Chiapas, el estado que en un par de años se ha convertido en uno de los más violentos en México, está sufriendo un crecimiento sostenido de las violencias contra la población infantil, sector que en la actualidad está siendo víctima de los enfrentamientos que se están suscitando entre grupos armados, así como de desapariciones y asesinatos directos e indirectos, reclutamientos y desplazamientos forzados; los menores se encuentran en medio de una cruenta pugna criminal por el control de los territorios para traficar armas, drogas y personas, entre otras actividades ilícitas.
Al convertirse Chiapas en un territorio clave para el tráfico de drogas, armas y personas, se ha trastocado la vida cotidiana de los niños de las diferentes comunidades y barrios.
De acuerdo con la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias de Chiapas (Redias), tan sólo en el periodo del 13 de mayo al 14 de junio se documentaron 14 asesinatos de niñas, niños y adolescentes en seis municipios, así como siete lesionados que estaban en el fuego cruzado; situación que prendió las alarmas y advierte de una creciente ola de violencia sin precedentes contra la infancia chiapaneca.
Al número de asesinatos se suma la brutalidad de los casos: incendios provocados, tortura y un escenario nunca antes visto hacia población infantil y adolescente en Chiapas.
Se identifican focos rojos en diez de los 30 municipios sumergidos en la violencia, por lo que, ante este escenario, integrantes de diversas organizaciones en defensa de los menores levantaron la voz y exigieron un alto a la violencia al gobierno federal y estatal.
En este contexto, Graciela Osornio, integrante de la red y miembro de Voces Mesoamericanas, y Jennifer Haza, directora de Melel Xojobal, expresaron en conferencia de prensa su preocupación ante la situación desbordada de agresiones a las infancias y adolescencias, por lo que instaron a que se reconozca la situación de violencia que se vive en la entidad y, por ende, la aplicación de medidas de seguridad para la protección integral de la niñez.
Demandaron la atención a la crisis humanitaria que viven los pobladores de Tila y Pantelhó, con énfasis en la población de los niños. Asimismo, exigieron acciones contundentes para contener la escalada de violencia poselectoral y garantizar las transiciones de las autoridades municipales de forma pacífica.
También pidieron que se dé acceso a la justicia y reparación del daño a las víctimas que han perecido de manera directa o indirecta.
Llaman a la población a mirar más humanamente para desnaturalizar las violencias y no criminalizar a los niños y niñas. Además, solicitaron la construcción de espacios dignos para que los niños, las niñas y la adolescencia tengan escucha, palabra y construcción de paz y seguridad: “Desde la ternura, seguir haciendo una vida colectiva y social más compasiva y generar espacios donde se sientan seguros”.
El silencio y la minimización de las autoridades
Oscar González, también integrante de Melel Xojobal con sede en San Cristóbal de las Casas, externó en entrevista que es preocupante que el gobierno mexicano omita y minimice la espiral de violencia que vive el estado, pero sobre todo, que no se ponga especial atención en el sector infantil que está siendo atacado por las balas y los distintos tipos de violencia que se están originando en este “ambiente de guerra” que se vive en Chiapas tras la llegada del crimen organizado y la violencia electoral y poselectoral.
El activista comentó que, desde 2021, Chiapas se convirtió en “el centro de una pugna cruenta por parte de grupos criminales”, pero se recrudeció del 2023 a la fecha, y se dio en el marco de la desinformación, ya que “la población no entiende lo que está sucediendo; no hay una explicación clara y convincente por parte de las instituciones de lo que ocurre, de los hechos violentos que están presenciando día a día”.
Destacó que se está viviendo una minimización y un silenciamiento por parte del gobierno federal y del estado, quienes dicen que las noticias sobre estos casos son falsas o el impacto es menor.
Expresó que el silenciamiento es una falta de responsabilidad para atender estas situaciones, a la hora de que los gobiernos tienen que responsabilizarse y aceptar la realidad, “una de las graves situaciones es minimizar la situación”, sentenció:
“No podemos contrariar la palabra de los pueblos, es un grave riesgo que desde el ejecutivo guarden silencio, por ello las organizaciones se coordinan, el pueblo marcha, existen propuestas de colectivos, organizaciones, pero queda opacado frente a las notas de violencia y la omisión del estado”.
Al convertirse Chiapas en un territorio clave para el tráfico de drogas, armas y personas, se ha trastocado la vida cotidiana de los niños de las diferentes comunidades y barrios de los pueblos de Chiapas que viven la ola de violencia, en donde salir a jugar ya no es una realidad.
Se vive el fenómeno de control de carreteras, en donde no es fácil la movilidad, lo que las convierte en zonas inseguras, con los enfrentamientos con armas de grueso calibre incluso en los centros poblacionales con tácticas y estrategias de guerra y en donde el fuego cruzado está matando a personas, particularmente a niños y niñas.
Asimismo, la violencia en Chiapas está afectando a la economía a través de golpes directos al turismo así como a los ciclos agro-festivos de las comunidades: “la gente ya no puede hacer sus labores tales como siembras y cosechas de manera cotidiana, lo que conlleva a un enrarecimiento y escasez de alimentos”, sostuvo.
