Una característica del Gobierno federal consiste, ante sus malos resultados, repartir culpas de los sucesos o problemas que ocurren en nuestro país. La pandemia fue un claro ejemplo de esto, donde en un comienzo, ante la ignorancia descomunal, nuestro presidente se burló de la covid-19, dando a conocer su “método efectivo” para que el virus no entrara: dos estampitas milagrosas. Sin embargo, cuando las estampitas no hicieron su efecto “milagroso”, la situación se tornó complicada, nos encontramos en la incertidumbre de lo que anunciaba López Gatell cada mañana. La pandemia nos agarró sin médicos especializados, sin instrumentos e insumos en los hospitales, con un subsecretraio de Salud que más bien parecía coladera política, miles de muertos por día, miles de contagios, despidos y hambre se ve hasta el día de hoy en los hogares mexicanos. La culpa, ¿a quién se la echaron? A la ciudadanía por no mantenerse en casa, a la oposición por desprestigiar el régimen de moral, a los medios de comunicación por exagerar la situación, a lo gobiernos estatales, a los mismos médicos que tanto han hecho, diciéndoles que ellos deben comprarse sus propios insumos para trabajar, todos tenían la culpa menos el Gobierno Federal por ser “honesto e incorruptible”.
Esta negligencia ha costado, hasta el día 12 de abril, 2,281,840 de contagios y 209, 702 defunciones. En este último aspecto, el Institute for Global Health Sciences, dio a conocer que sí México hubiera tenido un desempeño promedio en el manejo de la pandemia por covid-19, se pudieron haber evitado 190,000 muertes, o sea el 90% de las que hoy se reportan. Lamentablemente las políticas que implementa este no gobierno de izquierda perjudican a todos. Un buen gobierno está obligado a escuchar a todos los sectores de la sociedad, el Presidente de la República lo está, como dijo Simón Bolívar: “el que manda debe oír, aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores”.
Es sorprendente que esta tragedia intenten borrarla con demagogia electoral morenista. En Baja California Sur escuchamos al ahora candidato a gobernador por Morena, Víctor Castro Cosío, “es un logro de López Obrador las vacunas” y además lo celebra con bombos y tambores, más hipócrita y arrogante no se puede ser. Pregúntese el lector sudcalifroniano, sí de haber adquirido con anticipación las vacunas, cuantas vidas más se pudieron haber salvado, pregúntese si es un logro o más bien una obligación con todos nosotros, y también sí en lo más duro de la pandemia hizo algo extraordinario para apoyar a las familias humildes del estado.
Sabemos, por la información que nos brindan los medios de comunicación y por ser activistas de campo, que la jornada de vacunación fue un desastre, pues a los adultos mayores se les citó desde las siete de la mañana, unos como medida preventiva arribaron a los puntos de control desde las 5 de la madrugada para ser atendidos cuatro horas después de la cita programada, con un protocolo de salubridad rebasado por la aglomeración, con una circulación lenta, y por el desconocimiento del procedimiento y con arrogancia a muchos los regresaron por no cumplir con un requisito, principalmente el registro federal, cuando en municipios como Chimalhuacán e Ixtapaluca aquel que le faltaba un requisito era apoyado y auxiliado por el personal municipal.
No es un logró la vacunación, cuando se toman en cuenta los sucesos trágicos que han surgido como antelación a la vacuna. Se hablaba de que en febrero de este año todos los adultos mayores iban a estar vacunados, a estos días solo la tercera parte de este sector poblacional ha sido inmunizado, en BCS se habla del 53%. El ritmo y desempeño de las jornadas de vacunación es preocupante, porque también hay sectores igual de importantes que necesitan ser vacunados para la reactivación económica: obreros, campesinos, trabajadores del turismo, que no entran como adultos mayores, pero que sobre ellos recae, a corto plazo, la reactivación económica; está el sector educativo: maestros y estudiantes, importantes para el desarrollo del arte, ciencia y tecnología, que en un mediano y largo plazo repercutirá gravemente en nuestra economía; los médicos, que han sido los que han estado al frente de la batalla, no los vacunan, era para que a estas alturas estuvieran inmunizados del virus para que desempeñarán sin problemas de riesgo su valioso papel.
¿Cuántas vidas más cobrará el virus por la arrogancia del Gobierno federal y su 4T? Aunque se intente maquillar con las jornadas de vacunación el mal ocasionado, aunque se celebré como logro obradorista y se utilice como bandera electoral, la historia dirá su última palabra y no será la de benefactores del pueblo.
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