MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Trabajo infantil, la arista olvidada de la pobreza en México

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El trabajo infantil es una realidad dura y vigente en nuestro país, pero también muy normalizada dentro del sistema capitalista neoliberal que sigue vigente, a pesar de la mitomanía del presidente López Obrador. Según el reporte de 2020, de la Oficina de Asuntos Laborales Internacionales de Estados Unidos, México logró avances en su esfuerzo por eliminar la explotación infantil, sin embargo (siempre hay un ‘pero’ en el gobierno de la 4T), la austera forma de gobernar de la Federación lopezobradorista y sumado también, los estragos de la pandemia, han venido a afectar de forma negativa en este objetivo.

La austeridad impacta en el hecho de que varias secretarías no tuvieron los recursos económicos y humanos para poder censar e identificar el trabajo de infantes, como en periodos pasados, esto según el “Reporte Anual 2020 sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil”, de la Oficina de Asuntos Laborales Internacionales de Estados Unidos.

“A partir de 2019, el Gobierno de México ha puesto en marcha medidas de austeridad que han dejado a numerosas secretarías y entidades tanto a nivel federal como estatal sin el personal, experiencia y liderazgo necesarios para desempeñar funciones de gobierno fundamentales, tales como el establecimiento y adopción de políticas y programas relativos a las peores formas de trabajo infantil y la aplicación de las leyes conexas”, se indica en el reporte. Como consecuencia, la Dirección General de Inspección Federal del Trabajo y sus homólogas estatales realizaron inspecciones laborales en empresas únicamente bajo el precedente de una denuncia formal y sólo entre aquellas empresas con inscripción oficial.

Y es que, los datos de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), del Inegi, en 2019 había 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes laborando. Pero la pandemia de covid-19 habría elevado la cifra a más de 3.5 millones, lo que representa el 11.4 por ciento de las niñas y niños mexicanos están trabajando y la mayoría de ellos (55 por ciento) sin salario alguno. Agreguemos también que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que por cada punto que aumenta la pobreza, el trabajo infantil incrementa 0.7 por ciento. En México, por ejemplo, la pobreza creció en 2020, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), al pasar de 41.5 a 50.6 por ciento. Significa que cerca de 210 mil niñas y niños más comenzaron a trabajar.

Y ampliándolo al panorama mundial, la cifra aumentó de 152 millones, previo a la pandemia, a 160 millones menores de edad laborando, la gran mayoría en labores de alto riesgo para su edad, según el estudio Trabajo infantil: estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, de la OIT. El reporte advierte que, si no se les garantiza la cobertura de protección social, a finales de 2022 esta cifra podría superar los 200 millones. Y aumentará también en nuestro país.

¿Y cuál es el trabajo infantil no permitido? En México, comprende tres tipos de trabajo: el que involucra a niños menores de 14 años, el que realizan personas de 15 a 17 años, pero es peligroso (construcción, minas, agropecuario, bares, cantinas) y el quehacer doméstico no remunerado en condiciones no adecuadas. Es la primera vez (2019) que el Inegi mide el trabajo doméstico no remunerado de niños y niñas dentro de una encuesta de trabajo infantil. 

Esta arista de la pobreza en México, es tan crudo y está tan lejos del foco mediático y urge cambiarlo; no dejemos de lado que, si los niños son “el futuro”, la realidad nos está mostrando que ya su presente los está consumiendo, ya son parte del sector laboral, y peor aún, explotados. Tampoco es por gusto, todos estos niños y niñas se suman a las filas de la explotación laboral por necesidad, por apoyar los pocos ingresos de sus padres o familiares con los que vivan, ya que muchos de ellos han perdido durante la pandemia a uno y ambos padres. Es responsabilidad del Estado erradicar la pobreza, que es la madre de todos estos males, pero no lo puede hacer si sigue aceptando y alimentando al sistema que la mantiene fresca: el capitalismo neoliberal.

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