Hablar de la “democracia” en nuestro país siempre ha sido un tema atractivo, sobre todo en nuestros días, principalmente en tiempos de la supuesta “Cuarta Transformación” donde ésta es una de las palabras que más ha pronunciado el presidente Andrés Manuel López Obrador, según Eduardo Ruiz-Healy, articulista reconocido de El Economista.
Asimismo, Ruiz-Healy expone como el mismo López Obrador en una de sus mañaneras demagógicamente se refiere este concepto explicando que “en la democracia manda el pueblo, ‘demos’ es pueblo, ‘cratos’ es poder: es el poder del pueblo, el pueblo es el soberano, no los aparatos, las estructuras, el pueblo es el que decide, en la democracia es el que manda, se establece hasta el artículo 39 de la Constitución, el pueblo tiene el derecho de cambiar hasta la forma del gobierno, el pueblo es soberano”. Y esto es cierto, toda vez que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo, y que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste, como dicta el artículo 39 de nuestra Ley Suprema.
No obstante, convenientemente a López Obrador se le olvidó mencionar que más adelante la Constitución dice que el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión y por los estados y la Ciudad de México, como refiere en su artículo 41; es decir, que el pueblo no manda directamente mediante votaciones a mano alzada llevadas a cabo en las plazas públicas, ni mediante encuestas artificiosas y de dudosa calidad científica, que son los supuestos métodos democráticos que pretende impulsar López Obrador y Morena para justificar sus decisiones protegiendo intereses de grupo y particulares.
Como ya dijimos, la misma Constitución establece la instrumentación de la democracia mediante los Poderes de la Unión (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), de los estados y de la Ciudad de México, así como de órganos constitucionales autónomos como el INE, el INAI, el Inegi, el Coneval, entre otros; estos “aparatos” y “estructuras” que se han consolidado con el esfuerzo y la lucha de miles de mexicanos comprometidos, que han sido creadas por iniciativa de legisladores federales y locales, presidentes y gobernadores con el fin de que exista un gobierno organizado y funcional que permita cumplir la voluntad del pueblo mexicano, y que para López Obrador carecen de importancia.
En este sentido, pareciese ser, a partir de las palabras mismas de López Obrador, que el único poder que México necesita para ser la república que define la Constitución es el Ejecutivo, encabezado por él mismo, ya que él y sólo él es capaz de defender y promover su idea muy particular y limitada de la democracia.
Cabe resalar que la democracia se convirtió en uno de los temas por excelencia de la segunda mitad del siglo pasado y de los años que llevamos de este, por sus implicaciones, por su propia definición y porque representa la forma de gobierno que podría resolver muchos de los problemas actuales en lo social, lo comunicacional, lo político y lo económico. Lo anterior, toda vez que cuando una sociedad tiene una forma de gobierno democrática, la comunicación de los asuntos públicos es común, los problemas colectivos se hacen comunes, los gobiernos que dirigen el estado buscan el bienestar colectivo y se depende de la libertad y seguridad de las garantías individuales para que los ciudadanos puedan elegir a sus representantes, esto desde una perspectiva teórica, ya en terreno de lo práctico a veces es diferente.
Tomando en cuenta estas referencias, unas de las principales características de la democracia participativa es que los gobiernos electos son simples representaciones que se reflejan especialmente en el orden ejecutivo, en las presidencias, gobernaciones y alcaldías, y a nivel legislativo, en congresos, cámaras o asambleas. Otra característica de la democracia representativa es la existencia de los partidos políticos conformadas por ciudadanos que representan intereses e ideologías de sectores específicos de la población. Los partidos políticos son organizaciones legales y, por lo tanto, sus candidatos adquieren beneficios propios de organizaciones formales y regalías legales frente a candidatos independientes, por ejemplo.
Como toda democracia, se caracteriza por sus valores democráticos, por garantizar derechos y bienestar ciudadana y regirse por principios constitucionales y modelos democráticos, aspectos que actualmente en los sistemas políticos en nuestro país son dudosos y ponen en duda su funcionamiento como tal democracia. Tomando en cuenta que la confianza ciudadana es un elemento esencial para tener una democracia estable y de calidad, distintas encuestas ponen de manifiesto la confianza en las instituciones.
Esta confianza social se asocia con la participación social y al involucramiento de los ciudadanos en los temas de interés de su comunidad, la confianza se convierte en un factor que favorece a que los individuos se impliquen en asuntos cívicos y apoyen al desarrollo de instituciones sociales y políticas. Por lo cual, la confianza se asienta en un pilar para los procesos políticos y el sistema democrático de una nación.
Según algunas investigaciones en México la democracia es la forma de gobierno que tiene el respaldo más amplio por la ciudadanía, aunque es menor ese apoyo si se compara con el promedio en América Latina. En una encuesta aplicada los participantes contestaron que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno en un 48 por ciento, el promedio en Latinoamérica es 57 por ciento; asimismo, el 15 por ciento considera que en algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático y, el 31 por ciento dice que, a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático, lo que contrasta con casi 19 por ciento del promedio en América Latina.
La confianza que los ciudadanos tienen a las instituciones es importante en un sistema político democrático, suele asociarse este hecho a la legitimidad y al desempeño de la democracia; así como al respaldo en general que se expresa a este sistema. Asimismo, la falta de confianza a las instituciones públicas, privadas y a la clase política está exigiendo cambios radicales en la impartición de la democracia. Esos cambios sin duda tienen que tomar en cuenta el mejorar las condiciones de las mayorías que nombran representantes para dirigir puestos de representación popular en alguna institución pública de gobierno.
El reto que representa promover la confianza en México requiere la participación de múltiples actores, donde la cooperación de distintas instituciones y sobre todo de grupos sociales donde se haya representado la mayoría de la población en defensa de sus legítimos derechos. Las instituciones no sólo tienen que elevar su desempeño y garantizar el ejercicio de los derechos para la autogestión de los ciudadanos, también es necesario desplegar políticas y acciones específicas que permitan desarrollar estrategias de información y formación para la acción colectiva en los asuntos públicos; fomentar e impulsar la constitución de redes sociales; así como desplegar una labor de fomento de una cultura cívica en el país con la participación activa las clases trabajadoras. Educar a los ciudadanos acerca de la democracia en la que viven, significa que los educadores están otorgándoles algunas herramientas para analizar sus circunstancias. En algunos casos, esto puede provocar muchas críticas en relación al gobierno, a los poderes que detenta, a la forma en que funciona y sobre sí está o no cumpliendo con las promesas que hizo en tiempo de elecciones. Los educadores tendrán que prepararse para manejar las críticas de una forma constructiva para que los ciudadanos puedan aprender a manejar sus criticas de una forma democrática y pacífica donde resulte en consecuencia un cambio radical con la participación de las clase trabajadora y víctima de la manipulación gubernamental actual.
Éstas son a mi consideración las formas más correctas de brindar la nueva confianza ante el descontento social por la democracia participativa y no utilizar estos términos para hacer consultas populares a nombre de la democracia y así poder ganar prestigio u ocupar el pretexto para una distracción ante los males que aquejan nuestro país con el Gobierno morenista actual como lo son las crisis sanitaria , económica y política que actualmente va dejando sin cobijo a quienes son los principales generadores de la riqueza material y espiritual de nuestra patria, de no tomar en cuenta estas consideraciones los cambios obligados que exige el curso de la historia resultaran devastadores para todos.
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