MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Sociedad clasista, cultura clasista

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En estos difíciles tiempos en que las acciones cotidianas se reducen a la búsqueda de los satisfactores materiales indispensables (como alimentación, vestido y medicamentos), hablar de las satisfacciones del espíritu es casi estar hablando incoherencias; y es que esos satisfactores del espíritu: música, poesía, baile, danza, pintura, teatro, han sido olvidados o nunca colocados ante los ojos y oídos de la gran masa popular.

¿Qué arte se le da al pueblo? Los ritmos musicales y cantantes de moda, convertidos en estrellas por la televisión, que hacen música con letras cada vez más brutales, haciendo abierta apología del sexo, el alcohol, las armas y la violencia en todas sus manifestaciones; o se le presentan telenovelas y películas de contenidos abiertamente reaccionarios, cuyos planteamientos son, machaconamente, que el mundo es como es, que no tiene remedio y lo único que la gente puede hacer es rezar, vivir el ahora y no pensar en el mañana, o conformarse y echarle ganas.

Esa bazofia, entregada como arte, acompañada de la pobreza y sus brutales consecuencias, provoca en el imaginario de los jóvenes un mundo incierto y desesperanzador; la juventud, que es la generación que viene a sustituirnos, desde la misma infancia busca escapes a través de puertas falsas como el alcohol, las drogas, la violencia, o el suicidio.

El gobierno hace mutis. Los dos tipos de satisfactores (materiales y espirituales) son su obligación atenderlos, pues maneja recursos nacionales más que suficientes para generar trabajo, dotar de viviendas, brindar atención médica de alta calidad. En el caso de los satisfactores espirituales, es el Estado que puede y debe promover la cultura popular en todas sus disciplinas, para que el pueblo encuentre en ellas el alimento espiritual que necesita para comprender mejor el mundo en que vive y, de esa manera, desarrollarse sana y pacíficamente, en armonía con la naturaleza. Esa tarea debería tener como raíz el trabajo escolar. Son las escuelas de nivel básico el primer eslabón para todo el desarrollo subsecuente; ahí es en donde los gobiernos deben invertir ingentes cantidades de recursos, para dotarlas de espacios adecuados para la práctica del baile, de la pintura, de la música.

Pero estoy consciente de que pedir que el Estado aplique recursos a una educación integral para el pueblo, es un sueño irrealizable. Queda muy claro que la sociedad en que vivimos está férreamente dividida en clases. A la clase trabajadora le toca el trabajo, la producción y los salarios de hambre, y no necesita el arte, con novelas y reguetón le basta; a la clase burguesa, le toca la administración, la coordinación y las ganancias, la riqueza.

La clase trabajadora no necesita pensar tanto, por eso, con una educación apenas básica, es suficiente; la clase burguesa, la patronal, sí necesita una alta educación y una cultura de altura, una cultura clasista. Por eso ha convertido la cultura en una mercancía más que, si alguien la quiere, debe pagar para disfrutarla. En el capitalismo, pues, la cultura es para la gente VIP.

Por lo tanto, a la clase trabajadora, si quiere salir del nivel animales en el que la ha condenado la burguesía, no le queda otra alternativa que crear su propia estructura cultural y hasta formar a sus propios creadores de arte. Pero, amable lector o lectora, no piense que esa tarea es imposible. Es posible… ¡y ya existe!, ya la están desarrollando (desde hace 22 años) los Grupos Culturales del Movimiento Antorchista Nacional, la gran organización de los pobres de México.

Con un trabajo audaz, persistente, sistemático, incansable, guiados con la mano firme y sabia del Maestro Aquiles Córdova Morán, los antorchistas han logrado desarrollar, en todo el país, una extraordinaria base de artistas surgidos de las mismas entrañas del pueblo: cantantes, pintores, declamadores, escritores, poetas, actores, compositores. ¡Y hasta se han fundado escuelas de artes en varios estados de la república! De esa manera, niños, adolescentes, jóvenes y adultos de todas las edades y actividades (estudiantes, profesores, empleados, obreros, amas de casa, campesinos, etc.) tienen un espacio para aprender y participar, mostrando la calidad con que el pueblo hace arte (como dicen por ahí: “enseñan de qué lado masca la iguana”).

Y yo aseguro que esta calidad no es inferior a la del arte de la gente VIP, es hasta superior, porque se actúa, se baila, se canta, no para ganarse unos pesos, no para incrementar el ego de las “estrellas”, sino para deleitar al pueblo, el arte por el arte sí existe: lo hacen los artistas del pueblo preparados en el Movimiento Antorchista.

Felicito con todo mi entusiasmo y aplaudo de pie a los artistas que participaron en el XXII Encuentro Nacional de Teatro, los días 24, 25 y 26 de marzo. Así mismo, felicito a los niños de preescolar que participaron en la XI Espartaqueada Infantil los días 22, 23 y 24 del mismo mes. Paso a pasito, el pueblo empieza a hacer arte; el arte es el lubricante que falta para revolucionar este país.

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