MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La desigualdad, madre de todos los monstruos

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Se acercan las últimas fechas del año, nos arañan las tenebrosas fechas de los días de muertos y las festividades celtas, las televisoras acostumbran a proyectarnos en estas fechas las típicas películas de terror y de monstruos a las que nos tienen acostumbrados, hoy, sin embargo, el terror ya no basta a las pantallas, la monstruosidad brota todos los días en nuestra propia realidad. 

Hoy el mundo tiene presente el discurso de la pobreza y la desigualdad, algo que nos haría más prudente reflexionar sobre una obra clásica del cine de terror, producida por la Universal Pictures y dirigida por el inglés, James Whale: Frankenstein.

En esta cinta inspirada por la obra de “Frankenstein o el moderno Prometeo” de Mary Shelley. La historia es protagonizada por el doctor Frankenstein, hijo del barón Frankenstein, quien por su condición nobiliaria tiene condiciones que ningún otro personaje de la película tiene. Vemos en el transcurso de esta cinta, cómo el doctor tiene las condiciones para desarrollar sus experimentos aun rebasando las capacidades de la universidad a la que él asistía, se escucha en un diálogo; por ejemplo, que uno de los maestros comenta que la universidad no cuenta con las piezas humanas con las que Frankenstein ambicionaba para seguir el desarrollo de sus experimentos.

Queda más que claro que los problemas del doctor loco iban más allá aún de los problemas de la mayoría de la comunidad, recordamos en una parte, justo antes de la accidental muerte de la niña en manos del monstruo que  el padre le pide que se porte bien, que juegue, sea una buena niña, pues él está muy ocupado trabajando, no tiene nada malo la actitud del padre, pero, sin duda, es algo alarmante que las preocupaciones de la gente del pueblo no vayan más allá de las preocupaciones del día a día, mientras en el otro lado del pueblo hay gente con la capacidad adquisitiva necesaria para disponer de la vida de los demás sirviéndose de ellos como bancos de órganos y vidas sin valor. Fritz, el sirviente de Frankenstein muere sin ninguna repercusión, no hay ninguna preocupación por parte del empleador, ni ningún tipo de remordimiento, es más Frankenstein excusa al monstruo de su primer asesinato al señalar que era Fritz quien molestaba al monstruo, era Fritz un simple empleado que seguía órdenes y obedecía por un sueldo, ¿eso acaso no es desvalorizar la vida humana?

Pregunto y dejo al aire: ¿quién fue el verdadero monstruo? La vida trató con sedas al doctor Frankenstein, sus cercanos trataron siempre de ocultar su horrible creación, sus mentores a pesar de reconocer su deshumanización aplaudían su genio, y con un poco menos de carga de culpa solo le ofrecieron esconder las pruebas de sus experimentos. En un lugar donde unos tienen la capacidad de crear vida con los muertos, pero no son capaces de conmoverse con los sufrimientos de los que ya viven habría preguntarse qué tan distinto es el libro de Shelley, a una actualidad donde los millonarios piensan en llevar la vida a Marte, pero no hacen nada, o muy poco, por mejorar la vida en su propio planeta.

La cinta de hace 90 años nos dice aún más información de la que realmente podríamos admitir. La desigualdad en la riqueza y pensamiento convierte los problemas de una clase muy distintos a los de los otros, algo completamente alejado de la realidad aplicaba en la cinta de Frankenstein, y aplican hoy en los multimillonarios que quieren conquistar Marte sin voltear a ver siquiera el desastre en que se encuentra el resto de la población. El nada despreciable 99% de la población de todo el mundo.

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