El promotor de la 4T y propietario del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) Andrés Manuel López Obrador, sigue pensando que los mexicanos somos algo así como sus esclavos o súbditos a quienes puede imponer lo que se le viene en gana, olvidando que si está en esa encomienda es por voluntad del pueblo.
Algunas entidades del país ya se han revelado a las ocurrencias del mandatario federal, después de confirmar que aplicarlas tal y como las propone, resultaría retroceder en el avance que se ha logrado para acceder a la recuperación económica, tras el descalabro generado por el desarticulado proyecto presidencial.
Es decir, en muy pocos lugares se han logrado avances importantes en diversos rubros sin necesidad de atender los caprichos y ocurrencias del Gobierno federal.
Dicen los que saben que el poder envilece, situación que parece ser le está ocurriendo al mandamás de la patria mexicana que hoy da muestras de absolutismo, en esa condición prepotente de sentir que en el país únicamente sus chicharrones truenan.
Durante el tiempo que lleva la pandemia de covid-19, el gobierno de la cuarta transformación se ha dedicado sencillamente a “recomendar” a los mexicanos que no salgan de sus casas, pero sin mediar apoyo alguno, orillando a la población a subsistir como puede con la finalidad de poder sufragar los pagos de servicios o de impuestos, conseguir alimentos para sus familias y a la vez enfrentar los problemas de salud existentes.
Se abandonó a la gente a su suerte, sobre todo a las clases empobrecidas que sin contar con recursos ni para la compra de mejorales, mucho menos han tenido alimentos en sus mesas, que viven en la penumbra por no pagar el servicio de energía eléctrica, que no cuentan con agua, ni agua potable, que se han quedado sin empleo y que son presas de la inseguridad al convertirse en caldo de cultivo para el crecimiento del crimen organizado.
La salud en México se ha mandado a la fregada, lo mismo que la educación, la paz, la falta de oportunidades para el desarrollo de los jóvenes, la atención de los ancianos o de personas de la tercera edad, los derechos y protección de las mujeres, entre otros.
Asimismo se han lanzado ocurrencias tales como la realización de una encuesta el primero de agosto para que los ciudadanos decidan si se castiga a los ex mandatarios del país, desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña Nieto, teniendo mucho cuidado en no poner el nombre de López Obrador, quien se supone se autonombró en buen tiempo como “Presidente Legítimo”.
Recientemente, en una de sus acostumbradas mañaneras salió a decirle a la Nación que llueva, truene o relampaguee, se retornará a las clases presenciales, aunque en la mayoría de las entidades el semáforo haya regresado a rojo, sabiendo de antemano que no se ha vacunado ni al 40 por ciento de sus compatriotas y hay mucha distancia para llegar a la llamada inmunidad de rebaño.
Las imposiciones nunca serán buenas, por ello es que en las entidades catalogadas como “rebeldes” por la 4T, se ha dicho NO a esos caprichos provenientes de la Federación después de que tanto esos gobernantes como presidentes municipales se han metido a fondo para proteger a su pueblo, siendo con sus propios métodos que han logrado el Semáforo verde y la gradual recuperación económica, lo que habla de que la estrategia implementada por ellos les está dando buen resultado.
El señor presidente puede decir misa, pero de ninguna forma se debe dar marcha atrás en esas entidades, donde los ciudadanos se encuentran trabajando unidos para salir delante de los estragos causados por la pandemia.
Si alguien conoce de cerquita los problemas que se tienen en cada lugar, son los gobernadores y alcaldes, López Obrador no tiene idea de lo que se está viviendo en los rincones de México para tratar de subsistir.
Pero ¿qué más se podía esperar de alguien que desde las mañaneras piensa que todo lo está haciendo bien y que su mandato debe ser obedecido ciegamente por esos súbditos que lo llevaron al poder y a los que está condenando al abandono y a la muerte?
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