Pigmalión, rey de Chipre, deseó durante muchos años a una mujer pura con la cual casarse, viendo que ninguna satisfacía sus deseos, comenzó una búsqueda intensa, exhaustiva que, lo agotó sobremanera. Así pues, angustiado, decidió crearla él mismo, pero con una condición: debía ser la mujer (la escultura) perfecta. Así se enamoró de Galatea, una estatua de marfil bellísima y de rasgos perfectos, pero, como dijera Balzac en "La piel de zapa", Pigmalión “en aquel momento no ambicionaba su cuerpo; anhelaba un alma, una vida, esa dicha ideal y completa, hermoso ensueño que se prolonga poco”. Fue así como, Afrodita, la diosa del amor, se compadeció de los ruegos del autor y dio vida propia, así como el milagro de la fertilidad a Galatea.
Bueno pues, es inevitable pensar que, algo parecido ocurre hoy en México. La administración lopezobradorista que comenzó el 1 de diciembre de 2018, ha traído consigo una serie de calamidades para todos los mexicanos, pero, en especial para las clases populares, los más pobres. Dicha administración ha sido acompañada por una punzante ironía que viene levantando una cólera de dimensiones incalculables y que, se esparce por todo el país y en todos los frentes de existencia.
Y es que, nuestro nuevo Pigmalión encumbrado en la presidencia, ha creado la 4T, ha ideado este “plan de nación” en donde la única figura relevante es él, lo único trascendente es lo que él haga y, el único juez capaz de infundir vida a su creación, cual Frankenstein o Pinocho, es él. De la misma manera que la educación oficial solo toma en cuenta a las grandes celebridades de la Historia de México, nuestro Pigmalión cuatroteísta pretende ser feliz con su hechura (y se encuentra plenamente enamorado de ella), pero, olvida una cuestión importantísima: el pueblo, avispado y consciente que lo observa y lo juzgará.
Usted, lector atento, eche la vista a su alrededor y encontrará que se avecina un año terriblemente cruel para los de abajo. Basta contemplar el inicio de 2023: fuga de reos en Cereso No. 3 de Ciudad Juárez, Chihuahua, noticia que nos despertó este 1 de enero. A renglón seguido y como si acudiéramos al televisor para entretenernos con una serie de Netflix, el jueves 5 de enero se registró un enfrentamiento feroz, como si de una guerra entre dos países beligerantes se tratara, grupos criminales que buscaban evitar fuera apresado Ovidio Guzmán, hijo del famoso narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán, chocaron con las fuerzas del orden, Guardia Nacional, Ejercito mexicano y la policía local. Y, por si no fuera suficiente, este sábado 7 de enero; es decir, antes de concluida la primera semana, nos encontramos con que, mientras viajaba la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheimbaum, al estado de Morelos para realizar su acostumbrada violación a la ley con su campaña anticipada, dos trenes de la estación Potrero y la Raza en la Línea 3 del metro de la capital del país chocaron.
A ello nos referimos cuando decimos “punzante ironía que viene levantando una cólera de dimensiones incalculables”. ¡Qué forma de iniciar el año!
Estos eventos vienen a desviar la mirada un tanto cuanto, de la terrible inflación, del aumento de impuestos a bebidas y cigarros, del aumento de contagios de covid-19, de la falta de vacunación que persiste en menores principalmente, de la falta de medicamentos para los niños con cáncer, de la falta de obra pública, vivienda; es decir, de la terrible pobreza que aumenta como bola de nieve, acelerada e imparablemente, durante el régimen de nuestro Pigmalión cuatroteísta.
Por eso, aunque éste haya encontrado al amor de su vida, y como buen enamorado vea todo color de rosa, es nuestra obligación sacarlo de esta catarsis de ensueño, de esta pompa de bombón en la que se encuentra, para reclamarle que, cumpla con todo lo que prometió, que haga justicia social y saque a los mexicanos de la pobreza. Pero, como eso sabemos bien que no ocurrirá, debe el pueblo mexicano tomar esa responsabilidad en sus manos, organizarse como un ejército, pero no con armas de fuego, ni con bombas molotov, sino, como un pueblo consciente que, se decide a sacar del poder, por la vía democrática, a los románticos enamorados de banalidades que impiden el progreso de nuestra nación, pero esto es urgente, porque hoy, como dijera el poeta:
Todo parece arder, como una fortaleza tomada a sangre y fuego.
Huele el corazón del paisaje, el aire huele a pensamientos muertos,
los poetas tienen el seco olor de las estatuas -y todo arde lentamente-,
como en un ancho cementerio. Todo parece morir, agonizar,
todo parece polvo mil veces pisado.
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