Los diputados y presidentes municipales de Morena no pueden presentar hechos que demuestren fehacientemente que han mejorado el nivel de bienestar de las familias mexicanas, ni en salud, educación, vivienda, servicios públicos, mucho menos en seguridad, empleo e ingresos. Ésta es la dura realidad que enfrenta la 4T. Los que intentan reelegirse y los nuevos candidatos carecen de argumentos para pedir que voten por ellos.
¿Qué es lo que todo el pueblo sabe y comenta? Que Morena ha hecho bien dos cosas: robar a manos llenas y santificar a sus corruptos. Porque esos recortes al presupuesto y esas medidas de austeridad han generados recursos que nadie sabe a dónde fueron a parar. La opacidad envuelve todas las cifras que maneja López Obrador, y nadie sabe dónde quedó la bolita. El mismo Inegi publicó que en 2020 hubo más corrupción que en el último año de gobierno de Peña Nieto, cualquiera puede consultar el dato si lo desea.
Esa falta de resultados que los recomienden como buenos gobernantes, ese no tener que ofrecer para convencer en buena lid a los votantes, es lo que lleva a López Obrador a arreciar la campaña de desprestigio para derruir al INE, porque el INE es el órgano autónomo que va a calificar las elecciones, las está organizando, vigilando y debe garantizar que todo el proceso se lleve de acuerdo a la normatividad vigente. Ésa es la razón profunda que explica todas las descalificaciones que un día sí y otro también lanza López Obrador, pretende restarle autoridad al INE, está preparando a la opinión pública para quitarle su carácter autónomo y someterlo plenamente a su control, y para desconocer los resultados de nuestros votos que no le favorezcan. La 4T está decidida a ganar a la mala.
Si López Obrador consigue sus aviesos propósitos, México estaría retrocediendo a los peores momentos del priato, lo que Vargas Llosa denominó la “dictadura perfecta”: sólo existía el partido oficial, con unos partiditos paleros (el PARM, el PPS), y el PAN con los sinarquistas; se hacían elecciones, pero siempre ganaba el PRI, pues la Secretaría de Gobernación controlaba todo lo referente a las elecciones. Hace decenas de años que los mexicanos dijimos ¡basta de simulación! Son muchas las batallas que se han dado por los sectores progresistas del país para que podamos expresar libremente nuestro sentir y, sobre todo, para que podamos por la vía pacífica cambiar a los gobernantes que no den los resultados esperados por el pueblo. Por eso hoy llamamos enfáticamente a defender al INE.
Pero hay algo más que todos debemos tener presente. El ataque contra el INE solo es una parte de un plan más general de López Obrador. Su objetivo es dinamitar las bases del Estado de Derecho en el cual vivimos, por la simple y sencilla razón de que a él y a su grupo no le gustan. Como ejemplos claros tenemos la ley de extinción de dominio, la mañosa y antijurídica equiparación de los delitos fiscales con los del crimen organizado, la multiplicación de los casos que ameritan prisión preventiva oficiosa. Estos lineamientos todavía no están aprobados por el poder judicial, pero si Morena continua gobernando de manera absoluta los va a aprobar.
Necesitamos prestar atención a esta amenaza gravísima. Imaginemos ¿en qué preceptos jurídicos vamos a apoyarnos para defender nuestra libertad y nuestras pertenencias si se consagran estos engendros jurídicos. La 4T nos va a llevar a un caos jurídico donde el ciudadano de a pie, el que no tiene palancas ni tiene riqueza, quedará completamente inerme ante el poder del Estado. Por eso debemos acotar a López Obrador, quitarle el control de la Cámara de Diputados.
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