A dos semanas de la elección 2021, la que pasará a la historia como el año en el que se llevó a cabo el ejercicio electoral más grande de toda la historia de nuestro país: 21,368 cargos serán puestos a consideración a la ciudadanía, 15 gobernadores, 500 diputados federales, 1,926 ayuntamientos, 1,063 diputados para 30 congresos estatales y casi 18 mil síndicos y regidores. El padrón electoral de casi 95 millones (5 más que en 2018) dará su veredicto el 6 de junio a favor del mejor postor o impostor, de la expresión política que mejor le convenga o le acomode, según su interés. El operativo para recibir el voto no es menos, serán instaladas 162,248 casillas a lo largo y ancho del territorio nacional.
La desgracia de esta elección es que no se mira de entre la mayoría de los candidatos una propuesta seria, pensada y desinteresada en beneficio de México y sus habitantes, prevalece el interés personal, las más de las veces por encima del partido al que representan. Amable lector ¿acaso usted conoce algún candidato con proyecto de nación y de mejor vida para los mexicanos en las propuestas de los candidatos? En efecto, así es, son rarísimos los candidatos que tienen propuesta y trayectoria política en favor de una mejor nación, de una mejor vida para la población.
Los candidatos, en su gran mayoría, reitero, no surgieron de las canteras de buenos representantes populares, más bien salieron del establishment, del mundo del espectáculo, de los deportes, que las más de las veces no tienen el más mínimo conocimiento de las necesidades de sus potenciales votantes y menos de como de cómo resolverlas, no porque su profesión per se no entiendan de política. Los partidos lo que buscan es tener una figura que les garanticen una cierta ventaja mediática frente a sus oponentes.
El resultado, pobres actos de proselitismo, sin propuestas, sin compromisos serios, sin nada que ofertar a la ciudadanía, predomina el cochupo, el utilitario, la gorra, la playera. Sobre todo, predomina el discurso mediático y engañoso, la denostación, el discurso ofensivo recurriendo a los lugares comunes (la mafia del poder, la corrupción, el PRIAN, el conservadurismo, los otros datos, fifí). Aquí, en Baja California, por ejemplo, el debate fue un pobre espectáculo, falto de sustancia y contenido, sin propuestas, sólo denostación y lugares comunes como la esperanza de México, la mafia del poder, la corrupción (la que por cierto en la 4T va en aumento), pero cero propuestas y compromisos.
El país, nuestro querido México, se está hundiendo y la saliva presidencial no para con sus otros datos, el PIB está en sus peores números en muchos años; el sistema de salud está desmantelado y dejado desprotegida a la población más vulnerable; no hay obra de infraestructura social; los apoyos asistenciales están limitados y sujetos a las necesidades electorales del inquilino del palacio nacional; el covi19 sigue dejando muertes y más muertes sin el menor empacho gubernamental; la inseguridad de género campea por sus fueros; los accidentes mortales de las obras hechas por los actuales protagonistas de la 4T y que pone en duda las obras capricho presidencial, como el aeropuerto Santa Lucía, la refinería dos bocas y el tren maya; la educación ya lleva muchos años con malísimos resultados, al grado de llegar al último lugar de los países integrantes de la OCDE; así nos podríamos ir en un recuento interminable cual plañidera egipcia.
De eso no se trata. Lo que tenemos que hacer en esta elección es pensar bien a quien le vamos a dar nuestro voto, echando por delante el interés común, la solución de los males que nos aquejan como sociedad y las necesidades de los vecinos de nuestras comunidades. Pensando que la construcción de una patria más justa y equitativa es urgente y lo podemos hacer eligiendo alcaldes que atiendan las necesidades de nuestros municipios o demarcaciones, no aquellos que están empinados a los designios presidenciales sin inmutarse ante los descalabros de sus ciudadanos, como la desgracia del metro línea 12, por ejemplo.
Votar para tener buenos congresos, tanto federales como locales, que ahonden y contribuyan en la construcción de un mejor país, que dejen de discutir trivialidades como si se pone sal en la mesa de los restaurantes o si ya no se dan bolsa o si ya no se deben de ocupar popotes. Que discutan leyes que fortalezcan el federalismo y la independencia de los poderes y sus órganos reguladores y no estén a la orden del mandón de Palacio Nacional en turno y que en el actual gobierno federal ha llegado a un nivel de sometimiento nunca antes visto, de manera descarada y vil con tal de cumplir caprichos personales, sin importarle la vida de los mexicanos, como ocurre con los muertos por el covi-19 o los inundados en Tabasco, por cierto y en voz presidencial: los más pobres.
Esa oportunidad la tenemos este seis de junio a lo largo y ancho de todo el país, Baja California no es la excepción. No nos debe importar si es modelo o fiel y obediente servidumbre del Palacio Nacional, lo que interesa son la experiencia y compromiso con México y sus ciudadanos. Que no se nos olvide que aquí, en tierras bajaclifornianas, empieza la tierra que nos vio nacer, que hoy nos reclama que acudamos a rescatarla del oscurantismo y el atraso al que le quiere llevar la fracasada esperanza de México, que más bien resulto la desgracia de nuestro país. A votar responsablemente, después será muy tarde.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario