Durante esta semana se realizó la X Cumbre de Líderes de América del Norte, la reunión trilateral entre los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México, que este año tuvo como sede nuestro país. Aunque la agenda oficial se dividió en seis ejes temáticos: migración, cambio climático y medio ambiente, inclusión y equidad, competitividad, seguridad y salud. La más importante razón de la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, a México fue lograr que el gobierno del presidente López Obrador firmará el acuerdo mediante el cual las grandes empresas trasnacionales norteamericanas pretenden debilitar y, si acaso, frenar el desarrollo económico de China, al que el capitalismo corporativo y el complejo militar de Estados Unidos, considera su principal enemigo. De esta manera, el gobierno lopezobradorista se colocó del lado de los grandes intereses geopolíticos y económicos del imperialismo yanqui.
El acuerdo para la creación de un comité especial conformado por expertos en materia económica de los tres países para la planeación y la programación de la sustitución de importaciones, es el afianzamiento legal de la política norteamericana que pretende retirar millonarias inversiones de territorio chino, principalmente, y de otros países asiáticos para construir fábricas, plantas procesadoras de materias primas o productoras de insumos indispensables como los semiconductores en territorio norteamericano. Un proceso al que se le ha dado el nombre de nearshoring, con el que se busca acercar las cadenas de suministro o cadenas productivas a puntos más cercanos con las grandes empresas estadounidenses. Un destino sumamente atractivo para el traslado de estas inversiones es México por los salarios de hambre que se le paga a los trabajadores y por su posición geográfica con respecto a Estados Unidos (EE. UU.).
Según las declaraciones conjuntas de los tres mandatarios, uno de los intereses principales tiene que ver con la fabricación de los semiconductores, una serie de microchips que están presentes en todos los aparatos tecnológicos que utilizamos: celulares, computadoras, automóviles, marcapasos, elevadores, que son los encargados de procesar la información codificada a través de impulsos eléctricos, es decir, son los pequeños cerebros artificiales que han permitido que la tecnología haya avanzado tanto y que han escaseado mucho desde el año pasado.
Actualmente existen menos de cuatro empresas dedicadas a la fabricación de semiconductores en todo el mundo, radicadas en Estados Unidos, Taiwán, Corea del Sur y China. Esto es así porque no es tan sencillo producirlos. Según Miguel Ángel Bañuelos, doctor en ingeniería eléctrica por el Tecnológico de Massachusetts (ITM), entrevistado por Semanario Gatopardo, el 26 de septiembre de 2022, para construir un semiconductor se requieren cientos de pasos que pueden requerir varios meses de trabajo, “casi como construir un edificio a base de silicio”, así como expertos altamente calificados en diferentes disciplinas, químicos, físicos, ingenieros mecánicos, especialistas en alineación óptica, electrónica, computación, entre muchos otros.
Además, según Bañuelos, construir una fábrica de semiconductores cuesta actualmente más de 20 mil millones de dólares y toma entre tres y cinco años para ponerla en pie. Resulta que ya en septiembre de 2022, durante una reunión de Anthony Blinken, secretario de Estado en EE. UU., con Marcelo Ebrard y otros funcionarios mexicanos, se habló de una inversión inicial de 51 millones de dólares en México para el desarrollo de empresas y talento calificado para producir semiconductores, como vemos es muy poco dinero para lo requerido.
Por otro lado, en la Cumbre de América del Norte, no se dejó en claro cuál sería el papel real de nuestro país en el proceso de fabricación de semiconductores. Según Jorge Guajardo, especialista en temas de comercio internacional entre China y Estados Unidos, la producción de estos componentes pasa por varias etapas que no tienen el mismo valor: el diseño, que ya está monopolizado en Estados Unidos e Inglaterra y para lo que no se requiere de ninguna relocalización; la fabricación, que es muy costosa y que exige de miles de millones de dólares en subsidios gubernamentales, como ocurre con las fábricas de semiconductores en Estados Unidos, situación, que en su opinión, no podría igualar el gobierno mexicano.
