobierno del estado, no le queda de otra que salir a vender para no morirse de hambre él y su familia.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, cerca de 314 mil familias de Quintana Roo ganan apenas lo suficiente para costear sus necesidades básicas de alimento, casa, transporte y servicios; por lo que no tienen un fondo de ahorro para enfrentar eventualidades lo que permitiría acelerar la recuperación económica del estado.
En síntesis, el Inegi manifiesta que esta situación afecta a siete de cada 10 hogares de la entidad, aunado a lo anterior, la pandemia de la covid-19, agravó aún más la situación pues derivado de la crisis económica generada al menos 48 mil familias se sumaron a los 266 mil que vivían al día.
"No hay empleo y a como dé lugar hay que conseguir el dinero para llevar comida a nuestra familia”, afirmó, Francisco Zamudio. “Esa es la suerte que nos tocó vivir a nosotros quienes perdimos nuestros empleos y la única opción que nos queda es el autoempleo y ambulantaje enfrentándonos a las sanciones y represión de los fiscales del municipio de Othón P Blanco”.
Y los pobres están y siguen ahí, en el municipio de Othón P. Blanco, donde residen 233 mil 648 personas, de las que 105 mil 193 ciudadanos viven en pobreza, es decir, el 45.0 por ciento de su demarcación. Por un lado, 81 mil 919 personas viven en pobreza moderada (34.1%); y por el otro lado, 23 mil 274 enfrentan la pobreza extrema (9.7 por ciento).
Hay, según datos oficiales, del Informe Anual de Bienestar, 77 mil 77 personas con escasez alimentaria, lo que representa al 32.1 por ciento de los pobres en Othón P. Blanco, mientras que 13 mil 322 ciudadanos son vulnerables por ingresos; es decir, el 5.5 por ciento de las personas con falta de recursos.
En la demarcación donde se ubica la ciudad de Chetumal habitan 41 mil 756 personas con rezago educativo (17.4 por ciento); 49 mil 232 ciudadanos sin acceso a servicios de salud (20.5 por ciento); así como 132 mil 529 personas sin Seguridad Social (55.2 por ciento).
Mientras que 31 mil 790 personas viven en inmuebles que carecen de calidad y espacio suficiente (13.2 por ciento); sin embargo, son más las personas que carecen de servicios básicos (agua, drenaje y electricidad).
Ese informe, el Anual de Bienestar, detalla que en Othón P. Blanco hay 67 mil 675 quintanarroenses sin tales servicios, lo que representa al 28.2 por ciento de la población.
Se estima que en el municipio hay alrededor de 16 mil 300 personas (7.0 por ciento) sin agua potable en 5 mil 393 viviendas (7.6 por ciento); 3 mil 300 personas (1.4 por ciento) que viven en mil 313 casas sin drenaje (1.9 por ciento); mil 700 residentes (0.7 por ciento) que habitan en 880 moradas sin electricidad (1.2 por ciento); y 39 mil 100 ciudadanos (16.9 por ciento) que residen en 11 mil 745 viviendas que carecen de calidad y espacios dignos.
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