Como lo expresó Miguel de Cervantes, hace más de cuatro siglos:
“Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío… Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia”.
Lo que hay que hacer es dar más sin decir que se ha dado, creando condiciones que permitan que cada persona tenga acceso a lo necesario para vivir dignamente.
Desde que apareció el excedente de producción, por ende la explotación de unos sobre otros, la lucha de clases como algo irreconciliable y la propiedad privada, hay seres humanos sobre la tierra; unos que tienen todo y otros nada, donde la inmensa mayoría no cuenta con las condiciones básicas que les permitan vivir; con servicios básicos, ingresos salariales justos, vivienda de calidad, educación, salud, transporte y una sana alimentación que les permita llevar una vida sencilla, decorosa y saludable.
En nuestro país más de 80 millones de personas viven en un rezago social vergonzoso y una minoría de élite vive en el lujo, la opulencia y el derroche. Esta desgracia de la desigualdad es provocada por la desigual distribución de la riqueza, tarea que les ha correspondido históricamente a los gobiernos que la han hecho muy mal, se han convertido en cómplices, serviles y defensores de los poderosos y han dejado a su suerte a los trabajadores.
Actualmente, el neoliberalismo, etapa superior de desarrollo del capitalismo, tiene en jaque a sus mismos gobiernos burgueses, los está ahorcando económicamente; en contraparte, hay un acaparamiento descarado de riqueza por los dueños del capital. Alto ahí, urge un reparto más equitativo de la riqueza, es justo que si todos producen que entre todos se reparta.
Esa es la gran tarea pendiente, aunque en el discurso los gobiernos digan que lo están haciendo. Un mundo de pobreza y rezago acecha a la sociedad actual. Urge una reforma fiscal en la estructura económica del país.
Es notable el rezago en la mayoría de las colonias, comunidades y ejidos, la carencia de servicios, infraestructura básica y mantenimiento de los mismos. Esto se observa y percibe en cada rincón del estado, falta mucho por hacer para garantizar a cada sonorense espacios dignos que permitan a la mayoría disfrutar de una mejor vida.
Las inversiones públicas en algunos rubros sociales son totalmente insuficientes en nuestro estado. El Proyecto de Presupuesto de Inversión para el ejercicio fiscal 2023 contempló un monto total de 2 mil 107.2 millones de pesos, para destinarse a la ejecución de 803 obras o acciones de infraestructura en los setenta y dos municipios del estado.
Sólo el 3.6 % del presupuesto anual aproximadamente se destina a este rubro, recurso insuficiente; aquí se reflejan la poca cantidad de recursos en comparación con los montos que se requieren para abatir en serio el rezago social. Urge implementar una nueva política fiscal más efectiva y distributiva, es la única salida para resolver este ahorcamiento económico que padecen las entidades federativas, donde pague más el que tiene y gana más, implementada de forma progresiva. Es una de las pocas alternativas que permitiría que los gobiernos tengan recursos y puedan disponer para gasto y obra social, ante los insuficientes recursos en las entidades, municipios y déficit del 5.8 % en las arcas federales.
Al final, mientras haya un gran sector de la población en precarias condiciones que no les permita vivir dignamente, habrá ciudadanos que se pongan al frente de esas carencias y acudan a tocar las puertas de las oficinas del Ejecutivo de forma organizada y pacífica, para solicitar que se contemplen y asignen recursos financieros para obra social básica de los municipios de Nogales, Pitiquito, Caborca, Carbó, Hermosillo, Guaymas, Empalme, San Ignacio, Etchojoa y Huatabampo, con ello abatir poco a poco el rezago histórico que viven esos municipios. Como dijo el poeta Andrés Eloy: Lo que hay que hacer es dar más sin decir que se ha dado, lo que hay que dar es un modo de no tener demasiado y un modo de que otros tengan su modo de tener algo. Eso se necesita que hagan los gobiernos que están en turno, no importando su filiación partidaria; al final, el rezago no tiene color ni partido político.
Esta gran y difícil tarea obligó a nacer a Antorcha, aquí vamos con cincuenta años de gestión, lucha y trabajo constante. No hemos acabado con ese monstruo social, pero nuestra aportación humilde de ser gobierno es digna y honrosa.
Por ello, acudiremos a solicitar a las autoridades estatales que contemplen las necesidades de los lugares donde vivimos y se les asignen recursos financieros del erario público del año 2025. Por tal motivo, asistiremos al Palacio del Gobierno del Estado para entregar nuestro pliego de peticiones el próximo miércoles 13 de noviembre a las nueve de la mañana, en el quiosco de la Plaza Zaragoza. Todos los antorchistas estamos convocados, allá nos vemos.
Cuando Miguel de Cervantes en el capítulo XXXII se refiere a los nobles objetivos de la vida dice:
“Unos van por el ancho campo de la ambición soberbia; otros, por la adulación servil y baja; otros, por el de la hipocresía engañosa, y algunos, por el de la verdadera religión; pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante, por cuyo ejercicio desprecio la hacienda, pero no la honra. Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno”.
Por eso, en busca del bien para todos los que viven con carencias sociales, vamos a entregar a las autoridades el pliego de necesidades para que se atiendan y resuelvan, con el único fin de hacerles un bien a los que menos tienen en nuestro estado, porque es necesario y justo.
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