“Hacia el final del proceso entra el ensamblaje, las pruebas o validación y el empaquetado. Es ahí donde podría entrar México porque se requiere mucha mano de obra y no son tan caras las inversiones que se requieren para hacer este proceso. De hecho, actualmente ya se realizan algunas labores de evaluación y testeo de microprocesadores en el país; es un mercado que podría crecer exponencialmente y para lo cual el gobierno estadounidense podría apoyar con subsidios”, señala el experto en la misma entrevista, citada anteriormente, para Semanario Gatopardo.
Es decir, parece ser que, en este proceso de relocalización de las cadenas productivas de semiconductores, a México le tocará seguir fungiendo como la gran maquila, la ensambladora de los componentes tecnológicos previamente fabricados en otras partes del mundo para luego enviar el producto terminado a Estados Unidos. Y todos sabemos las pésimas condiciones de explotación laboral que sufren los obreros de las maquilas de las grandes empresas norteamericanas instaladas en la frontera.
Es decir, el gobierno de López Obrador ha firmado un acuerdo en el que ha colocado, como atractivo central, la explotación de los trabajadores mexicanos. No hay duda.
Así pues, aún con los aplausos y buenos deseos de un sector de la prensa corporativista y siempre zalamera con las nobles intenciones de desarrollo económico de nuestros vecinos del norte, lo cierto es que habrá pocos beneficios macroeconómicos y de desarrollo tecnológico para nuestro país. Sí habrá, en cambio, aumento en la brecha de desigualdad y más explotación para los trabajadores.
Por si esto no bastara, como otro acto de servilismo ante los intereses del imperialismo norteamericano, el gobierno mexicano aceptó retener a miles de migrantes centroamericanos y sudamericanos en nuestro territorio en tanto se resuelve su situación y éstos tramitan su estancia legal hacia Estados Unidos. Una carga sobre el presupuesto federal que no cuenta con ningún plan sobre qué harán con estos migrantes mientras están en México o en caso de que su cruce hacia EE. UU., sea rechazado.
En el mismo sentido, parece que en el combate al narcotráfico veremos recrudecer la política de guerra sangrienta y sin cuartel, que se ha seguido los últimos años sin resultados significativos en la disminución del consumo de drogas en Estados Unidos y México, así lo prueba el reciente operativo para capturar a un importante narcotraficante en Sinaloa, precisamente días antes del desarrollo de la cumbre.
La periodista Anabel Hernández, experta en temas de narcotráfico, escribió un artículo para el portal alemán Deutsche Welle (DW), el 6 de enero de 2023, en el que afirma que “fuentes de información de áreas de inteligencia del Gobierno de AMLO, señalaron que el exitoso operativo se llevó a cabo gracias al trabajo conjunto entre agentes del Gobierno de Estados Unidos y áreas confiables del Gobierno de México como el Centro Nacional de Inteligencia… Incluso se afirma que agentes del Gobierno de EE. UU., estuvieron presentes en algún momento de la detención de Ovidio Guzmán López… AMLO no tuvo conocimiento del operativo”.
Y advierte que “algunos analistas afirman que la captura del capo fue un regalo de AMLO para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Pero, si lo que afirman las fuentes que consulté es correcto, podría tratarse de lo contrario: un regalo sorpresa de Biden para AMLO”.
Probablemente significa que la política de falso pacifismo de López Obrador, traducida en la ridícula frase de abrazos no balazos, ha llegado a su fin y que en la medida en que se acerquen las elecciones de 2024, tanto en México como en Estados Unidos veremos más enfrentamientos armados y capturas de capos. La misma política imperialista de los últimos años, que no ha servido para nada, pero del que la 4T no tendrá escapatoria.
En síntesis, en la X Cumbre de Líderes de América del Norte, el gobierno lopezobradorista ha reafirmado totalmente su posición en favor de los intereses de las trasnacionales norteamericanas que buscan apoderarse del mundo entero y destruir a las naciones que se oponen a estos planes, como China, aunque ello signifique una mayor explotación de los obreros mexicanos.
Puede concluirse también que, López Obrador está feliz y conforme con el papel de su gobierno como gendarme de la frontera sur y que permitirá más derramamiento de sangre en nuestro México en nombre de la falsa guerra contra el narcotráfico. Es decir, que se siente a gusto siendo títere de los intereses económicos del imperialismo más feroz de la historia; quizá esa haya sido siempre la razón de su llegada al poder.
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