“Un menor se suicida en la colonia el Moralete, en Colima”, así encabezaro la nota del 08 de febrero del periódico digital Va de Nuez. Tenía 12 años y todo lo que se sabe es que se quito la vida, ni de las causas, ni de cómo lo hizo habla la nota. Pero el solo hecho de leerlo genera un sentimiento de mucha tristeza y mucha lamentación. Y cabe hacer una reflexión profunda de las verdaderas causas que generaron esta tragedia.
Creo firmemente que la pobreza es la madre de todas las desgracias, pero para empezar analicemos qué significa. Actualmente, el término pobreza está totalmente tergiversado, es decir, se piensa que la pobreza es como una enfermedad, algo vergonzoso, algo que da mala fama, que huele feo, y que tiene que ver con los personajes inferiores que no saben pensar, que no trabajan, que están enfermos y que no le echan ganas a la vida. Pero la definición de la pobreza alude a la carencia. Así lo cita el diccionario académico de la real academia: escasez o carencia. De tal manera que, “Una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando: presenta al menos una carencia social y no tiene un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias”. (Inegi)
El Coneval dice que los indicadores de pobreza son seis: de rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la vivienda y acceso a la alimentación) y su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias.
Aunque hay muchas definiciones y varios tipos de pobreza que han intentado definir la situación de cada ciudadano en cuanto sus condiciones materiales, la verdad es que, en resumidas cuentas, y si se pone atención con ojo crítico a la realidad, solo existen en la sociedad los que tienen casi todo, y dentro de ese casi todo, están las minas, mares, cielos, aunque suene descabellado. Y por otro lado los que no tienen casi nada, y dentro de ese casi nada se encuentran los seis indicadores que menciono arriba. Es decir, que, si usted no tiene grandes consorcios, empresas multimillonarias como las que tiene Slim, no pertenece a la clase alta del país. Pero tampoco lo es si en algún ámbito de su vida existe escasez o carencia. Y aquellos que pudieran sentir que se salvan y que son de la clase media, las estadísticas confirman que es más fácil que el de clase media pase a la clase baja, que a la alta, pues es de muy difícil acceso. En la actualidad la brecha es más amplia, pues se calcula que el 1% de la población mundial, concentra el 99% de la riqueza mundial, y el 99% de la población tiene solo el 1% de la riqueza.
¿Qué les está pasando a todos esos muchachos? ¿Dónde están sus papas para orientarles? ¿Qué carencias tan marcadas tendrán en sus vidas para que la muerte sea el único camino que encuentren? Si ese muchacho fuera en las mejores escuelas, tuviera una vivienda digna y decorosa, su familia tuviera condiciones económicas para proporcionarle la alimentación adecuada y suficiente, la recreación, la buena salud, ¿optaría tan fácilmente por quitarse la vida? Si sus padres tuvieran las condiciones necesarias (un empleo seguro, con un salario suficiente, una casa propia, y la canasta básica asegurada) estar ahí con su hijo, cuidándole, educándole, orientándole y compartiendo con él su crecimiento, ¿se hubiera quitado la vida? Por supuesto que no, no hay razón para hacerlo, aunque pudiera haber excepciones, no la mayoría.
Necesitamos verlo y entenderlo así para poder poner remedio, la pobreza genera disturbios en la sociedad, pues a falta de oportunidades, de sueldos que alcancen, la gente roba y mata hasta por un miserable celular, como el caso de la semana pasada. Los jóvenes aceptan la invitación a la muerte, pues no hay peor infierno que el que genera la pobreza. En una sociedad donde existe una tremenda injusta repartición de las riquezas, con esa brecha tan disparatada entre ricos y pobres, lo único que se espera es eso, más desgracias. Urge equilibrar la balanza, necesitamos mejores condiciones materiales para ir superando nuestras deficiencias como sociedad. ¿Qué si eso se puede? Sí, sí se puede. Porque somos más los que estamos del otro lado, solo nos falta unirnos y organizarnos. ¡Y yo me apunto!
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