El economista Karl Polanyi durante la llegada al poder del fascismo en Italia explicaba que se estaba gestando una forma diferente a la del terror para la consolidación del fascismo como régimen; esa forma era el cambio de la manera de pensar de las personas, se tramaba instaurar un credo, una ideología que prendiera en las personas de tal manera que estas defendieran esas ideas como si fueran suyas y así hacer que el fascismo pudiera pasar de un poder basado en el sometimiento militar violento a un sometimiento deseado por el sujeto como una religión política. Benito Musolini parafraseando al diputado Massimo d’Azeglio dijo a voz en cuello: “Hemos hecho a Italia, ahora tenemos que hacer a los italianos”.
Pues bien, en semanas pasadas Delfina Gómez, titular de la SEP, informó que el gobierno federal busca un nuevo modelo educativo que cubra desde la educación básica hasta la educación superior. La funcionaria, protegida con los senadores de su partido (Morena), ha dicho que se vive una nueva dinámica social y esta requiere cambios significativos en la educación de los mexicanos, adelantó que “en la educación media superior se está desarrollando el modelo educativo de la Cuarta Transformación para sentar las bases de la Nueva Escuela Mexicana”.
En principio es importante reconocer la necesidad de una actualización de los programas de estudio, pero los analistas en estos temas señalan que antes de realizar algún cambio se debe tener un diagnóstico profundo y realista de la situación actual en la que se encuentra la educación, dado que venimos de casi dos ciclos de confinamiento, en el que millones de alumnos no tuvieron oportunidad de recibir clases presenciales y miles abandonaron la escuela. Deberíamos esperar de la SEP un análisis claro del problema y las estrategias para salir de esta emergencia educativa; sin embargo, lo que propone la 4T es aprovechar la situación para imponer su visión ideologizada sobre la educación, cosa que no corresponde a las necesidades de tener una educación inclusiva, equitativa y de calidad, como lo estipula la Constitución.
El cambio en los programas, según Delfina Gómez, saldrá de las asambleas populares a las que todos están invitados, las cuales no tienen ni pies ni cabeza, solo son el argumento para decir que los nuevos programas salieron del conocimiento del “pueblo bueno y sabio”; además, dichas asambleas no cuentan con una base de estudio, datos actualizados y creíbles que permitan tomar las mejores decisiones, hay poca transparencia y están hechas al vapor, lo que demuestra la falta de conocimiento y seriedad de lo que significa un cambio en los programas al igual que mucha irresponsabilidad por parte del gobierno federal. Y es en esto donde encaja la opinión del ex-subsecretario de Educación Básica, Gilberto Guevara Niebla, al señalar que dichas cambios responden a una acción demagógica y no a un verdadero deseo de mejorar la calidad educativa en el país.
Y los avances en las propuestas de los foros le dan la razón a Guevara. En lo que se ha adelantado se pretende, por ejemplo, cambiar la historia de México e incluir el triunfo de López Obrador en 2018, colocando a la 4T como el movimiento salvador de la patria, tergiversando los hechos y arremetiendo contra todos sus enemigos o como los llama AMLO, “los conservadores fifis”, llevando a la práctica el dicho de que la historia la escriben los triunfadores. Otra propuesta contemplada es reducir las horas clase dedicadas a matemáticas y ciencias, justo las materias en donde nuestro país ha tenido los peores resultados en pruebas internacionales como PISA, ocupando los últimos lugares; además se pretende incluir en los planes lo que han llamado “la dimensión humana y comunitaria del aprendizaje”, sin que se aclaren los contenidos y alcances de ello.
Por lo visto en nuestro país se está gestando un proyecto despolitizador o de adoctrinamiento pasivo por parte del gobierno federal hacia los niños, adolescentes y jóvenes, quienes en un futuro como sociedad pensante pudiera oponerse o criticar al actual gobierno, como ya lo ha denunciado la FNERRR. Si a esto le agregamos la compra de votos a través de las becas a los jóvenes, se convierte en una manipulación ideológica pura y dura de la forma de actuar del gobierno morenista, para lo cual se utiliza a la SEP como instancia de adoctrinamiento directo, instancia que tiene especial relevancia como instrumento de reproducción política en el ideario y valores del régimen actual, como ya lo dijera el dictador Augusto Pinochet: “Así van a ser ustedes, porque así los estamos formando”. Ni más ni menos.
Por lo anterior y con las evidencias a la vista, podemos sostener que en sus primeros tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con su 4T de bandera ha llevado a cabo de forma deliberada una campaña de fidelización de la juventud mexicana y pretende adoctrinarlos cambiando ahora los programas de estudio, implantando instrumentos simbólicos, retóricos e ideológicos de corte fascista para fortalecerse y perpetuarse en el poder. Así se pretende inculcar una narrativa ultranacionalista bajo un proceso de adhesión al régimen morenista.
Por lo tanto, los maestros consientes nos debemos oponer a la ejecución de los cambios de los programas de estudio sin que medie un diagnóstico serio y realista de la educación en México, más aún si estos cambios son parte de las estrategias políticas de una dictadura en ciernes para producir y reproducir un modelo de juventud fiel al partido en el poder, sin la más mínima capacidad crítica para no ser objeto de enajenación.
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