Las naciones líderes del capitalismo dominante, sus gobiernos y grupos locales de poder, han decidido y ejecutado con atingencia el total abandono de sus pueblos a su suerte en medio de la terrible crisis sanitaria, económica y social, provocada por la pandemia de covid-19 y se han apurado a echar a andar el aparato productivo para volver a crear riquezas y las correspondientes ganancias, para las cuales existe dicho aparato productivo, el cual NO puede funcionar, por sí hacía falta un corolario, sin el concurso de la fuerza de trabajo, que es su verdadera alma.
No es casualidad que precisamente esas naciones, adoradores del individualismo disfrazado de "libertad", en el que importa más el capricho y las trivialidades de las clases privilegiadas que la salud de la masa de consumidores o que la misma patria, se coloquen a la cima de muertes y contagios en el tablero de la pandemia mundial: Estados Unidos (EE.UU.) con Donald Trump, Brasil con el fascista Jair Bolsonaro y Reino Unido (RU) con el estridente y reaccionario Boris Johnson.Son precisamente los gobiernos de estas naciones los que están en los primeros lugares en la tabla mundial de contagios y muertes.El capitalismo imperialista está dejando morir a sus propios pueblos.
No es casualidad que esas naciones sean las que menos se empeñaron en contener la movilidad e impedir la propagación descontrolada del virus, las que menos invirtieron en mecanismos para que la población resistiera la contingencia, tardaron en tomar medidas o nunca las tomaron en serio; sus mandatarios se burlaban de la crisis sanitaria calificando a la pandemia de "gripita" negándose al uso de cubrebocas y empezaron a "preocuparse" cuando el virus tenía semanas contagiando a su población.Son también las naciones que, pese a todo, más se han apurado a empujar a sus masas a salir a trabajar y consumir, hacen uso de sus poderes para abrir la movilidad y reactivar sus aparatos productivos.
No es casualidad que sean los países que realizan menos pruebas de coronavirus por caso confirmado, ni es casual que Reino Unido presente de las más altas tasas de letalidad, que rebasa el 15 por ciento.No es casualidad que se encuentren entre los países con mayor número de muertes por cada 100 mil habitantes: RU con 68.5, EE.UU., con 44.4 y Brasil con 40.7.No es casualidad tampoco que los mandatarios de esos países hagan esfuerzos apasionados por culpar a otras naciones de la pandemia, o a sus propios ciudadanos por "irresponsables", o apelen a facultades milagrosas contra los contagios, como si las políticas públicas no fueran un asunto de estado, y el resultado de sus acciones como mandatarios.Todo eso es fruto de sus acciones de Gobierno, con el respaldo de sus correspondientes clases poderosas, las más urgidas por abrir sus fábricas y comercios, y es prueba de su desprecio por la vida de las clases humildes.
Tampoco es casualidad que las naciones que han renegado de la filosofía del individualismo y han optado por reorganizar sus sociedades de un modo diferente al capitalismo, que consideran más importante al conjunto social, a sus pueblos, sean las que con más eficiencia han combatido a la pandemia y las que más recursos de infraestructura, económicos y humanos han empleado para proteger a la gente: China, Rusia, Vietnam, Cuba, Corea del Norte, entre los cuales, se presentan historias que rompen los esquemas de egoísmo de las naciones del primer grupo, como la colaboración de China, Rusia y Cuba con equipo, medicamentos, insumos y/o personal sanitario a otras naciones; o la del "paciente 91" en Vietnam, piloto irlandés cuya atención médica y salvación no habría sucedido ni en su nación ni en ninguna otra, fue en Vietnam que tiene CERO casos fatales; o Corea del Norte con CERO contagios, aunque las naciones occidentales y sus aparatos mediáticos duden del dato y lo tilden de mentira de la "dictadura socialista".
También debemos destacar la eficiencia de los gobiernos de Corea del Sur, Uruguay, Paraguay, Noruega y Nueva Zelanda que controlaron la pandemia apartándose del egoísmo del capital y decidieron cuidar a sus pueblos, aunque eso representara un gasto público elevado y la pausa del aparato productivo, que ya se podría reactivar posteriormente: estricta contención de la movilidad, pruebas masivas, seguimiento y combate a las cadenas de contagio, constante comunicación de gobierno con sus ciudadanos, con información fidedigna que provocó la confianza y el consentimiento de la población a su gobierno y sus propuestas.
