MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

“El alba es invencible. Llegará”

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“Existe una ley para los grandes, que es no hacer nada, y otra para los insignificantes, que es no decir nada. El pobre no tiene más que un amigo, el silencio. Solo debe pronunciar un monosílabo: sí. Confesar y consentir es todo su derecho. Sí al juez y sí al rey” (Víctor Hugo). Así, como en la época medieval quieren los poderosos de hoy que nos sigamos comportando: ante el ultraje gubernamental, el silencio y la sumisión; ante la represión y la cárcel injusta, el silencio y la confesión.

Y como el Movimiento Antorchista en Hidalgo, apegado a las leyes y a los derechos que nos concede nuestra Constitución, ha hecho todo lo contrario: ha roto el silencio, levantado la voz reclamando atención y solución a las añejas y seculares necesidades de miles de campesinos, colonos, obreros, estudiantes, profesores y amas de casa; ha reclamado para los que sí hacen, para los que generan la riqueza nacional, la parte correspondiente en bienestar social. Además, hemos enseñado a campesinos y colonos a leer y escribir, a niños y jóvenes a declamar y bailar; hemos podido sembrar en miles de hidalguenses la solidaridad y así construir una organización de lucha y fraterna con los desposeídos de esta tierra. Así, ante los ojos de los poderosos, de los acostumbrados a no hacer y a la vez hacer mucho daño a la sociedad, somos, como organización, un verdadero “peligro”, que hay que combatir como a la peste.

Y en efecto, desde su nacimiento a Antorcha, se le ha combatido por todos los gobernantes de esta nación y por aquellos grupos caciquiles y de poder fáctico y, para ello, han echado mano de todos los medios posibles: desde la calumnia, las campañas negras y de linchamiento en los medios de comunicación, la represión física y administrativa, hasta el asesinato. 

Así que, nada nuevo estamos viendo en Hidalgo ante la ola represiva del gobierno que encabeza el señor gobernador Fayad; durante toda su administración, al parecer, uno de sus grandes empeños, ha sido destruir a Antorcha y no ha escatimado ni recursos ni medios para lograrlo: ha negado la solución aun a la más mínima demanda que le hemos planteado los antorchistas, obviamente, violando el señor gobernador el derecho de los agremiados en Antorcha y toda ley; ha usado la fuerza pública para evitar cuanto evento de protesta que ponga en evidencia su línea derechista para gobernar; ha intentado amedrentar y comprar consciencias, ha golpeado y encarcelado a cientos de hidalguenses, ha ocasionado la muerte de antorchistas y de no antorchistas que también le han reclamado atención y solución, es decir, prácticamente ha hecho de todo. 

De tal forma que, el injusto e ilegal encarcelamiento del activista Domingo Ortega Butrón no es ni casualidad ni sorprende a nadie; es una más de las medidas represivas del gobernador que, a unos días de que termine su administración, quizás quiera demostrar que algo logró contra Antorcha (se olvida que Antorcha somos miles de hidalguenses y de mexicanos, que Antorcha no tiene un solo nombre, sino millones de nombres), o bien en su afán (no sé si vano afán) por quedar bien con el poder central o de ayudarle a éste, también en su negro propósito de combatir a Antorcha o simplemente de quererle entregar a López Obrador la cabeza de líderes antorchistas, en vista de que el propio presidente, a pesar también de la embestida contra el Movimiento Antorchista y sus líderes, no ha podido demostrar ninguna de sus calumnias y mentiras y, por lo tanto, no ha logrado encarcelarnos; así, Fayad intenta hacerle o ayudarle en el trabajo sucio, quizás pensando que de esta manera él mismo salva su pellejo y no se le investigará y mucho menos se le perseguirá si las cuentas no le cuadran.

Y triste e ignominioso papel juegan en esta criminal embestida el todavía secretario de Movilidad y Transporte, José Luis Guevara, al prestarse a “poner”, como llaman en la jerga delincuencial, a Domingo Ortega, para que fuera aprehendido, cuando él sabe que no hay delito que perseguir; y, obviamente, el actuar de la jueza que tuvo en sus manos el caso, quien simplemente obedeció las órdenes del ejecutivo, atropellando toda legalidad e independencia del poder judicial. Nada de esto sorprende, sabemos que en México, todos los funcionarios y poderes están al servicio del poder mayor y del capital. Fayad se irá dejando como legado rehenes políticos y un pueblo que empieza a cobrar consciencia sobre el poder del Estado que representa a los dueños de ese capital, y también un pueblo que lo desprecia como gobernante y como persona, salvo su séquito de incondicionales.     

Lo que quizás no conocen o menosprecian los poderosos es que también con las agresiones y represiones el pueblo despierta y se aglutina y va cobrando consciencia de que solamente la unidad y la fuerza de un pueblo consciente lo salvará de tanta ignominia e injusticia y que el día sobreviene a la noche. Que el alba es invencible. Llegará.       

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