Ocurrió la consulta de revocación de mandato como una tolvanera que sólo empolva por donde pasa. Mucho polvo, mucho incienso al preciso, mucha amenaza para que saliera la gente a votar, acarreo de la peor especie; los funcionarios violaron la ley a más no poder, pero ni así lograron un resultado avasallador.
¿Y qué ganamos los mexicanos con esa consulta? Absolutamente nada. Los verdaderos problemas siguen ahí, sin atención ni solución: la economía decreció y ahora está estancada, hay nula inversión pública y privada, prevalece el desempleo, la inseguridad desbordada, es malísima la atención a la salud pública, hay persecución al derecho a la libre organización, petición y manifestación de las ideas.
El ejercicio democrático para la revocación de mandato que costó cerca de mil 700 millones de pesos de nuestros impuestos, que bien pudieron ser aprovechados en muchas otras cosas verdaderamente útiles, en realidad fue un circo, una tomadura de pelo para el pueblo. La consulta para la revocación de mandato estuvo sujeta al aparato de Estado con todo su poder, recursos públicos y programas sociales, movilización de los votantes que, al final, representaron apenas el 17 por ciento de la lista nominal.
El desaire a la consulta de revocación de mandato fue un fracaso para el lopez-obradorismo. De un universo de 92.8 millones de votantes inscritos en la lista nominal, el 82.3 por ciento no acudió por muchos factores, pero sobre todo porque así manifestó su repudio a este montaje cuyo personaje único de la boleta fue el mismo Andrés Manuel López Obrador. Del 17.7 por ciento que sí acudió, casi todos están inscritos en algún programa social y muchos, como lo evidenció el accidente en Chiapas en el que fallecieron dos señoras, intimidados y amenazados con perder su apoyo si no acudían a votar a favor de AMLO.
La mano del Estado en la consulta fue más que evidente, ese día vimos hombres y mujeres con playeras estampadas con la frase “QueSigaAMLO” y camionetas acarreando a votantes, sin que nadie los detuviera. En fin, las viejas y amañadas, pero efectivas, prácticas del pasado.
Como era de esperarse, los defensores de la 4T salieron de inmediato a celebrar los resultados de la consulta. El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, dijo textualmente, una vez que el Instituto Nacional Electoral (INE) dio los resultados del conteo rápido que “se rayó el presidente. Se sacó entre el 90.3 y 91.2 a favor del presidente ¿Por qué se rayó? Obtuvo la mitad de los votos que sacó en 2018 con un tercio de las casillas, quiere decir que, si hubiera habido casillas completas, hubiera sacado 45 millones de votos, 15 millones de votos más que en 2018”.
Fueron ellos, los de la 4T, los que le redujeron el presupuesto al INE para que no pudiera instalar más casillas. Ese estuvo calculado por Morena, pues sabía que con más casillas y baja participación sería más evidente su fracaso. Con menos casillas tendrían a quién culpar: el INE.
En San Luis Potosí ocurrió exactamente lo mismo, a pesar de todo, sólo votaron 326 mil 970 electores (15.9 por ciento), el resto, un millón 821 mil 071 no votaron (84,1 por ciento). De los que votaron, el 91.1 por ciento lo hizo a favor y el 6.40 por ciento, en contra.
Los estados donde alcanzó más votos fueron Tabasco, Chiapas, Campeche, Veracruz, Tlaxcala, Guerrero y Oaxaca, con promedio del 28 por ciento de participación respecto a las listas nominales. Varios de esos estados son los de más alta marginación y pobreza en el país, donde la gente, desgraciadamente, por su pobreza es más manipulada a través de los programas de gobierno.
Los mexicanos debemos dejar de engañarnos con estos procesos dizque democráticos, manejados por el propio gobierno. Debemos abrir los ojos y ver que requerimos un verdadero cambio de gobierno, un gobierno de y para los pobres. Debemos exigir empleo para todos, y empleo bien remunerado, un régimen fiscal progresivo y una justa distribución de la renta nacional. Lo demás no dejará de ser sólo circo y pantomima de los que están en el poder.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario