Ya han pasado dos años. Dos años desde que me enteré de aquella tragedia que no le deseo a nadie.
El 12 de abril de 2023 fue un día que a muchos antorchistas nos dolió, porque ese día le arrebataron la vida a tres de nuestros compañeros: Conrado Hernández Domínguez, su esposa Mercedes Martínez Martínez y su pequeño hijo Vladimir, que apenas iba a cumplir seis años.
Fue de la forma más cruel posible, y quisieron aparentar que fue un accidente automovilístico, pero la verdad es otra y muy dolorosa: aparecieron en un barranco dentro de su automóvil, golpeados brutalmente.
Yo tuve la oportunidad de trabajar con ellos, de jugar con su hijo, y hoy, desde este espacio, solo puedo honrar su memoria exigiendo justicia.
Mientras los medios de comunicación mencionaron un presunto accidente automovilístico, las evidencias decían otra cosa. Su auto no tenía daños graves, pese a la supuesta caída a una barranca; los cuerpos de la pareja antorchista presentaban fracturas por objetos contundentes y Vladimir fue asfixiado. Esto no sólo es un crimen más, es el reflejo de un sistema que normaliza la violencia y protege a los poderosos.
Ellos eran compañeros de lucha dentro del Movimiento Antorchista, que desde muy jóvenes le entregaron su vida a la causa de mejores condiciones para la gente más pobre de México. Dedicaron su vida a levantar la voz por cada pobre de Guerrero.
La lucha no es por nosotros, es por los que vienen, y su ejemplo nos obliga a continuar con la causa que ellos no pudieron culminar.
A Conrado lo vi organizar a gente humilde para aprender a bailar y asistir a la Espartaqueada Cultural; lo vi dedicarse al estudio en sus tiempos libres; recuerdo que no tenía ningún vicio que le perjudicara en su vida personal.
La gente de las colonias donde él estaba como responsable lo quería mucho y lo respetaba. A Mercedes la conocí poco tiempo, pero también era responsable y dedicada a la lucha de Antorcha, y cumplía con las tareas que la organización le asignaba. Ambos eran un ejemplo para los demás.
Tras dos años de esta tragedia, la impunidad sigue. Las investigaciones —si se les puede llamar así— no han dado resultados: no hay detenidos, no se tiene idea de los asesinos materiales ni de los intelectuales.
Pero, a pesar de eso, el Movimiento Antorchista no claudica, porque “morir por Antorcha no es morir, morir por Antorcha es vivir”, y como se mencionó en la ceremonia realizada en Chilpancingo: “Exigimos justicia, nada más y nada menos”.
Hoy, su ejemplo nos obliga a continuar con la lucha que ellos no pudieron culminar. La justicia va a tardar, pero va a salir a la luz. Si en Guerrero insisten en mirar hacia otro lado, el gobierno federal debe actuar.
Mientras escribo este artículo, recuerdo muchas cosas que me llegó a decir Conrado. Entre las que más tengo presente está: “La lucha no es por nosotros, es por los que vienen”, algo que me marcó mucho por su hijo, Vladimir. Él era parte de esos “que vienen”.
Hoy, su ausencia nos duele, pero seguiremos exigiendo, seguiremos luchando.
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