¿Creció la cultura musical del pueblo de México en los seis años de la 4T? Todo contacto con el pueblo en su diario peregrinar da la respuesta: sea en el transporte público, sea en una fiesta o evento popular o familiar, en una escuela o apenas haya caminado uno unas cuantas calles en cualquier lugar de México y se da cuenta del ambiente musical verdadero en que crecen la juventud y la niñez de nuestra nación: por todos lados se escuchan canciones que glorifican al egoísta e individualista así como al narcotraficante y normalizan todos sus actos inhumanos; otras que hacen de ellas y ellos sólo objetos sexuales, personas-cosas que en realidad son mercancías; otras que compiten por manejar el lenguaje más soez posible para referirse a las pasiones humanas más delicadas, dando como resultado la insensibilidad como conducta habitual, o bien canciones extranjeras que la inmensa mayoría de nuestros jóvenes no entienden, son canciones que repiten, en su lengua, el esquema descrito líneas atrás.
En tiempos en que el imperialismo necesita desesperadamente quitarnos nuestra identidad nacional y en que el espíritu burgués quiere enquistarse en la conciencia de los mexicanos, cantar y bailar la belleza musical es un acto revolucionario.
La respuesta a la pregunta surge de esta realidad mexicana: no, el pueblo no mejoró su cultura musical, al contrario, la 4T no solo no nos defendió contra la derrota cultural de nuestro pueblo, sino que contribuyó a ella: así lo canta la realidad. Además, la transfusión de ideología imperialista y el consecuente debilitamiento de la conciencia nacional mexicana ha sido un éxito durante seis años. Pruebas al canto: escuche usted a su alrededor; han sido seis años de crecimiento imparable de esta tendencia.
Ni los mini eventos en plazas o terminales públicas que organizó la 4T durante esos seis años, ni unos cuantos libros publicados, y algunas otras acciones encomiables, la verdad es que ni cosquillas le hicieron al monstruo capitalista del negocio musical que se especializa en hacer que el pueblo se coma su basura y, además, pague por ella.
La labor cultural de la 4T consistió en no dar la batalla por aculturar al pueblo, no dar la batalla por armarlo para siempre de las enseñanzas de las mejores creaciones artísticas humanas tanto mexicanas como internacionales, sino en dejarlo inerme ante el embate de los comerciantes de basura rítmica y repetitiva; la 4T hizo de México un paraíso para esos capitalistas.
Desde luego, en el seno del pueblo continúa la creación musical bella, curiosa, incluso grandiosa y hasta exquisita, pero justo es reconocer que ha perdido muchas batallas: la radio y la televisión no la promocionan sino excepcionalmente, y la internet está programada para presentar al pueblo en primer lugar la mercancía capitalista. Si los medios de comunicación no la promocionan y, por tanto, el pueblo no la conoce ni practica; la belleza musical, a nivel popular o académico, se hace rara y raro también quien la canta o ejecuta.
Los jóvenes y niños cantan y bailan la mercancía basura musical porque es la que predomina en el medio ambiente y porque no hacerlo es auto condenarse a la burla social, a pasar por “raro”. En este campo de la actividad humana, el medio espiritual más accesible que puede vincular a unos seres humanos con otros es la ideología burguesa concretada en ritmos y repeticiones machaconamente promocionados por el capitalismo y cantados al unísono como medio de identificación social.
Sin otra alternativa cultural que la que permite el sistema capitalista con sus poderosos medios de comunicación y su propaganda, el pueblo mexicano se ve obligado a reproducir en su canto y baile todo lo que santifica al individualismo y, por tanto, justifica en última instancia la sumisión del trabajador a su condición de esclavo moderno.
De allí que conocer y practicar lo más que se pueda todo tipo de belleza musical creada durante siglos por nuestros pueblos es una labor urgente que debe continuarse con aquellos que ya han recorrido parte de este camino y con los que no, deben ser conducidos amorosamente a su encuentro.
“Juventud mexicana, canta, canta que allí está la victoria”, dijo el poeta, y es cierto. Hoy, en tiempos en que el imperialismo necesita desesperadamente quitarnos nuestra identidad nacional y en que el espíritu burgués quiere enquistarse en la conciencia de los mexicanos, cantar y bailar la belleza musical es un acto revolucionario.
Para fortuna del pueblo hay un precioso libro y una gran conferencia con el título “La música popular mexicana”, del maestro Aquiles Córdova Morán, quien nos facilita la comprensión de estos asuntos y nos lleva de la mano a la conclusión del poeta: “¡Tenemos que volver a cantar!”.
A toda hora, en todo momento debe darse esta lucha, que no es una cuestión de frases. Consecuente con esta tarea, el Movimiento Antorchista Nacional a lo largo del año y desde hace 50 años, en todo momento ha practicado y ha iniciado a miles de jóvenes en el amor a nuestra belleza musical mexicana con miles de eventos. Ahora se acerca uno más: la Segunda Jornada Nacional de Coros y Rondallas, que tendrá lugar en las 32 capitales de los estados de nuestra república el sábado 26 de octubre del presente. Es un grandioso esfuerzo en el que cientos de maestros introducen con varias semanas de anticipación a millares de jóvenes en la música de su pueblo por toda la geografía nacional, es un acto de profundo amor a la patria y a sus cantores que Antorcha disfruta.
Los invitamos muy cordialmente a que nos acompañen, a que impulsen con su aplauso a los jóvenes que incursionan en su primera defensa de nuestra identidad nacional, a que premien con su presencia a los adultos que ponen ejemplo y a que, incluso, se sumen con su voz y su canto a esta fiesta popular nacional.
En el caso de Baja California Sur, por razones más allá de nuestro control haremos esta actividad el jueves 24 de octubre a las 9 am en las instalaciones de la preparatoria Moctezuma Ilhuicamina, en la colonia Gastélum, en Cabo San Lucas. ¡Allá los esperamos!
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