“Un niño o una niña con necesidades educativas especiales es aquel que, en comparación con sus compañeros de grupo, tiene dificultades para el aprendizaje de los contenidos establecidos en el currículo, por lo cual requiere que se incorporen a su proceso educativo mayores recursos y/o recursos diferentes para que logre los fines y objetivos educativos”. (Marco de Acción, 1994).
La educación especial se hizo notar en 1915 cuando se creó la primera escuela para atender a niños con deficiencia mental, años más tarde se enfocó en niños con diferentes discapacidades.
Instituciones como la UNAM, la Escuela de Orientación para Varones y Niñas y la Oficina de Coordinación de la Educación Especial, fueron las que brindaron la atención a niños en edades de preescolar y primaria, enfocándose en cuatro áreas: la deficiencia mental, trastornos neuromotores, audición y visión.
A través del tiempo se fue creando una reorientación dentro de la sociedad, en la cual, se reconocía la integración social, el derecho de educación para todos y que, sin importar las ventajas o desventajas que presentaran los niños, existieran apoyos distintos o recursos especiales para cubrir las necesidades educativas específicas de cada niño.
Lamentablemente, en México, no contamos con las condiciones educativas y con las herramientas necesarias para brindar servicios educativos especiales, la falta de interés en el tema nos ha llevado a las autoridades educativas a integrar a la población con necesidades educativas especiales en escuelas ordinarias, a pesar de que esto repercute gravemente en el desarrollo escolar de los niños y jóvenes que tienen dificultades para el aprendizaje.
Para lograr este importante paso en la educación, el personal docente requiere de apoyo para atender a los alumnos adecuadamente y darle prioridad al diseño de estrategias para que los alumnos logren aprender, integrándolos dentro del aula y atendiéndolos al mismo tiempo que a los demás miembros del grupo.
Así, la forma de evaluar de las escuelas cambiaría. Esto debido a que la SEP y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en 1997, fueron convocados para establecer, en conclusión, que las boletas serían generales y no específicas para la educación especial, que tengan libros de textos gratuitos, que se tengan materiales de apoyo: programas, avances programáticos, formatos estadísticos para recopilar información relacionada con los alumnos con discapacidad. También que los servicios de educación especial lleguen a poblaciones y comunidades en condiciones de rezago social y que las escuelas cuenten con un programa escolar fomentando la atención hacia los alumnos de necesidades educativas especiales.
En lo personal, me encuentro realizando prácticas de mi licenciatura en una primaria en la ciudad de Xalapa, en la cual he tenido la oportunidad de observar a los niños de todos grados. Y me ha llamado la atención un caso especial; a la institución asiste una alumna con discapacidad, ella cursa sexto grado. Y a pesar de que le cuesta comunicarse, es alegre, realiza las actividades con entusiasmo y con disciplina, sin embargo, muchos de sus compañeros no son conscientes de su discapacidad y a veces la discriminan.
Tanto los niños como los maestros no pueden evitar este tipo de situaciones, y no porque ellos no lo quieran, sino porque la educación en nuestro país no nos ha dado las herramientas teóricas necesarias para hacerlo.
A pesar de tener una escuela con infraestructura completa, no hay alguien con la capacidad de explicarle a los niños que no todos son capaces de hacer lo mismo y de educarlos para convivir sin importar las deficiencias que suelen tener algunos niños. Considero importante que todas las escuelas deben tener a un profesional que logre satisfacer las necesidades de todos los niños incluyendo a los que tienen alguna discapacidad. Lamentablemente el sistema educativo de nuestro país está lleno de deficiencias.
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