Es conocido por todos, ya que los medios de comunicación lo difundieron ampliamente durante la campaña presidencial y lo siguen difundiendo, que uno de los ejes centrales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que influyó en la mentalidad de los votantes seguramente, es que él iba acabar con la corrupción.
Con ese discurso se ganó muchos adeptos y también lo ha mantenido en los primeros lugares de popularidad durante todo su mandato. Pese a que se ha escrito y hablado mucho sobre el combate a la corrupción, nada trascendente ha ocurrido, este mal sigue campeando por todos los rincones incluso, hace unos días, ocupamos el nada honroso lugar como el país más corrupto de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y de los peores del G20, según el Índice de Percepción de la Corrupción 2022.
De acuerdo con estos estudios, México retrocedió dos puestos, así lo dio a conocer la Organización Trasparencia Internacional, al caer del sitio 124 al 126 de 180 países evaluados, lo que implica una peor posición, con ello, podemos darnos rápidamente cuenta que lejos de alejarnos de ese flagelo nos hundimos más.
En América Latina, estamos peor calificados que Uruguay (4), Chile (67) y Costa Rica (54), que son los únicos países de la región que superan esta prueba, pero por si faltará más estamos peor evaluados que Cuba (45), cuestión que no nos debiera sorprender, pues si vemos esta Isla nos supera en educación, salud y práctica del deporte por mucho, tampoco superamos a Colombia (39), Argentina y Brasil (38), Ecuador, Panamá y Perú (36).
Estos datos recientes, que se obtienen a través de las opiniones de especialistas, analistas de riesgos financieros, mujeres y hombres de la academia y los negocios de 180 naciones evaluadas, nos dicen claramente que el tan sonado combate a la corrupción, por parte del gobierno de López Obrador, ha sido un total fracaso.
Si recordamos los casos emblemáticos de ese combate a la corrupción, de los que tanto nos ha presumido el presidente, como el tema de los sobornos de la brasileña Odebrecht, lo de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y el esquema de corrupción conocido como la “Estafa Maestra” del sexenio anterior (2012-2018), lo de los presidentes, que hasta al pueblo se le consultó, sólo ha quedado en el discurso o lo que es peor, sólo le han servido al presidente para seguir haciendo campaña, para desprestigiar a sus enemigos o callarlos, porque nunca hemos visto sentencias firmes.
Por sus frutos los conoceréis, reza la Biblia, y en este caso, jamás se ha hablado de que los activos desviados por los anteriores presidentes y diferentes funcionarios de alto nivel se hayan recuperado a favor de todos los mexicanos; en cambio, sí se habla de que aquel instituto creado a propósito por el presidente para devolverle al pueblo lo robado terminó desacreditado porque había tanta corrupción como en cualquier otro del gobierno.
Los datos anteriores los dan especialistas, pero había que ir con la gente sencilla que produce la riqueza de está patria para preguntarle si ha visto ese combate de la corrupción en los hechos y seguramente nos dirá que no. Y entonces, podemos concluir que todo ha sido simulación y farsa. Su combate se ha centrado en la persecución de los corruptos del pasado, aunque no se les castigue, y lo que es peor, se sigue mintiendo porque la corrupción sigue y hasta se encubre y protege abiertamente a los ladrones actuales con lo cual se presenta el problema como el cuento de nunca acabar, en fin, el combate a la corrupción no existe a pesar de que el presidente lo presuma.
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