Acudí, con una delegación de antorchistas de los valles altos de Toluca, a la feria agroalimentaria de Irapuato, Guanajuato, misma que se celebra desde hace 29 años en esa ciudad. Debo decir que resultó novedoso de mi parte acudir a dicho evento que, por lo demás, es conocido por una parte importante de autoridades municipales, escuelas de agronomía y sobre todo por campesinos de la zona del Bajío y estados aledaños. Quienes la conocen coinciden en que ahí se exhiben y vende maquinaria agrícola de lo más avanzado en este momento en nuestro país: tractores, cosechadoras, aspersores, arados y todo lo necesario para siembra y cosecha de productos agrícolas; herramientas de todo tipo para el mismo fin, insumos agrícolas, invernaderos para el cultivo de jitomate cherry, chile morrón, pepino y fresa; parcelas demostrativas de hortalizas, maíz, trigo, frutales etc. En fin, casi todo lo relacionado con la producción de alimentos en el campo. Creo que hay consenso que dicha feria o exposición es una de las mejores que pueden darse en nuestro país.
La feria agroalimentaria es buena, muy buena, pero los altos costos de los adelantos técnicos y científicos excluyen a la inmensa mayoría de los campesinos pobres de estos adelantos
Quienes acudimos podemos decir que lo observado nos dejó un sentimiento de interés y admiración, una especie de envidia por tener acceso a los avances científicos y técnicos exhibidos. A las modernas herramientas, maquinaria, drones y sistemas hidropónicos; a las diferentes variedades de hortalizas, gramíneas y frutales que garantizan un alto rendimiento, al empaque, presentación del producto, accesibilidad de mercados y ganancias posibles que se pueden obtener. Todo lo anterior bien, muy bien, pero, los que fuimos nos sentimos prácticamente excluidos de todo lo que ahí se expone y exhibe y sentimos que la inmensa mayoría de los campesinos también lo están, pues al ser campesinos minifundistas no tienen ni la extensión territorial para justificar maquinaria costosa ni el capital para adquirirla.
Esta es la cruda y cruel realidad: un tractor de los exhibidos cuesta entre 10 u 11 millones de pesos ¿quién de los minifundistas los tiene?, ¿cuantas hectáreas de terreno posee para hacer rentable la adquisición de tal máquina? Un dron para fumigar cuesta medio millón de pesos, tampoco es sencillo desembolsarlo. ¿Quién, de los campesinos pobres, puede construir un invernadero, equiparlo para la producción con hidroponía y pagar todos los insumos y técnicos necesarios?
Un ejemplo muy elocuente, la producción de zarzamora para exportación a Europa requiere, por fuerza, establecer un contrato exclusivo de trabajo con la empresa promotora de este cultivo y esto implica una inversión de un millón de pesos por hectárea y un mínimo de 40 hectáreas. ¿Quién tiene 40 millones de pesos para invertirlos en este cultivo? La inmensa mayoría de los campesinos de la zona son propietarios de 2,5 u 8 hectáreas de temporal lo cual les da solo para subsistir y vivir al margen de la pobreza.
Si, la feria agroalimentaria es buena, muy buena, pero los altos costos de los adelantos técnicos y científicos excluyen a la inmensa mayoría de los campesinos pobres de estos adelantos y, como lo platicamos entre los que acudimos a dicho evento, en años anteriores había subsidios al campo para ayudar a los campesinos pobres a adquirir maquinaria, ahora con la 4T se cancelaron ese tipo de apoyos a pesar de que propagandiza que, con ellos, son primero los pobres.
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