Con bombo y platillo el pasado miércoles primero de diciembre el presidente de la República Mexicana Andrés Manuel López Obrador convocó a sus seguidores al zócalo capitalino para el festejo de su tercer informe de gobierno, pese al incremento de contagios y muertes por Covid-19, lo cual hace notar que no le importó que se contagiasen sus seguidores, pero sí le importó ensalzar sus “logros” y darse un baño de pueblo.
En su discurso menciona logros que al contrastarlos con la realidad no pasan la prueba del ácido, por ejemplo: dijo que ya está domada la pandemia, y de acuerdo a la pagina de la Secretaria de Salud nos dice que al día de hoy hay 3 millones 905 mil 319 casos confirmados, 17 mil 705 casos activos y 295 mil 602 muertes, y cinco estados regresaron a semáforo amarillo: Chihuahua, Baja California, Baja California Sur, Sonora y Coahuila. Sin olvidarnos que el país esta sufriendo de desabasto de medicamentos para los niños con cáncer, VIH, diabetes, faltan millones de vacunas contra el Covid-19 para tener el esquema completo, entre otros, tampoco hay que olvidarnos del despido de miles de trabajadores de la salud en Oaxaca, hacen falta construcción de clínicas y hospitales y los que existen se tienen que equiparlos de manera adecuada.
Dijo también que en educación vamos avanzado muy bien, pero la realidad nos dice otra cosa: hace falta infraestructura, agua potable, drenaje, electrificaciones, aires acondicionados, comedores, red de internet, mobiliario en miles de escuelas del país, falta una revalorización económica del magisterio, se quitó el programa de tiempo completo, no hay lo mínimo indispensable para trabajar en las escuelas durante las clases presenciales en pandemia (gel, sanitizante, termómetros, etc.)
También se enorgulleció sobremanera de que en el país está combatiendo y ha disminuido la corrupción, pero no dijo nada de su hermano Pío López Obrador, de su prima Felipa Obrador y otros funcionarios de su gobierno y que acuerdo con el ranking The World Justice Project sobre Ausencia de Corrupción, México es el quinto peor país del mundo en corrupción, al ubicarse en el lugar 135 de 139 naciones evaluadas, con una calificación de 0.26 en una escala de 0 al 1, donde 1 es la mejor nota.
También “...sus programas sociales fueron un tema que destacó, sobre todo, las becas para los estudiantes de educación básica y educación superior y la Pensión para adultos mayores, asegurando que han sacado de la pobreza a millones de familias que han sido beneficiadas con esos apoyos...” (La Crónica de Chihuahua). Sin olvidar que el CONEVAL nos informa que en México de 2018 a 2020 la pobreza aumento de 51.9 millones a 55.7 millones de mexicanos (CONEVAL), en un país de 126 millones 14 mil 024 mexicanos (INEGI 2020) y que la pobreza extrema aumentó 2.1 millones, lo cual refiere que pasó de 8.7 millones a 10.8 millones de mexicanos en pobreza extrema. Pero no dijo nada de que desapareció el ramo 23, que era un programa federal que destinaba recursos a los estados para obras de agua potable, drenaje, electrificaciones, pavimentos, paquetes para el mejoramiento a la vivienda. Y ahora ya son tres años que millones de personas a lo largo y ancho del país siguen esperando que a sus colonias y pueblos lleguen los servicios básicos.
Celebró el PEF 2022 y la asignación de miles de millones de pesos a sus obras faraónicas como la Refinería de Dos Bocas, El Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y el corredor Interoceánico, pero no dijo nada, del por qué, no asignó recursos o recursos suficientes a educación, salud, vivienda, aguas potables, drenajes, electrificaciones, pavimentaciones, etc.
No cabe duda que son tres años en los que el pueblo mexicano está sufriendo las consecuencias de una mala política económica y social del gobierno de la 4T. Faltan tres años y en las manos del pueblo mexicano está la fórmula para poner un verdadero gobierno que sí vele y luche por los intereses de sus gobernados, urge que el pueblo se eduque políticamente, se organice y luche por un verdadero cambio.
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