MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Inseguridad y violencia, la realidad cruel para el pueblo

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La estadística es una ciencia que se apoya en las matemáticas, mediante la cual se puede recopilar información, procesarla y obtener un informe sobre algún tema específico. Con ello, las personas interesadas pueden sacar conclusiones. 

Por ejemplo, las estadísticas son usadas por el gobierno para informar a la población sobre alguna problemática y, a la vez, explicar cómo se pueden cambiar las cosas.

La inseguridad y violencia en Nayarit no se limitan a lo que nos muestran las estadísticas oficiales, sino que golpean a la gente, obligando a muchos a abandonar sus hogares.

Los gobernantes hacen uso de los datos estadísticos todos los días, pero le arrojan al pueblo un pliego de números y porcentajes con frases como “vamos bien”, “nunca en la historia…”, “por primera vez en muchos años” y otras de este tipo que nos muestran generalidades para evitar entrar en detalle sobre el problema que se quiere dar a conocer.

Menciono lo anterior porque estamos viviendo un clima de inseguridad en Nayarit, y las noticias que nos muestra el gobierno están inclinadas hacia la frase “todo está bien”. 

Me refiero a lo siguiente: El 12 de septiembre de 2024, en el diario El Economista, una nota publicó: “La estrategia de seguridad de Nayarit coloca al estado entre los más seguros del país”.

El pasado 15 de enero, una nota del periódico Realidades mencionó: “El titular del poder ejecutivo en el estado, el Dr. Miguel Ángel Navarro Quintero, precisó que uno de los pilares más importantes para Nayarit es mantener el clima de paz y seguridad que permita el desarrollo y bienestar de los ciudadanos”.

Pregunto, ¿es real que vivimos en uno de los estados más seguros del país? Los municipios de Tepic, Bahía de Banderas y Compostela son los que tienen el mayor índice delictivo, pero lo que llama más la atención, y que no ha sido atacado, es la inseguridad y violencia que se vive en Huajicori, al norte del estado, y que, de acuerdo con la población, se está extendiendo a municipios vecinos como Acaponeta y Tecuala.

Esta realidad es innegable y pocas veces reconocida por el gobierno, que trata de ocultarla. Esto es similar a una enfermedad grave que debe ser atendida con urgencia, pues las consecuencias las paga el pueblo con su vida. 

Así ha habido emboscadas en las que pierden la vida civiles y policías. Así sucedió el pasado 18 de diciembre, durante una masacre que provocó la muerte de catorce personas.

La violencia ha generado, además, que las familias abandonen sus viviendas, sus pueblos, las pocas hectáreas de tierra y sus animales con los cuales alimentaban a sus hijos. Ahora esas familias han salido en busca de una casa, trabajo y escuela para sus hijos, hacia la cabecera municipal o donde les sea posible.

Por lo que puede uno percibir, sólo de leer las noticias, la inseguridad y la violencia golpean a la gente, y, como mencionaba más arriba, las acciones del gobierno se perciben generales. Quiero decir que no se ve que se ataquen a fondo y que haya resultados palpables; más bien se dan a conocer estadísticas y notas alegres que son como darle al pueblo atole con el dedo.

Sin duda, tiene una tarea difícil que cumplir el gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero para con los nayaritas, pues debe demostrar con hechos y cambiar el estado de cosas, en el que el único perdedor es el pueblo.

Los nayaritas, por nuestra parte, no dejemos de exigir, no dejemos de gritar las injusticias que vivimos en carne propia o que vive alguno de nuestros semejantes, y sobre todo, no olvidemos que los problemas sociales debemos enfrentarlos unidos, organizados y luchando.

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