La explosión ocurrida en la fábrica de acero Grupo Simec en San Cosme Xaloztoc, Tlaxcala, en la madrugada del pasado miércoles 30 de octubre, no es sólo una tragedia industrial más, es el reflejo de una realidad laboral que persiste en nuestro México.
Doce vidas perdidas, familias destrozadas y una comunidad conmocionada son el resultado de lo que parece ser, una vez más, la falta de medidas de seguridad adecuadas en nuestras industrias.
Tan sólo en Tlaxcala, el promedio mensual supera los 800 incidentes laborales, cifras que deberían ser inaceptables en pleno 2024.
Las estadísticas son alarmantes: en México se registran aproximadamente 550 mil accidentes laborales por año (más de 45 mil mensuales), siendo el sector industrial uno de los más afectados.
Tan sólo en Tlaxcala, el promedio mensual supera los 800 incidentes laborales, cifras que deberían ser inaceptables en pleno 2024.
La realidad de nuestras fábricas es preocupante. Mientras las grandes corporaciones presumen ganancias millonarias, los trabajadores continúan laborando en condiciones que distan mucho de ser óptimas.
El caso de San Cosme Xaloztoc (donde un sobrecalentamiento en las calderas provocó la catástrofe) ejemplifica perfectamente esa situación.
Las empresas deben implementar, de manera urgente e inmediata, protocolos de seguridad más rigurosos, sistemas de prevención actualizados y, sobre todo, garantizar prestaciones dignas para sus trabajadores.
Datos del Instituto Mexicano del Seguro Social revelan que el 45 % de las empresas manufactureras en México operan con equipo obsoleto o en condiciones subóptimas. ¡Esto es simplemente inadmisible!
Los trabajadores mexicanos merecen espacios seguros donde desarrollar sus actividades; sin embargo, la realidad nos muestra instalaciones deficientes, equipo deteriorado y capacitación insuficiente.
Las manifestaciones obreras han aumentado un 32 % en el último año. Los principales reclamos: salarios precarios (en promedio 3 mil 800 pesos quincenales en el sector industrial) y condiciones laborales deplorables.
En 2023, se registraron más de 200 protestas relacionadas específicamente con la seguridad laboral en plantas industriales, siendo el sector metalúrgico uno de los más conflictivos.
El sector empresarial debe entender que la inversión en seguridad no es un gasto… es una obligación moral y legal. Las tragedias como la que pasó el pasado 30 de octubre podrían evitarse con protocolos adecuados, mantenimiento preventivo y, sobre todo, con una cultura empresarial que priorice la vida humana sobre la producción.
La pregunta no es si ocurrirá otra tragedia similar o peor, sino cuándo sucederá si no se toman medidas inmediatas. Las autoridades deben implementar inspecciones más rigurosas, sanciones más severas y un verdadero seguimiento a las condiciones laborales en nuestras industrias.
No podemos permitir que la sangre de estos doce trabajadores se sume, simplemente, a una estadística más.
Las empresas deben garantizar condiciones dignas, salarios justos y, principalmente, la seguridad de quienes con su esfuerzo diario construyen la riqueza de este país.
La tragedia de San Cosme Xaloztoc debe ser el último recordatorio de lo que sucede cuando la seguridad industrial se considera un lujo y no una necesidad.
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