Huitzilan de Serdán, municipio de Puebla que es ejemplo de desarrollo y de lucha, engendró y sigue engendrando a hombres valientes que se levantan, día con día, para construir un mundo nuevo, más justo, más digno y donde se respire la tranquilidad social.
Huitzilan ha entregado a sus hijos a la lucha por el desarrollo y el bienestar de su pueblo, no han abandonado el camino, pues saben que todo aquel que olvida su historia está condenado a repetirla; por esa razón, recuerda a los hombres que han entregado su vida por un mejor futuro, a quienes se levantaron en contra de la opresión del cacicazgo y de los pistoleros de una organización que decía defender al pueblo, pero que terminó asesinándolo: la UCI; no olvida a esos hombres que preocupados por su pueblo, se levantaron y buscaron ayuda para traer la paz y la tranquilidad tan anhelada al municipio.
Huitzilan pasó por tiempos oscuros: antes de 1984, quien tenía el poder absoluto era el cacicazgo, ellos engañaban a los pobladores y les robaban sus terrenos por medio de sus tiendas de raya, en las que les cobraban productos a muy altos costos y cosas que ni siquiera habían comprado; los obligaban a trabajar por un sueldo mísero, que ni siquiera les alcanzaba para cubrir su alimentación; no había servicios de salud, ni infraestructura carretera, salvo un tramo de la calle principal empedrada y algunas casas con luz. Algunos pobladores cansados de esta situación de explotación trajeron a una organización llamada Unión Campesina Independiente (UCI), quien llegó con el lema “tierra para todos”, pero que al no tener ideales sólidos y un objetivo que perseguir, se convirtieron de “revolucionarios” a pistoleros.
A la muerte de su líder, Eliazar Pérez Manzano, los miembros de la UCI se quedaron sin dirección y empezaron una guerra entre pistoleros, y en esa guerra quien derramó sangre fue el pueblo de Huitzilan, pues asesinaron a varios pobladores sin deberla ni temerla, sin que tuvieran relación alguna en el conflicto; asesinaron a gente inocente.
No había ley, no había justicia, lo que sí reinaba era el miedo, el terror; así lo narró doña Petra Galindo Xalcuaco, hija de don Francisco Galindo, huitzilteco que formó parte del grupo de hombres valientes que salió en busca de ayuda, y que encontró en el Movimiento Antorchista el brazo amigo que les apoyó a llevar la tranquilidad y paz social al municipio.
“Cuando empezaron los problemas de la UCI la pasamos muy mal. Antes de la llegada de Antorcha, mataban gente, quemaban casas, abusaban de las muchachas. ¡Estaban matando a la gente de Huitzilan! Nuestros papás nos contaban que se pelearon por terrenos, después ya empezaron a matar a gente inocente”, recordó.
A su familia llegó la desgracia, el miedo, la tristeza: “¿cuánto tiempo duró todo eso? Duró tres años; esos tres años les bastó para matar a mucha gente, a diario mataban dos, tres, pero a diario mataban a gente. Entraban a casas ajenas, robaban, cuando no permitían que les robaran los mataban; a muchos los mataron siendo inocentes”.
“A uno de mis tíos lo mataron en el rancho, apenas había entrado a trabajar en una cerradora, cuando salió de su trabajo no camino lejos y lo mataron; a mi abuelito lo mataron siendo otra persona inocente, cuando recién acababan de matar a su hijo; también a mi tía, que tenía que hacer ella si es mujer, a ella la mataron. A mi difunta madre, también, ya tiene mucho que se iba a morir, porque la habían atajado camino para la casa donde vivíamos, la querían matar en una calle muy solitaria. Todo lo que pasó fue hace 40 años, después de que Antorcha llegó, todo quedó en orden”, narró.
“Mi padre fue uno de los que empezaron a buscar ayuda. Cuando ellos salieron mataron a la gente que eran familiares: nuestros tíos, abuelos y después nosotros no podíamos salir, nos encerrábamos en la casa; mi papá salió desde muy temprano y no regresó hasta no encontrar ayuda, para que vinieran a rescatar el pueblo”, agregó.
Antorcha, la única organización que tendió la mano a huitziltecos
Con una voz suave y entrecortada, a causa de la tristeza que le provocó recordar el pasado cruento, doña Petra relató que muchos habitantes huyeron de su pueblo por temor a ser asesinados; no obstante, un grupo de hombres valientes, por amor a su pueblo, se aventuraron en busca de ayuda en las diferentes instancias de gobierno y partido políticos, quienes no dieron respuesta a su demanda. Desesperados por la falta de respuesta, continuaron con su búsqueda hasta que escucharon el nombre de una organización que ayudaba a los pobres: Antorcha Campesina, liderada por el Maestro Aquiles Córdova Morán. Fue el Movimiento Antorchista el que les tendió la mano y ayudó a los huitziltecos, organizándolos, para que protestaran y exigieran atención a sus demandas.
Doña Petra dijo que su padre fue uno de esos hombres valientes, de quienes buscaron ayuda: “un día salió desde muy temprano. Nadie los quería apoyar, andaban con todos los políticos, andaban por México y Puebla pidiendo ayuda, pero nadie les respondía. Decían que no, porque ellos no querían morir en un pueblo, pues no valía la pena para ellos”.
“Para nosotros sí valía la pena luchar, para vivir, porque ahí estaban nuestras familias, nuestras madres, padres y hermanos que corrían peligro. Por fin encontraron la Antorcha, al maestro Aquiles Córdova Morán. Llegaron ahí y él fue quien nos apoyó, dijo que nos iba a ayudar cueste lo que cueste”, resaltó.
Explicó que con la llegada de la organización los pobladores empezaron a regresar al municipio, pues Antorcha les trajo paz y tranquilidad a los ciudadanos; paz que tuvo un costo materializado en el derramamiento de sangre de los hijos del pueblo, pues muchos huitziltecos murieron, entre ellos el padre de Petra Galindo, don Francisco Galindo, uno de los mártires antorchistas que entregó su vida por el desarrollo y progreso de su municipio.
Después de la llegada del Movimiento Antorchista, el trabajo colectivo logró restaurar la tranquilidad social en Huitzilan, tarea que no fue fácil porque la UCI y los pistoleros de los caciques no se dieron por vencidos tan rápidamente, y seguía acosando al pueblo con el terror.
Gracias a esta lucha, Huitzilan hoy cuenta con todos los servicios básicos cubiertos a más del 90 por ciento de la población como agua potable, drenaje, luz eléctrica; servicios de salud y seguridad pública; educación, contando con más de 55 instituciones y un desarrollo que le ha permitido ser el pilar, el ejemplo, el modelo de lo que un pueblo cuando se organiza y lucha puede lograr, en beneficio de la clase trabajadora. Por esta historia de lucha, por su valentía para cambiar el rumbo de la historia, por el trabajo que ha venido realizando el pueblo organizado a partir del 21 de marzo de 1984 y que ha ido de la mano de las administraciones antorchistas, Huitzilan ahora se ha convertido en el “Rubí de la Sierra Norte”.
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