“El mundo se acerca a una crisis definitiva de grandes proporciones que, como toda crisis, lo coloca en el filo de la navaja: o sana o se muere. El planeta está a punto de enfrentar una crisis de esta radicalidad y definitividad”, se lee en el libro “La crisis terminal del capitalismo”, escrito por el ingeniero Aquiles Córdova Morán quien, en esta obra publicada por Editorial Esténtor, confirma una vez más que es “el más culto entre los políticos y el más político entre los cultos de nuestro país”, como dijo el célebre ecologista mexicano Ramón Ojeda Mestre.
En una época de tanta confusión y manipulación de las conciencias por parte de quienes han dominado al mundo a favor de unos cuantos, un libro como este resulta indispensable para entender las causas profundas y la tendencia de los conflictos mundiales que vemos en esta época de ocaso del poderío imperialista y surgimiento de otros polos de influencia económica y militar en el mundo; así como para ubicar a los responsables de los sufrimientos provocados por el capitalismo salvaje, como la pobreza, la marginación, las migraciones, las guerras, el aniquilamiento físico y espiritual generado por el multimillonario negocio de las drogas en millones de seres humanos de todo el mundo, pero sobre todo para encontrar una salida progresista y revolucionaria que evite una conflagración nuclear y enrumbe a la humanidad hacia una vida donde todos gocemos equitativamente de las riquezas generadas por el trabajo y los recursos naturales.
El autor demuestra que estamos viviendo una de las épocas más conflictivas de la historia y al mismo tiempo de las más potencialmente revolucionarias. En varios siglos de existencia, el capitalismo ha llevado a un nivel de virtuosismo la creación de riqueza surgida de la explotación de los trabajadores, de la aplicación de la técnica a la producción masiva de mercancías de todo tipo y del saqueo de los recursos de los países, y los ha concentrado como nunca en pocas manos a cambio de generar una cantidad de pobres nunca antes vista en la historia, como demuestran las cifras publicadas en un reciente informe de Oxfam, en el que leemos: “Desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza”. Esa concentración de riqueza provoca hambre, enfermedades, violencia y muerte a millones de trabajadores y sus familias.
El capitalismo creció, llegó a su fase imperialista y los trabajadores y la paz mundial pagaron las consecuencias. Unos cuantos multimillonarios monopolizan la producción mundial, concentran ganancias, imponen gobiernos y poseen capitales financieros cada vez más cuantiosos y ansiosos de multiplicarse, se genera una lucha por mercados y materias primas que trae aparejada estructuralmente una maquinaria militar nunca antes vista que a cañonazos abre mercados e impone inversiones usurarias, coloca miles de misiles por todo el mundo, arma grupos terroristas y es capaz incluso de orquestar autoatentados, como el ocurrido en las Torres Gemelas de Nueva York, para justificar la invasión a otros países. Todas las guerras protagonizadas por los Estados Unidos han tenido ese propósito de dominación imperial, aunque lo encubran tras melosas frases de lucha por la libertad y la democracia.
Poco sabe de esto la mayor parte de los seres humanos, porque no se dice nada sobre el tema o es sepultado tras miles de millones de mensajes e imágenes estupefacientes por los gigantescos engranajes de la maquinaria mediática mundial, que opera las 24 horas de todos los días, para lograr que el mundo acepte tal estado de cosas y lo vea como normal, casi como un inevitable fenómeno de la naturaleza y así lograr lo que parece un milagro: que los explotados y oprimidos se sientan conformes e incluso algunos digan que se sienten felices.
Pero la realidad avanza y aparecen desajustes y contradicciones cada vez mayores en el funcionamiento del capitalismo y ningún remedio de los cientos de sabios a su servicio ha podido reponerles su vigor perdido. El imperialismo se debilita cada día más, al tiempo que avanza una visión del mundo que sostiene que el planeta no debe ser botín sangriento de un país poderoso o de un grupo de ricachos ocultos en las sombras del Estado Profundo, sino patria común donde trabaje, viva y goce toda la humanidad, visión en la destacan Rusia, China y otros países que convocan a formar un mundo multipolar, como se argumenta sólidamente en el libro que hoy comento.
“La crisis terminal del capitalismo” no es un libro pesimista ni un llamado a claudicar ante una próxima catástrofe. Al contrario, es un libro optimista sobre el futuro socialista de la humanidad, es un análisis científico de la realidad mundial, pleno de argumentos, análisis y datos que demuestran que el capitalismo que dominó al mundo, para bien y para mal, está agonizando, cada vez causa más daños y debe ser sustituido por una sociedad superior. Pero eso no significa que será instantánea su muerte… aún puede provocar mucha miseria y detonar múltiples guerras, como vemos en estos días. El texto es un llamado urgente a difundir entre los trabajadores la naturaleza de un sistema en el que por más que estos trabajen no pueden dejar la pobreza ni dejar de ser víctimas de la violencia; es una convocatoria fraternal a librar una batalla de ideas a favor de organizarnos para lograr una sociedad justa, desarrollada, culta y pacífica, como todos anhelamos para nosotros y nuestros hijos.
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