Comunidades asfixiadas por la violencia
Para contextualizar la violencia actual, Melel Xojobal, a través de un comunicado, explicó que ha documentado una serie de eventos ocurridos en la entidad desde el 2023 hasta la actualidad en decenas de municipios, de los cuales los más sonados han sido los ocurridos en Frontera Comalapa, en donde se vivió el primer éxodo masivo desde la entrada del crimen organizado. Asimismo, en pasadas fechas se vivió la movilización de al menos 400 familias del municipio de Tila.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas estimó 2 mil 300 desplazados desde el 15 de enero por la narcoviolencia en los municipios en Chicomuselo, Socoltenango y La Concordia; Protección Civil señala mil 884 personas atendidas. En Lacanja Chansayab, Nueva Palestina y Santo Domingo están siendo afectados 9 mil 98 niños por la violencia imperante.
Pero el asedio y los constantes enfrentamientos entre los grupos criminales se han vivido en Altamirano, Amatenango de la Frontera, Bejucal, Bella Vista, Berriozábal, Chenalhó, Chicomuselo, El Parral, El Porvenir, Honduras de la Sierra, Ocozocoautla, La Concordia, La Grandeza, Las Margaritas, Maravilla Tenejapa, Mazapa, Motozintla, Pantelhó, Oxchuc, San Cristóbal de las Casas, Siltepec, Socoltenango, por mencionar algunos, en donde la población infantil está siendo afectada.
En febrero de 2024 se sufrieron ataques en Chenalhó, y 105 familias tuvieron que refugiarse en una escuela por las balaceras. En marzo se registraron ataques en Pantelhó y el mes pasado, tres menores fueron abatidos en el fuego cruzado.
La violencia armada en Pantelhó afecta a un aproximado de 13 mil niñas, niños y adolescentes del municipio, quienes corren el riesgo de ser desplazados forzadamente, ser heridos de bala, o incluso, perder la vida por los constantes enfrentamientos entre grupos armados. Asimismo, vulnera otros derechos fundamentales como el acceso a la educación, salud y alimentación.
Lacanja Chansayab y Frontera Corozal han venido reportando desde el año pasado el crecimiento del crimen organizado en la región, así como en comunidades en Maravilla Tenejapa, en donde el pasado noviembre de 2023 existió traslado de familias hacia otras regiones, producto de la violencia.
Asesinatos
Por su parte, Violeta Galicia, coordinadora de Redias, explicó en una conferencia de prensa que cuatro casos de adolescentes heridos de bala se registraron en Rincón Chamula y San Cristóbal.
La siguiente semana, el día 26 de mayo, durante un enfrentamiento entre grupos criminales, un adolescente de 16 años fue asesinado, mientras que en Simojovel, el 28 de mayo, una niña fue herida en su domicilio.
Detalló que del 3 al 11 de junio se registraron 5 asesinatos: un adolescente en Tila, 2 niñas fueron asesinadas en un incendio provocado en Oxchuc. En Motozintla y La Concordia, tan sólo en la semana del 13 al 19 de mayo, se documentaron cuatro asesinatos de menores.
El 9 de junio fueron reportados como desaparecidos dos adolescentes de dieciséis y diecisiete años en Villaflores, siendo el 11 de junio que sus cuerpos fueron localizados con señales de tortura. A estos hechos, se suman las vidas arrebatadas de dos niños y dos adolescentes la madrugada del 14 de junio durante un ataque armado en su domicilio en el barrio de Guadalupe en Pantelhó.
De acuerdo con el comunicado de Redias, del 13 de mayo al 14 de junio se han superado las cifras registradas de homicidios de niñas, niños y adolescentes durante todo el 2023 y en estas cinco semanas se concentra el 67 % de los homicidios de infancias y adolescencias registrados a lo largo del 2024.
Aseguraron que el riesgo principal se encuentra en los adolescentes entre quince y diecisiete años, quienes son las principales víctimas de homicidio y lesiones por arma de fuego.
Plan de acción
Es así como se pone en el centro del debate público la violencia que se ha desbordado en Chiapas, la forma en la que ha tocado las esferas de la vida cotidiana de los niños y niñas de Chiapas y que pone al borde del abismo sus vidas al estar a merced de la narcoviolencia y la omisión de las autoridades.
Ante ello, Jennifer Haza comentó que se deben impulsar políticas públicas y medidas urgentes que se tienen que tomar desde las diferentes autoridades de todos los niveles, además de destinar un presupuesto, pero si no se realiza un plan de acción para contener las violencias y garantizar la vida, uno de los escenarios es que siga aumentando la violencia con efectos negativos para la niñez chiapaneca.
“Muchos nos sentimos con constante miedo cuando hay enfrentamientos, ya sean familiares o con quien nos encontremos en el momento en donde está sucediendo, no nos sentimos seguros en ningún lado, y nos la vivimos preguntando ¿si voy a este lugar estaré bien?”.
La anterior es la frase de una niña tzotzil que desenmascara el temor que ya está instalado en las mentes y los corazones de las infancias de Chiapas.
“El miedo ya no debe de permear en la sociedad y en el estado, mucho menos en los niños y niñas de Chiapas”, sentenciaron.
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