Esta semana ha sido de conmoción a nivel mundial debido a la desaparición del sumergible “Titán”, que llevaba a un tripulante y cinco visitantes a conocer los restos del famoso barco “Titanic”.
El sumergible perdió contacto a la hora y media de haberse sumergido, rápidamente la noticia recorrió el mundo y se lanzaron diferentes equipos de rescate para que se lograra encontrar con vida a las personas que por elección propia decidieron descender a las profundidades del mar y tener el privilegio de conocer lo que se podría decir el barco más famoso de la historia.
Menciono este hecho como un privilegio, pues el costo del paseo es de 250 mil dólares por persona, una cifra que la mayoría de las familias del mundo no verán reunidas nunca, lamentablemente los cuerpos de rescate y la difusión mundial no fueron suficientes para rescatar a las personas con vida, una tragedia total, perder la vida en el inmenso mar es un hecho desgarrador, después de los muchos intentos realizados para localizarlos.
Junto con este hecho se encuentra la pérdida de más de 700 migrantes, quienes, en la búsqueda de mejores condiciones de vida, se arriesgaron a cruzar el mar en barcas sin ningún tipo de seguridad, tan solo con la idea de encontrar un camino que los llevará a una realidad diferente donde el hambre los lastima, lamentablemente 700 migrantes que intentaban llegar a Europa han perdido la vida en el naufragio que se produjo la semana pasada frente a las costas de Grecia.
Cómo era de esperarse está noticia pasó desapercibida debido al primer acontecimiento antes mencionado, la desigualdad mata a los hombres, estos migrantes que provenían de Egipto, Siria, Pakistán, Afganistán y Palestina no tuvieron equipos de rescate o medios de comunicación siguiendo el hecho, estás personas aún no tienen nombre o rostro y los más de 100 cuerpos encontrados yacen unos sobre otros sin ser mundialmente lamentados.
Podemos ver que la desigualdad mata más que el mar, que por mucho que se busque la aldea global seguimos siendo oprimidos, que morir por necesidad y hambre queda en segundo lugar si tú muerte fue por conocer un navío refundido en el fondo del mar.
Ambos hechos son lamentables, ambos tienen a familias heridas, los dos terminaron en el mar, pero la realidad nos habla de la distinción de clase, es por eso que debemos hacer una reflexión, buscar eliminar esa desigualdad que nos hace inhumanos y nos mantiene apáticos al segundo hecho, la organización es la única salida para que los humanos no tengamos que morir tratando de buscar una mejor vida.
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