El día siete de octubre, día en que se cumplió un año desde que inició el genocidio masivo contra los habitantes de la Franja de Gaza emprendido por el ejército israelí, me reuní con estudiantes de Culiacán, con quien vimos juntos diversos materiales extraídos de las redes sociales que muestran los efectos del genocidio: 42 mil asesinatos y 98 mil heridos, 25 mil 973 niños huérfanos, 12 mil 500 heridos que requieren atención médica en el extranjero, 60 mil mujeres embarazadas en situación crítica, 12 mil 500 enfermos de cáncer en riesgo de muerte, 1 millón 737 mil 324 palestinos -casi la totalidad de quienes han sobrevivido al martirio- padece de enfermedades infecciosas, 5 mil palestinos secuestrados por fuerzas israelíes… y la lista sigue. Tal ha sido la brutalidad de la agresión, que libros enteros se podrían publicar documentando las atrocidades cometidas por el hijo más caro del imperialismo norteamericano.
Los jóvenes mexicanos hoy en lucha por la paz y el freno al genocidio pueden y deben llegar a la conclusión de que hay que hacer una lucha más amplia para poner un partido en el poder que no refuerce nuestro imperial yugo.
Observamos la destrucción causada por los bombardeos sionistas que han reducido a escombros el setenta por ciento de las viviendas de toda la Franja de Gaza, enormes cráteres por doquier dando fe de la potencia de las bombas empleadas contra un pueblo inerme; madres, abuelas, padres, hermanos, todos aparecían en una secuencia del horror gritando su dolor, llorando a sus deudos, derrumbándose por el peso de la tragedia con la mirada al cielo y los brazos tendidos en señal de súplica. Pero entre las imágenes que pasaban ante nuestros ojos, las más desgarradoras fueron las de los niños, bebés muchos de ellos, asesinados en número mayor a 17 mil: pequeños cuerpos en mortajas sanguinolentas formados en batería, o flácidos por la muerte, chorreando sangre, siendo abrazados en inútil carrera, rebotando sus extremidades y su cabecita contra el torso de un desconocido que busca desesperadamente auxilio.
Finalmente, la escena de un niño de no más de diez años que aparece lleno de polvo, herido después de sobrevivir al estallamiento de las bombas rubricadas por neofascistas; anegado en llanto y crispando las manos y la cara grita que se quiere morir, que quiere nacer en otro lado para acabar con la tortura sin fin a la que están sometidos él y los de su edad. Prendí la luz y al menos a la mitad del joven auditorio se le escurrían las lágrimas; los demás, tristes, reflexionaban.
Hoy que escribo estas líneas se cumplen 57 años del asesinato de Ernesto Guevara de la Serna a manos de Mario Terán, quien ejecutó las órdenes del gobierno estadounidense dadas al gobierno de Bolivia. Mataron al revolucionario oriundo de Rosario, Argentina, pero no su ejemplo de hombre valiente y entregado a la lucha por el bien común. “Y sobre todo sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.” aconsejaba “El Che” a sus hijos en su carta de despedida al salir de Cuba. “Sean siempre buenos”, les dijo. Y hoy solo los jóvenes buenos pueden sufrir el dolor ajeno como si fuera propio, indignarse y actuar.
Es alentador ver que cientos de estudiantes de todo México afiliados a la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) se manifestaron el 7 de octubre pidiendo el cese del genocidio desarrollado por los gobiernos israelí y estadounidense. Desde esta modesta tribuna los felicito por su trabajo de organización de las masas estudiantiles para su lucha inmediata y para la defensa de las mejores causas de la humanidad. También los invito a que se sigan preparando y que estudien marxismo-leninismo, para que lleguen a conocer que el abuso y la opresión de los pueblos, son ley dentro del capitalismo. Dentro de cada país una clase, la de los propietarios de los medios de producción, explota a otra: la clase obrera; pero entre los países también hay clases: los países ricos explotan a los pobres y en este abuso han basado su desarrollo y prosperidad durante siglos.
Hoy buena parte del mundo no está de acuerdo en reproducir este sistema expoliador in aeternum; China y Rusia encabezan al Sur Global en su pugna por un mundo multipolar, de desarrollo compartido por todos los países. Por eso, a mi parecer, hace muy mal el flamante gobierno de Claudia Sheinbaum que ha anunciado su plan de fortalecer vínculos con la economía estadounidense y respaldar a Estados Unidos en sus disputas comerciales con China. Con esto, la 4T no hace más que confirmar su carácter servil al gobierno gringo, del que ya dependemos en demasía, pues 80 por ciento de nuestras exportaciones van a parar a su territorio.
Los jóvenes mexicanos hoy en lucha por la paz y el freno al genocidio pueden y deben llegar a la conclusión de que hay que hacer una lucha más amplia para poner un partido en el poder que no refuerce nuestro imperial yugo, sino que nos libere de él, al mismo tiempo que no fortalezca al principal financiador del aparato militar israelí, sino que lo debilite; para esto debe diversificarse gradualmente nuestro comercio exterior y apoyarnos en quienes nos ofrecen un trato más equitativo. Es claro el proceso hoy en marcha de estados sacudiéndose la tutela yanqui y fortaleciendo sus lazos en bloques alternativos. También es claro como el imperio no quiere perder su dominio, se empeña en destruir a Rusia, China, Irán, Venezuela, entre otros, y ensangrienta todo Oriente Medio, asesinando a diestra y siniestra. ¿De qué escuela de la izquierda proviene el gobierno mexicano?
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