Le atribuyen a Perón aquella frase que dice que “el pueblo nunca se equivoca”. De ahí se desprenden otras conclusiones como que el pueblo es sabio y que sabe elegir siempre lo mejor para él.
Hay otras frases muy románticas como que el pueblo no tiene la culpa de sus desgracias, que, en todo caso, siempre es responsabilidad de quienes lo dirigen. Hay los que afirman que el colectivo siempre tiene la razón, y algo de cierto hay en eso; pero, muchos lo expresan así con intención de adular a las multitudes.
Sin embargo, la historia, los hechos concretos demuestran que el pueblo sí se puede equivocar, que no todos los colectivos siempre tienen la razón y que las desgracias que en diversas épocas suceden no son completa y absoluta responsabilidad de sus dirigentes.
Uno de los ejemplos para ilustrar este argumento es la historia de Jesucristo cuando es llevado ante Poncio Pilatos. Al preguntar a la muchedumbre reunida a quién preferían dejar libre, la mayoría eligió a Barrabás, quien era un criminal reconocido, mientras que a Jesús le correspondió la sentencia de crucifixión.
Es verdad que la Segunda Guerra Mundial no fue un hecho subjetivo que ocurrió por la locura de Hitler, sino por condiciones económicas que hicieron que la guerra fuera inevitable, con él o sin él. Pero quizás la persecución a los judíos, homosexuales, gitanos o todo aquel que no era de la raza aria pudo haber sido menos intensa, menos terrible si no hubiera sido porque el pueblo lo colocó como el hombre más poderoso de Alemania.
México no es la excepción. El pueblo eligió a Andrés Manuel López Obrador como presidente. A la luz de los años transcurridos de su administración, hemos visto que la violencia ha aumentado y ya rebasa, en menos tiempo, a los resultados de anteriores presidentes, como a Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto. Nadie puede negar que ahí hay un error y consecuencias de las decisiones del gobierno actual. Durante todo el sexenio de Felipe Calderón se registraron 120 mil 463 homicidios; en cambio, López Obrador, a tres años y medio de su gobierno, ya contaba con 120 mil 499 asesinatos (dato del 28 abril 2022).
Y así podemos enumerar infinidad de problemas que se han agravado, y se agravan cada vez más, bajo el gobierno elegido por el pueblo, el de López Obrador, lo que demuestra que ese mismo pueblo se equivocó en elegirlo como presidente de este país, ya muy maltratado por constantes equivocaciones.
En Ixtapaluca, el Gobierno municipal morenista encabezado por Felipe Arvizu de la Luz, en más de cuatro meses de administración, no ha podido aplicar una sola acción innovadora o importante como para decir que, en efecto, el cambio que prometieron está a la vista.
Lejos de eso, todo se está deteriorando: hay masacres en las colonias, hay homicidios de los que no hay ni siquiera un solo detenido; no ha habido obras sociales: no ha arrancado el importante programa de “transporte universitario”, que tanto éxito tuvo la administración pasada porque ayudó a muchos jóvenes universitarios y así protegió a cientos de jóvenes, lo que demuestra la lentitud e incompetencia del gobierno de Felipe Arvizu para hacer funcionar un servicio tan básico.
El pueblo se equivocó, cambiamos espejos por oro, y aunque los románticos atribuyan la responsabilidad a los dirigentes, deben aceptar que tienen razón, pero solo parcialmente. Tampoco se busca encontrar culpables del desastre actual, pues el pueblo es conducido a una cadena de errores al ser manipulado por quienes poseen el poder político e ideológico. De lo que se trata es que tanto los dirigentes como el pueblo mismo aprendan de sus errores y corrijan.
El pueblo, en general, se equivoca por no ser un colectivo informado, consciente de la clase a la que pertenece y los intereses que mejor le sirven. Los colectivos poco informados, prejuiciados, manipulados, son incapaces de tomar un rumbo correcto.
Es verdad que los pueblos aprenden más de los errores, por la realidad no le enseña de manera apacible, sino violenta y agreste. Tampoco es verdad que escarmienten en cabeza ajena: todo el dolor que actualmente padecen los mexicanos, y también los habitantes de Ixtapaluca, pudo evitarse si el pueblo hubiera analizado y decidido mejor; pero, tal vez, esta catástrofe debió ser necesaria para ver claramente quiénes son sus enemigos.
Todavía son muchos los que tienen la esperanza que el gobierno actual mejore sus condiciones de vida. Pero, la mayoría ya nos damos cuenta del fracaso que es la cuarta transformación. Ahora solo necesitamos agruparnos y trabajar, educarnos para no volver a caer en los mismos errores.
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