En la actualidad, con el desarrollo tecnológico donde tenemos herramientas que nos permiten tener una comunicación constante y acceso a la información de inmediato, es claro que la clase dominante ha sabido usar su poder y ha logrado manipular ese desarrollo para que la información ya no tenga sus bases en la realidad concreta. Los dueños del capital han logrado hacernos creer que el mundo real no existe, con las redes sociales, los videojuegos, la televisión nos hacen girar en un mundo de realidad virtual, un mundo que aparenta felicidad y logran hacernos consumidores de todo tipo de aparatos electrónicos.
Solo basta echar un vistazo cuando vamos por la calle para darnos cuenta de que la atención de todas las personas, incluida la de nosotros mismos, está en un celular. Y ese panorama es sin duda muy parecido a una película de zombis. La humanidad está perdiendo poco a poco su sensibilidad, su capacidad de asombro e incluso de indignación ante lo que pasa a su alrededor en la vida real. Desde que el capitalismo mostró su verdadero rostro, los males que padece la humanidad son cada vez más notorios. Mirar la pobreza ya no sorprende a nadie, ver a niños o personas enfermas pidiendo limosna en la calle, escuchar o ver en las noticias que han secuestrado o asesinado a alguna persona se ha normalizado, a tal grado de ser parte ya de la cultura cotidiana en ciudades o pueblos.
Es hora de quitarnos el esbozo que intenta cubrir la realidad y luchemos contra el sometimiento ideológico de las clases dominantes.
Y es por eso que Antorcha, durante sus 50 años de existencia, ha buscado organizar y educar al pueblo de México con el objetivo de combatir esta realidad tan lacerante que sufre la humanidad, de abrirle los ojos al pueblo para que vea lo que pasa a su alrededor y se levante a luchar contra la pobreza y la desigualdad. Por tal motivo, el Movimiento Antorchista ha venido promoviendo el arte, porque tenemos plena conciencia de que es la mejor herramienta para transformarnos en hombres y mujeres más sensibles, despiertos y humanos. Y la poesía es una de ellas.
Lamentablemente, la poesía está olvidada, se considera materia “para gente estudiada”, gente “que sabe de letras” y no porque el pueblo así lo haya querido, sino porque las clases dominantes así lo desean y hacen que los gobiernos no incentiven el arte en las masas, no inviertan en la cultura y solo se le dé al pueblo arte mediocre, de muy baja calidad, danza, teatro o poesía corrientes y comerciales, porque siempre el objetivo es sacar dinero, ganancias para el capital. Además, en la actualidad se concibe al poeta como una élite alejada del pueblo, pero por más que las academias o algunos poetas así se conciban hay una realidad inquebrantable: el poeta escribe para el pueblo, aunque en algunos casos no se considere parte de él, aunque él crea que lo que escribe es un sentimiento individual y no le interese si la gente lo entiende, el poeta es hijo de la sociedad en que vive y sus sentimientos, sus pesares o goces son cosas que los demás hombres padecen también. La grandeza del poeta radica en la medida en que entiende esta naturaleza suya y pone sus letras al servicio de la humanidad. La poesía ha quedado solo en los libros y el pueblo no la conoce o la conoce muy poco, así como a muchos grandes poetas que han sido silenciados o desprestigiados porque en sus líneas, en sus versos o estrofas pusieron la voz de nuestro pueblo.
Pero afortunadamente hay un poeta que ha resistido los ataques y calumnias, es el caso de Pablo Neruda que siempre mostró una fidelidad a sus principios y sus convicciones políticas defendiéndose a capa y espada hasta el final de su vida; fue asesinado hace 51 años por tales razones, porque él no sólo escribió de amor, en sus letras siempre estuvo presente la naturaleza: las flores, el mar, la tierra o las montañas; los sentimientos humanos como la alegría o la tristeza y desde luego su enorme amor por la humanidad, con poesías que hablan de justicia social, que criticaban la pobreza y desigualdad en su tiempo, sin duda, su aportación en el terreno de la poesía fue vasto y enriquecedor, pero más aún su aportación en la lucha social y fue miembro del partido comunista en Chile porque estaba convencido de que era necesario luchar por un mundo mejor.
Así como Neruda, el Movimiento Antorchista ha sufrido ataques y calumnias a lo largo de su existencia, pero mantenemos nuestros principios firmes y fieles, porque hicimos un pacto con el pueblo pobre de este país. Y lucharemos incansablemente hasta lograr nuestro objetivo.
Hoy más que nunca es necesario reivindicar la poesía, llevarla al pueblo, que sea un arma de educación y sensibilización, es hora de quitarnos el esbozo que intenta cubrir la realidad y luchemos contra el sometimiento ideológico de las clases dominantes. Leamos a Neruda y tomemos su ejemplo, porque él no es “el más grande poeta del siglo XX, en cualquier idioma” por sus grandes dotes literarios, sino el más grande poeta, por su compromiso con el pueblo pobre de su país y del mundo. Los antorchistas lo tenemos claro y por eso realizamos nuestra Jornada Nacional de Declamación. Y nosotros decimos como Neruda:
“Y bien, si cuando ataco lo que odio
o cuando canto a todos los que quiero
la poesía quiere abandonar las esperanzas de mi manifiesto
yo sigo con las tablas de mi ley acumulando estrellas y armamentos
y en el duro deber americano no me importa una rosa más o menos:
Tengo un pacto de amor con la hermosura, tengo un pacto de sangre con
mi pueblo”.
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