En vez de acercarse a este segundo grupo de naciones, México, con el demagogo y alucinado López Obrador a la cabeza, se une al club de la ignominia, con sus más de 42 mil muertos por covid-19, que lo colocan en el cuarto lugar mundial (una proyección con la tasa diaria de muertes nuevas actual en México y Reino Unido, dice que en 10 días alcanzaremos y rebasaremos a este para colocarnos en tercer lugar de muertes); con sus más de 378 mil contagios (según sus maquilladas y dudosas cifras) que lo ponen en sexto lugar mundial, pues acabamos de rebasar a Perú; con su tercer lugar en tasa de letalidad de más de 11 por ciento (la tasa mundial está decreciendo, en México tiene tendencia a crecer); con sus 33.8 muertes por cada 100 mil habitantes, que lo ponen en el lugar 13º; con su penúltimo lugar mundial en pruebas realizadas por caso confirmado y el último de la OCDE en pruebas totales por cada 100 mil habitantes.
¿Cómo iba a ser de otro modo? Si López Obrador, al igual que Trump, Bolsonaro y Boris, reaccionó cuando los mexicanos llevábamos semanas contagiándonos, minimizó la pandemia diciendo que "no pasa nada", nunca usó cubrebocas ni se lavaba las manos ni usaba gel antibacterial, "combatió" los contagios con estampitas religiosas y frases de merolico callejero, recortó los presupuestos destinados a salud e investigación, redujo el personal médico, eliminó el Seguro Popular, provocó el desabasto de medicamentos, dejó a los trabajadores del sector salud sin implementos para protegerse de los contagios y así los mandó al frente de combate causando la muerte injusta e innecesaria de miles de ellos, tardó meses en comprar equipo de protección y nunca compró lo suficiente.Es decir, nunca aplicó la contención en serio, al contrario, llamaba a salir a pasear, a dar abrazos y besos, y se apuró a abrir a la "nueva normalidad", siguiendo las órdenes de los empresarios (locales y gringos) cuando los contagios están en ascenso, provocando el incremento de estos y de las muertes (el 76 por ciento de muertes ocurrieron a partir de la apertura a la nueva normalidad).Advirtió a los mexicanos que se deben cuidar en casa, pues los hospitales no van a poder con tanto enfermo ni los hornos crematorios con tanto muerto, los abandonó a su suerte después de dejar en quiebra las finanzas públicas federales; no obstante, se gasta miles de millones en compra de estadios de Béisbol, y sus mega obras de campaña que bien podrían haber esperado para darle prioridad a la salud y la alimentación de su pueblo.Sus autoridades de Salud, al igual que él, han convertido sus informes en circos donde lo único que no hay es información fidedigna, todo mundo siente que él y el Subsecretario de Salud maquillan u ocultan datos, y la mayoría de la población ya no le cree a un gobierno confuso, deshonesto y bufón, haciendo imposible la acción conjunta Gobierno-ciudadanos, dudas que confirman los gobernadores de los Estados y Ayuntamientos (incluso los del mismo partido político del Presidente), quienes sostienen la falsedad de las cifras del Gobierno federal.
Esto es López Obrador y su hueca 4ª Transformación, él habla mucho del pueblo y que "primero los pobres", pero es aire caliente, aliento que se lleva el viento.Para ser un gobierno progresista no basta con pedir en su conferencia una canción de óscar Chávez (QEPD), quien por cierto murió, tal vez innecesariamente, de covid-19. Con sus palabras defiende a los pobres, con sus acciones ha llevado a México a la cima de la enfermedad y el abandono, sus hechos y resultados lo han colocado inevitablemente en el lugar que realmente le corresponde, al lado de los más egoístas, desalmados y criminales capitalistas, epítomes del imperio rapaz e inhumano, de la derecha más recalcitrante que ha sacrificado a sus pueblos ante el ídolo de la producción capitalista; el supuesto primer gobierno de izquierda en México se está colocando, solito, del lado del imperio.
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