Durante estos 50 años de esfuerzo y compromiso, nuestro objetivo continúa vigente, y la realidad que vive el país lo actualiza y lo convierte en una necesidad impostergable: educar políticamente al pueblo de México, para que cumpla con la necesidad histórica de construir el arma política, la organización que lo lleve a la toma del poder político y pueda conducir la gran tarea de construir una patria más justa, equitativa, democrática y soberana.
Antorcha cumple 50 años, llevando esta poderosa arma educativa al pueblo, representando la vida y la lucha a través del teatro, desde colonias, barrios y escuelas hasta los más lejanos rincones de México.
El Movimiento Antorchista Nacional (MAN) ha venido impulsando entre sus agremiados y entre el pueblo trabajador el arte y la cultura, su conocimiento, práctica y difusión, pues, a pesar de ser el creador de los mismos, hoy en el sistema político en que vivimos –el sistema de mercado, el sistema capitalista– el arte y la actividad cultural se convierten en mercancía, por lo que se han alejado, se han desmembrado de su creador: el pueblo trabajador.
Dentro de las bellas artes, la literatura descolla, pues, si bien es cierto que se basa en la palabra, es decir, que se aprecia con el oído, también es cierto que dentro de ella forman parte la poesía y el teatro. Y este último pide la colaboración de las otras artes.
El teatro está compuesto anatómicamente de todas las bellas artes, reducidas a sus elementos. Es una síntesis de aquellos aspectos de las artes que, siendo elementales, son fáciles de asimilar por el público (G.J. Nathan).
El teatro nace como la manera de expresarse del pueblo, nace de lo más profundo de su ser. Es como manifiesta, saca al exterior sus padecimientos, los atropellos y las angustias que anidan en su ser, debido al trato que eran objeto por quienes los sojuzgaban. Era una expresión de rebeldía y se daba en las fiestas populares de la antigua Grecia.
Desde entonces, la clase pudiente utiliza el teatro para difundir entre el pueblo las ideas que le permitan conservar el poder. Lo utilizan como arma política. Esto permite a los grandes dramaturgos y al pueblo mismo avanzar en su comprensión de los hechos, pues en su desarrollo el teatro se convierte en un arma insustituible, la más eficaz para educar política y culturalmente al pueblo, a través del drama (la acción).
“… Este traducir un discurso o un diálogo en acción, el darle vida a través de seres humanos, es lo que hace que el teatro se valga tanto de las cualidades de la literatura como de las artes plásticas, arquitectura, pintura y escultura, es lo que potencia la capacidad transmisora del teatro. El teatro revive en sí la potencia de esas artes y por eso resulta tan aleccionador en la cabeza de los espectadores. Es esta una muestra más del carácter popular del teatro”, explica Aquiles Córdova Morán.
Antorcha cumple 50 años, llevando esta poderosa arma educativa al pueblo. En las colonias, barrios, escuelas, ejidos, comunidades, ahí donde el pueblo se ha unido, se ha organizado, se hace el esfuerzo por formar los grupos de teatro que preparen a los actores y presenten su puesta en escena, primero en sus centros o comunidades y después se dispongan a ir grupo por grupo, pueblo por pueblo, escuela por escuela, representando la vida, la lucha del pueblo.
Este 22, 23 y 24 de noviembre se cumple la cita vigésimo tercera del Encuentro Nacional de Teatro en el majestuoso teatro de La Paz y el IPBA en SLP.
Asistimos a las puestas en escena del teatro europeo: Ifigenia en Táuride, Terror y miseria del Tercer Reich, de los alemanes J. W. Goethe y B. Brecht; El inspector, La gaviota, de los rusos Nikolai Gogol y Anton Chéjov; Don Juan, El Principito, Muertos sin Sepultura y Fedra de los franceses Molière, Antoine de Saint-Exupéry, J. P. Sartre y J. Racine; Fuente Ovejuna, María Pineda, Bajo el cielo de Gaza, de los españoles Lope de Vega, F. G. Lorca y Luis Matilla; Aquí no paga nadie, del italiano Darío Fo; La señorita Julia, del sueco A. Strindberg.
Del teatro de América Latina: El pescado indigesto del guatemalteco Manuel Galich; Sacco y Vanzetti, del argentino Mauricio Kartun; Los invasores del chileno E. Wolf; Historia de un anillo, El otro perfil de Judas y Los Perros, de los mexicanos L. J. Hernández, R. P. Quitt y Elena Garro.
Teatro para la educación política del pueblo de México y del mundo.
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