Hasta hace diez años, la oratoria no era considerada en los centros educativos como una herramienta fundamental de expresión. Su importancia en la formación radica en enseñar a hablar correctamente, debatir, dialogar y negociar, habilidades que pueden resultar decisivas para el futuro.
Una buena oratoria no sólo fortalece la autoestima y la seguridad, sino que también permite liderar y movilizar a la sociedad en defensa de sus derechos.
Quienes tienen la oportunidad de compartir conversaciones con adultos, ya sea en el hogar o en la escuela, suelen desarrollar mayor facilidad para expresarse. Actualmente, la oratoria es clave en la etapa escolar, pues ayuda a vencer la timidez y el pánico escénico.
Además, la habilidad para hablar en público permite persuadir y comunicarse con claridad, combinando el lenguaje verbal y corporal en la defensa de ideas sobre temas de interés social.
También favorece una correcta vocalización, eleva el nivel académico y cultural, fortalece la seguridad y la autoestima, y mejora la capacidad de expresión.
La oratoria busca captar la atención del público, y este es precisamente el aspecto que los oradores deben reforzar al transmitir su mensaje. Debe existir una sinergia entre el público y el orador, y, una vez obtenida la atención, se debe desarrollar el tema con profundidad y dominio.
Es fundamental que los alumnos practiquen este arte para reforzar su confianza. La oratoria se clasifica en individual y grupal: en la primera, se emplea la palabra sin intervención de terceros, mientras que en la segunda es necesaria la participación de dos, tres o más personas, abordando distintos temas.
Su relevancia es tal que, en la antigua Grecia, era considerada un instrumento esencial para el ejercicio político.
En la actualidad, es urgente involucrar a niños y jóvenes en esta actividad, con el propósito de que conozcan los temas de interés social, los analicen y los transmitan con claridad.
A través de la oratoria, pueden descubrir su capacidad de liderazgo y alentar a la población más humilde a alzar la voz en demanda de mejores condiciones de vida.
Este es precisamente el valor que la formación en oratoria tiene para el desarrollo presente y futuro de los alumnos: una buena oratoria genera confianza en los oyentes e incrementa la capacidad negociadora de los oradores, quienes pueden abordar con solvencia los problemas que hoy tienen en jaque a la sociedad.
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