El sistema económico capitalista, como todo determinado modo de producción, no escapa a las leyes que rigen todo lo singular del universo, mismo que está sujeto al nacimiento, desarrollo, decadencia y desaparición, fenómeno integrado por dos partes: la estructura o base económica y superestructura, que forma lo ideológico, político y jurídico, ambas integran un todo social que ha existido en los modos de producción anteriores al capital y seguirán existiendo en los modos de producción venideros, ahí han estado presentes, solo han evolucionado, afirmando que la primera determina la segunda y es el motor incesante del desarrollo de la humanidad.
Desde la comunidad primitiva hasta el día de hoy, han existido modos de producción basados en las relaciones sociales de explotación del hombre por el hombre; para ello se han creado Estados con sus instituciones que permiten mantener y reproducir estas relaciones sociales controladas por unas minorías para mantener el control del poder económico, político, jurídico e ideológico. Hoy somos víctimas de ello, sin darnos cuenta de ese control sutil, pero muy efectivo, han logrado hacer creer a las mayorías que el prototipo de sociedad en el que actualmente vivimos es el más idóneo, adecuado para vivir y la gran parte han aceptado, sin darse cuenta, conformándose y renunciando a seguir luchando por un mundo mejor. Por ahora, esa es la actitud que la mayoría refleja, cuando se le plantea que trabajemos por nuevos modos de relaciones sociales más justas y distributivas.
La estructura social actual del mundo globalizado que vivimos, la han planificado, diseñado y organizado las elites minoritarias que en los últimos tres siglos han tomado el control económico y político del planeta, lo han perfeccionado en un modelo acorde a sus intereses de toda índole, creando un prototipo de sociedad moderna, convirtiendo en un paraíso terrenal donde ellos viven, con todos las riquezas a su alcance, gracias a la concentración de la riqueza en sus manos, hoy 9 multimillonarios acumulan una riqueza de más de 100 mil millones de dólares cada uno, 159 acumulan una riqueza entre 10 mil y 100 mil millones de dólares y 2,582 personas que posean un riqueza entre mil y 10 mil millones de dólares.
Esto comprueba la acelerada concentración del capital, riqueza que es producida por los trabajadores, pero no se les remunera en forma de salario, prestaciones o mejores condiciones de vida, por ello, en contraparte actualmente hay 4,600 millones de personas que sufren algún tipo de pobreza, más de la mitad de la población mundial vive en los grandes suburbios y cinturones de pobreza, careciendo de la mayoría de los bienes materiales y servicios básicos. Esto evidencia el grave problema de desigualdad económica y la injusta distribución de la riqueza, problemas que han provocado otros males sociales que hoy afectan a la sociedad.
La mayoría de la clase trabajadora ha sido sometida, explotada, manipulada, adiestrada, formada, educada como ayudante general o mano de obra especializada, para desempeñar el rol de apéndice junto a la gran maquinaria en el proceso productivo, cuando ésta termina su ciclo productivo se convierte en desecho laboral, elegantemente le llamamos jubilación o pensión, inmediatamente incorporan las nuevas generaciones de trabajadores a cumplir su rol productivo, siendo estas las que padecen todos los días en carne propia las carencias, sufrimientos e injusticas del sistema explotador.
Por eso, cuando, se les pregunta a las mayorías si están de acuerdo en la sociedad que les ha tocado vivir, en lo inmediato responden que no, manifestando una serie de problemas, padecimientos, sufrimientos, carencias, injusticias que han vivido, pero desgraciadamente no basta con ser una gran cantidad con justificadas inconformidades, se necesita la calidad (ideológica, organizativa y de acción) cualidades de las que las masas trabajadoras carecen en su totalidad, sin estas cualidades el fenómeno no se puede desarrollar y no dará los frutos sociales esperados, por eso, hasta ahora son simple polvo social, víctimas de los vaivenes de los vientos imperialistas que las elites minoritarias han propiciado intencionalmente para que soplen a favor de sus viles y ambiciosos intereses.
Mientras las elites poderosas controlan y dominan el mundo de las inmensas mayorías empobrecidas, estas permanecen sumisas, mansas, enajenadas, manipuladas y sometidas, mostrando un mínimo o nulo interés por liberarse de esa condición. Se necesita generar “conciencia de clase en sí para sí”, que libere del sojuzgamiento y las lleve a jugar un rol político activo en la construcción de una nueva sociedad donde se viva equitativamente. Esta titánica tarea solo podrá cumplirse si la hacen las mayorías, nadie más lo hará por ellas.
Las grandes debilidades de los trabajadores empobrecidos del campo, la ciudad y los diversos sectores productivos que suman la inmensa mayoría empobrecida y sufrida, que no podrán superar esta condición y mientras no la superen colectivamente, la seguirán padeciendo agudamente, seguirán siendo víctimas de las acciones contenidas en los planes diseñados e implementados por las poderosas elites minoritarias que hoy controlan el mundo actual. La clave de la elite dominante es compartir y aplicar una filosofía de supremacía, estar organizadas y trabajar con todos los medios a su alcance para lograrlo. Esto mismo debe hacer la clase trabajadora, plantearse grandes metas políticas y luchar por ellas a cualquier precio y circunstancia. Ahí está la tarea.
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