Hasta antes de 1984, Huitzilan vivió muchos años en la oscuridad, sin servicios públicos básicos, entre lodo, violencia y, sobre todo, entre la opresión de un cacicazgo que maltrató al pueblo indígena hasta adueñarse de sus tierras, del poco recurso que recibían como salario y de su felicidad.
Huitzilan era un pueblo en ruinas, que vio la luz nacer cuando el Movimiento Antorchista Nacional llegó para iluminar y guiar a los valientes habitantes que se armaron de valor para defender su libertad y su felicidad, un 21 de marzo de 1984.
Su figura es recia, su voz aguda, su fortaleza la de un campesino muy trabajador. Mira al horizonte y recuerda: “Cuando llegaron los compañeros de la organización de Antorcha todos los trabajos los hicimos con faena, Huitzilan se arregló mediante faenas. Ahora, gran parte del municipio ya está pavimentado", así lo destacó don José Cristóbal Rodríguez habitante de la sección tercera de la cabecera municipal.
A sus 53 años, don José Cristobal tiene presente el pasado de Huitzilan. Durante la faena que se realizó en la zona conocida como Tachkuapan, opinó que “es bonito trabajar de esta manera, porque antes de la llegada de la organización las autoridades trabajaban para la gente de razón -caciques-. Yo conocí a esa gente de razón y no hicieron trabajos grandes en nuestro pueblo, lo único que habían hecho es un camino empedrado en frente del palacio municipal y el camino que iba a Zapotitlán, pero no hacían nada, solo trabajaban para ellos, los caciques; pero a nosotros los pobres no nos tomaban en cuenta".
Arremanga su camisa café, mientras su expresión muestra su buen ánimo por el trabajo en equipo, pues también detalló que sólo con la llegada del Movimiento Antorchista el pueblo de Huitzilan fue tomado en cuenta y ahora todos trabajan parejos, "hasta nuestro presidente, como hoy, que nos vino a ayudar".
Por eso, en Huitzilan de Serdán, uno de los sucesos más importantes y significativos es la llegada del Movimiento Antorchista, porque hizo realidad la paz que tanto anhelaban los huitziltecos, quienes además de ser explotados brutalmente por la gente de razón, como les decían a los caciques, tuvieron que ver morir a sus familiares a manos de los pistoleros de la Unión campesina Independiente (UCI). Gracias a un grupo de hombres valientes, hartos de las muertes y del maltrato que recibían, salieron en busca de ayuda, misma que solo les brindó el Movimiento Antorchista.
A la llegada de Antorcha, don José solo tenía 22 años; él ha visto el gran cambio que ha tenido Huitzilan y la importancia que han tenido las faenas para levantar al pueblo de las ruinas en las que estaba sumergido.
"Antes de que llegara nuestra organización, nosotros sufrimos: no teníamos mucho trabajo y ahora ya hay trabajo, hay paz y tranquilidad; algunos trabajan en otros pueblos, otros trabajan en la ciudad, otros trabajan aquí. Si queremos salir, pues, todo está tranquilo, puedo ir por mi leña y regreso con bien; puedo ir a otro pueblo, regreso tranquilo y ya no me estoy espantando. Este es mi pensamiento: Antorcha nos vino a ayudar”, afirmó.
Cristóbal Rodríguez destacó que algunas de las obras más importantes hasta el momento, fueron hechas mediante las faenas, en las que participaron todos los huitziltecos y de las que hasta el momento se sienten orgullosos porque son trabajos realizados en beneficio de su pueblo.
¡Da ánimo! -dice don José sobre la presencia del presidente municipal antorchista Josué Elías Velázquez Bonilla. Eleva un poco su voz y las líneas de expresión de su rostro alcanzan a dibujar la felicidad: "para nosotros, que el presidente trabaje con nosotros nos da confianza, porque él nos defiende, porque como digo, a muchos no les gusta que uno trabaje, dicen que les descomponemos el lugar, pero es benéfico para todos; por ejemplo, a la carretera que va a Talcuaco, muchos se oponían, pero ahora ya es un beneficio para ellos, en especial cuando tenemos que mover leña o café, ya no lo tienen que cargar lejos, pues la carretera ya está cerca de sus casas".
Antorcha cambió la dura situación en la que vivían los huitziltecos, y a 38 años de su llegada a Huitzilan ha tenido un cambio drástico y se ha colocado como uno de los pueblos con mayor desarrollo de la región. Por eso, enfatizó, "a nosotros nadie nos obliga, nos sumamos a las faenas, porque queremos que estén en buenas condiciones nuestro caminos".
Don José Cristóbal reconoce la importancia de que la juventud conozca la historia de su pueblo para que no la repita y para que reconozca quiénes son sus enemigos de clase y del progreso, que no olviden que el desarrollo que hoy se puede ver en el municipio considerado el "Rubí de la Sierra Norte" es gracias al sacrificio de hombres y mujeres valientes que lucharon por la paz y tranquilidad de la mano del Movimiento Antorchista.
“A los jóvenes les digo: antes había muchos problemas, pero ahora es diferente, y a nosotros nos gusta porque ya pueden estudiar, se pueden ir defendiendo por medio del estudio, no como nosotros que no teníamos los recursos para seguir estudiando. En todo el pueblo quien ha venido trabajando ha sido la organización, nos ha ayudado; nos ayudó con viviendas, en aquel tiempo las casas eran de cartón, casas de palma, pero después de que llegó la organización todo fue cambiando, así que le agradezco mucho a la organización”.
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