MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Gracias a los artistas!

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Regresamos muy contentos de Tecomatlán, tras la realización de las Espartaqueadas Culturales Nacionales, porque el encuentro de arte no gubernamental más importante de México superó todas nuestras expectativas, y les diré por qué.

Antorcha ha logrado acercar el arte a niños, jóvenes, adultos y abuelos, todos ellos gente que estudia o trabaja y que, por la noche, se pone a practicar el arte que les gusta.

Debido a los problemas que generó la pandemia del covid-19 y porque después tuvimos algunos eventos de carácter nacional, no habíamos podido realizar estas importantes competencias culturales. Pero eso no quiere decir que durante esos años hayamos dejado de impulsar y practicar el arte en las escuelas donde tenemos trabajo, en las colonias donde hay gente organizada con Antorcha o en los pueblos donde los campesinos jalan con nosotros. ¡Claro que no!

Por el contrario, los maestros de arte impulsaron con más entusiasmo, dedicación y disciplina el arte y la cultura porque, para una organización política como la nuestra, eso implica educar al pueblo pobre de México.

Las Espartaqueadas Culturales Nacionales lo demostraron: según las cuentas iniciales esperábamos un máximo de 25 mil artistas de todo el país, pero logramos que llegaran más de 28 mil niños, jóvenes, universitarios, colonos, campesinos, obreros y artistas semiprofesionales. 

Algunos tuvieron que viajar en camión hasta dos días desde su estado (como Baja California Sur, Baja California o Yucatán, Quintana Roo, por ejemplo) hasta la cuna del antorchismo. Ese fue un primer logro, titánico, de nuestra competencia.

Pero no fue el único. Todos los artistas, todos en verdad, no solo ensayaron muy duro durante varios meses o años previos a la Espartaqueada para dar un espectáculo verdaderamente admirable y profesional, sino que, además, hicieron actividades económicas, rifas y colectas públicas intensivas para poder ayudar con el pago de sus vestuarios, del viaje y de sus comidas.

Millones de mexicanos vieron en las calles de sus ciudades a los jóvenes bailando y colectando en los semáforos o cantando en los restaurantes para obtener unas monedas de los comensales. Es decir, se trata de artistas del pueblo pobre, conscientes, que están dispuestos también a ayudar con los gastos de su participación. 

No se trata, pues, de los típicos artistas engreídos, prepotentes y vanidosos que solo se suben al escenario a “lucir” sus voces o bailes, como los que nos vende el sistema capitalista en la radio, la televisión, los conciertos y las redes sociales. No. Nada de eso.

Todos son artistas formados bajo otra educación: la formación colectiva, grupal, fraternal, humilde, a pesar de que la gran mayoría de ellos son competitivos a nivel nacional con lo mejor que hay en artes en el país. Antorcha ha formado a cantantes que le compiten y le ganan a las mejores voces que se publicitan en la radio y la televisión, y ha formado a bailarines folclóricos que pueden competir en calidad y destreza con las mejores escuelas de arte del país. Es decir, son artistas de alta calidad, pero con otra educación: son artistas del pueblo pobre.

A Tecomatlán llegaron desde niños de cuatro años que declamaron o cantaron con mucha maestría, hasta señores de 70 y casi 80 años que bailaron, cantaron o declamaron, con el ánimo y la felicidad de jóvenes de veinte años.

Antorcha ha logrado acercar el arte a niños, jóvenes, adultos y abuelos, todos ellos gente que estudia o trabaja y que, por la noche, se pone a practicar el arte que les gusta. Se trata, ni más ni menos, de artistas salidos de las entrañas del pueblo trabajador.

Además, aunque las Espartaqueadas son una competencia, lo cierto es que se trata de una competencia fraterna, en la que no se dan recursos económicos como premio, sino pequeños reconocimientos o medallas que, dado el esfuerzo que implica ganar uno de esos, valen oro.

Todo mundo quiere ganar y se esfuerza al máximo para eso: ensayan con mucha disciplina, colectan o hacen actividades económicas, viajan muchas horas y llegan a “Teco” con el mejor de los ánimos con el objetivo de competir fraternalmente con sus hermanos de clase.

Y todo eso sucede en la cuna del Movimiento Antorchista, en donde desde hace muchos años tenemos un gran auditorio, que es histórico, que había sido el foro principal de las Espartaqueadas, pero que este año tuvo que ceder su lugar al Teatro “Aquiles Córdova Morán”, una obra monumental que compite con los mejores teatros del país y que muchas ciudades desearían tener.

Si no lo conocen, los invito a Tecomatlán para que vean y comprueben esta gigantesca obra del antorchismo, que es, desde luego, el primer teatro de la gente pobre de México.

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