-¿Qué eso de que tengamos que ir a un mitin a exigir obras y servicios? Eso le toca al Gobierno. Expresaba Don Altamirano.
Prosiguió.
-A nosotros nunca nos toca nada, así ha sido siempre, no tiene sentido hacer nada.. Nos invitan a querer cambiar nuestra situación, pero la gente no quiere, así somos acá.
Una señora de edad avanzada (un año más que don Altamirano), meneando la cabeza hacia los lados desaprobaba el desahogar de su compañero. Cuando éste terminó de hablar le dijo:
-Pero, alguien tiene que hacer algo por eso estamos acá. He visto como se ha apoyado a la gente, sabemos que el gobierno no hará nada, por eso hay que exigir.
-¡Pero doña! No ve que la gente es mal agradecida de por sí, yo también he visto que se les apoya, uno ha dado todo por ellos, pero después traicionan a uno. A eso agrégale que empiezan a inventar un buen de cosas de nosotros, son unos oportunistas nomás.
-Por ejemplo, la otra vez, estaba haciendo un jalecito con unos que antes venían acá, que por cierto a ellos se les dio vivienda cuando no tenían nada, les dije ya me tengo que ir porque llego tarde a mi junta. Uno de ellos me pregunto ¿junta de qué? Les dije: ¡pues la de Antorcha! Ustedes ya saben no se hagan. Me contestó con otra pregunta el güey: ¿Pero qué van a dar? Usted cree doña que cuando le dije que debemos de hacer unión den o no den nada, el cabrón me dijo: "sabe don Altamirano, ahorita tenemos que hacer otras cosas, cuando den algo me dice".
Otra señora con aires más frescos y mirada inteligente, observaba el discutir de las personas señaladas, ella quieta en su silla al ver que hubo un momento de silencio, se atrevió a responder.
-Yo creo que, don Altamirano hoy despertó muy positivo.
Las risas no tardaron en esperar.
-Si me permiten, sabemos qué gentes vienen y van, nosotros nos hemos quedado porqué creemos en lo que nos ha dicho Antorcha. He cierto que hay algunos que después de que se les brinda ayuda, terminan por traicionarnos y decirnos los calificativos que conocemos de sobra y agregándole algo de su cosecha. Esa gente ruin y cobarde, no tiene porqué ser motivo de echar todo abajo.
-¡Así es! Interrumpió la señora de edad avanzada y continuó.
-Esa gente mezquina siempre habrá. Esa doña Jacinta que decía que era muy de acá, aprovechó que llegó un funcionario pesado para tirar pestes de nosotros y ganarse un buen puesto. Ahora pasa la condenada y ni saluda.
-Ora doña, ¿es en serio? Cuestionó una cuarta señora, que por lo regular presumía conocer a todos, no había detalle que no se le pasará. Con su memoria prodigiosa y actitud imperativa, no pudo guardar más silencio al ver que habían ingresado al campo que más manejaba.
-¿Es aquella que cuando nos proponíamos alguna actividad y al no cumplirla, se daba golpes de pecho?
En coro y con gran afinación, todos respondieron un "sí" muy, pero muy alargado.
Siguió. -¿Aquella que entre llanto y soberbia siempre manifestaba que hacía siempre lo que podía, para que no le dijeran nada? ¿Y la que después al conseguir ayuda por otro lado, porque ya no nos alcanzaba para la ayuda, dijo sentirse arrepentida?
Sí, dijeron todos.
-¿Aquella que cuando pedimos cooperación para ayudar a doña Lola, se negó rotundamente?
-¡Que sí! Respondió el coro.
En eso, interrumpió otra vez don Jacinto, con su actitud enojona de siempre. Que si hubiera alguien que no lo conociese, saldría corriendo en ese momento.
-¡Ustedes señoras como es su costumbre se salen del tema! Deberían decir, "vamos a ir al mitin" porque debemos decirle al gobierno que se deje de burlar de nosotros, que si nadie más se atreve hacerlo, aquí estamos nosotros.
Unas risas inocentes, de esas que alegran a uno, se escucharon por unos breves segundos, hasta que un hombre de esos que tienen una mirada fuerte y postura seria, de aquellos que no sabes si están molestos o atentos a lo que se comenta, hizo su entrada.
-Usted fue el primero que empezó con esto, el equivocado es usted. Todos nosotros estamos conscientes de que es necesario luchar contra la indiferencia gubernamental, pero como dijo mi compañera, hoy amaneció muy positivo.
A lo que respondió el acusado.
-No compa, yo también se donde estoy, namás estaba poniéndolos a prueba, quería ver que decían. Yo no soy tonto, conozco la historia popular y sé que los grandes cambios los hemos hecho los del pueblo.
La mujer inteligente cuestionó.
Y, ¿usted irá al mitin?
-¡Ah doña! Hasta la pregunta ofende, claro que iré. Repito, solo los estaba poniendo a prueba para comprobar que en donde estaba parado era el lugar correcto.
-¿Lo es?
-Obviamente, ¿los demás irán?
Cuando los del pueblo hablan, la actitud con la que toman las cosas es muy diferente, tal es así que a la pregunta de don Jacinto, cada uno de los presentes afirmaron su ida al Palacio de Gobierno, unos con la cabeza otros a viva voz. Creando un panorama hermoso que nadie sería capaz de manchar.
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