En primera instancia y de la manera más cordial, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió a los padres de familia que hagan todo lo posible para que sus hijos regresen a las aulas a clases presenciales, porque, según él, existen las condiciones para que niños y jóvenes lo hagan sin peligro alguno, lo que sin duda es una tremenda mentira, pues bien se sabe que los niños, niñas y adolescentes (NNA) aún no están inmunizados y la tercera ola del covid-19 está afectando principalmente a ese núcleo poblacional.
Al llamado presidencial los paterfamilias patentizaron su rechazo al retorno a las aulas, argumentando que significa un gran riesgo para los NNA que con mucho esfuerzo han cuidado su salud con el encierro domiciliario al que convocó el propio gobierno, pues afirmó que era lo mejor para contener el avance de la pandemia, por ello hoy no se entiende la arbitraria decisión del mandatario que casi esta obligando a reabrir las escuelas y enviar ahí a los estudiantes de todo el país.
La cordura en las decisiones de las autoridades estatales, avalada por los padres de familias, de no regresar a clases presenciales en tanto el semáforo del covid-19 no esté dos semanas consecutivas en verde, esto ha enojado tanto al mandatario que materialmente hicieron montar en su burro a AMLO y dijo que “llueve, truene o relampaguee” habrá clases presenciales.
AMLO pretende imponer su santísima voluntad, aún por encima de la salud de millones de NNA a los que materialmente estaría condenando al contagio del covid-19, pues para empezar, como ya se dijo, no están inmunizados, no tienen la vacuna; además, los planteles por el abandono en que han estado por más de un ciclo escolar no están en condiciones de recibir a los escolapios, y por último la mortal tercera ola, sumándole la variante Delta de covid-19 está cobrando la vida de miles de menor de edad.
Por donde se le quiera ver, en México no se cumplen las condiciones adecuadas para el regreso a clases de forma presencial en el país. Hasta que no estén vacunados, no se puede considerar seguro. Al acudir a las escuelas, esos estudiantes son potenciales portadores del virus que bien podrían contagiar a padres y madres y contribuir con ello a hacer imparable la tercera ola de la pandemia que nos azota.
Además de las escuelas, hay riesgo en los estudiantes que se trasladan en transporte público, siendo imposible guardar la distancia social, los camiones van atiborrados de gente y la mayoría carece de adecuada ventilación, condiciones propicias para la transmisión y contagio del virus.
Con todo lo ya mencionado es que no se entiende la actitud de López Obrador de querer obligar al retorno a clases presenciales. Su argumento de que es por salud mental de los estudiantes porque han estado encerrados por más de un año es más que burdo, torpe, irracional, pues sigue siendo mucho más seguro, desde el punto que se le quiera ver, mantenerlos en casa que enviarlos literalmente al sacrificio, por exponerlos al virus que ya cobro miles de vida en el país.
Es más que insensata la determinación de “El Peje”, y demuestra una vez más que sus decisiones no son cuerdas, que ordenamientos como éstos, que atentan contra la vida humana, provocan el desencanto y el enojo de la ciudadanía, que cada día está más en desacuerdo con su manera de gobernar.
Lo bueno es que en México son millones de paterfamilias que, si piensan, son cuerdos, razonan, analizan y dimensionan los riesgos a los que sus hijos estarían expuestos de retornar hoy a clases presenciales, y sin duda, no se dejarán amedrentar, intimidar por lo dicho por “El Peje” y cuidarán a sus hijos manteniéndoles a resguardo en sus hogares.
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