La situación de los campesinos en México es compleja y multifacética, influenciada por factores históricos, económicos, políticos y sociales. A continuación, presento algunos aspectos clave que caracterizan la realidad de los campesinos en el país.
La Revolución mexicana (1910-1920) tuvo como uno de sus principales objetivos la redistribución de la tierra. Esto llevó a la creación del ejido, un sistema de tierras comunales que buscaba beneficiar a los campesinos.
La apertura comercial, especialmente con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ha expuesto a los campesinos mexicanos a la competencia con productos agrícolas subsidiados de Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, en las décadas posteriores, muchos ejidos enfrentaron problemas de productividad y falta de apoyo gubernamental. Muchos campesinos en México viven en condiciones de pobreza, con acceso limitado a servicios básicos como educación, salud y vivienda.
La desigualdad en la distribución de la tierra persiste, con grandes extensiones en manos de unos pocos, mientras que muchos campesinos tienen parcelas pequeñas y poco productivas. Por lo tanto, eso hace difícil seguir en el campo.
La falta de oportunidades económicas en el campo ha llevado a una migración masiva hacia las ciudades y hacia Estados Unidos. Este fenómeno ha resultado en el envejecimiento de la población rural, ya que los jóvenes tienden a abandonar el campo en busca de mejores oportunidades de vida.
Los campesinos en México son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, como sequías, inundaciones y cambios en los patrones de lluvia. Estos fenómenos afectan directamente la productividad agrícola y la seguridad alimentaria.
Los campesinos empobrecidos o “sin tierra”, que no podían vivir más en el campo, migraban a la ciudad, en donde lograban encontrar trabajo, alimentando los barrios marginales de las periferias de las metrópolis o hacia Estados Unidos.
Las personas que vivían en el campo y que no eran productores agropecuarios trabajaban como peones o en pequeñas manufacturas locales vinculadas al sector primario, así como en las pequeñas urbes cercanas. No se tenían datos suficientes para cuantificar esta situación de manera precisa, pero podemos suponer que esta visión era cercana a la realidad.
El primer dato disponible a nivel de hogar nos indica que, en 1963, 72 % de las familias rurales eran familias campesinas (Banco de México, 1966).
A lo largo de los años, las políticas agrícolas en México han sido criticadas por no beneficiar adecuadamente a los pequeños productores. Programas como “Procampo” y “Sembrando Vida” han intentado apoyar a los campesinos, pero su impacto ha sido limitado y, en algunos casos, controvertido, porque no se ha visto la mejora en el campo con esos programas.
La apertura comercial, especialmente con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, ahora T-MEC), ha expuesto a los campesinos mexicanos a la competencia con productos agrícolas subsidiados de Estados Unidos y Canadá.
Esto ha dificultado la viabilidad económica de muchos pequeños productores. Por lo tanto, no pueden competir con los grandes terratenientes, que además sí son apoyados por sus gobiernos con créditos, no como los nuestros.
Otro dato importante: a Sader 2025 se le autorizaron 73 mil 616.7 millones de pesos; 4.7 % menos que el año pasado. Esto quiere decir que cada vez hay menos apoyos.
Sin embargo, la fragmentación y la falta de unidad en los movimientos campesinos han limitado su capacidad para lograr cambios significativos. Para mejorar la situación de los campesinos en México, se necesitan políticas integrales que incluyan acceso a créditos, tecnología, capacitación y mercados justos.
Además, es crucial abordar los desafíos ambientales y promover prácticas agrícolas sostenibles.
Así está la situación nacional, pero en el estado de Durango no estamos exentos de esto, ya que dependemos mucho de diversos factores como el clima, la economía y las políticas implementadas por el gobierno.
Durango es conocido por su producción de maíz y frijol, pero también los campesinos duranguenses están en la misma situación, sin apoyo gubernamental. Los productores cada vez enfrentan más desafíos para poder acceder a los mercados y obtener precios justos por los productos.
Esas actividades contribuyen significativamente a la economía local y nacional, y son parte importante de la identidad y cultura de Durango.
Pero para lograr todo esto se necesita que todos los campesinos de este país se organicen y tomen el control político para así poder implementar una mejora en el campo mexicano, porque si seguimos como hasta el día de hoy, va a seguir igual o hasta peor. No sólo eso, sino que cada vez se concentran las tierras en pocas manos.
Este gobierno no está para ayudar a los pobres en general, menos aún al pobre del campo.
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