Todo el mundo habla de ese peligro. En las redes sociales, la etiqueta “Tercera Guerra Mundial” es tendencia global, y el verdadero riesgo de que la humanidad entre en semejante conflicto, que podría fácilmente convertirse en una conflagración nuclear, es objeto de interpretaciones y comentarios de todo tipo. Estas van desde teorías conspirativas y fantasías supersticiosas hasta ensayos serios y responsables.
El tema es amplio y no sorprende que se haya viralizado, generando comentarios generales casi siempre carentes de una comprensión profunda o información confiable. La escasez de datos certeros, rodeados de especulaciones, no impide su popularización, pero sí dificulta entender lo importante del asunto.
Los buitres del capitalismo global ven en la guerra uno de sus negocios más lucrativos, y en la actual crisis del capitalismo e imperialismo, promover conflictos es una necesidad para ellos.
Este espacio no permite abordar el tema en su totalidad. Sin embargo, considero urgente compartir con mis compañeros antorchistas, quienes son obreros, campesinos, amas de casa, estudiantes humildes y personas de la tercera edad, algunas ideas que puedan servirles para comprender la esencia de esta problemática.
El peligro es real. Los buitres del capitalismo global ven en la guerra uno de sus negocios más lucrativos, y en la actual crisis del capitalismo e imperialismo, promover conflictos es una necesidad para ellos.
A los poderosos negociantes de armas no les importa la muerte de inocentes ni las verdaderas causas de las guerras; disfrazan sus intereses económicos bajo conceptos como “democracia” y “mundo libre”, mientras acusan a sus objetivos de “atentar contra la libertad” o de poseer “armas de destrucción masiva”.
El conflicto en Ucrania, que escaló con la intervención rusa en 2022, tiene raíces en 1991, cuando la OTAN rompió el acuerdo de no avanzar hacia el este tras la unificación alemana. Este avance culminó en la intervención estadounidense en el golpe de estado ucraniano de 2014, apoyando a grupos neonazis que promovieron racismo, persecuciones y la instalación de infraestructura militar que amenazaba directamente a Rusia.
Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han escalado la situación hasta poner al mundo al borde de una Tercera Guerra Mundial. A pesar de los esfuerzos de Rusia por evitar el conflicto y garantizar su seguridad, el “occidente colectivo” ha provocado esta crisis.
Rusia no busca la guerra ni tiene pretensiones imperialistas; simplemente ha respondido a una amenaza existencial. El verdadero peligro lo representan los Estados Unidos y sus aliados, cuya única preocupación es lucrar con la guerra, sin importar las consecuencias.
¿Cómo evitar esta tragedia? Esa discusión quedará para otra ocasión, pero anticipo que la única fuerza capaz de detener a los guerreristas es el pueblo. Los trabajadores de cada nación deben unirse y organizarse para frenar a sus líderes imperialistas y salvar a la humanidad.
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