El precio de la gasolina no es sólo un número en los letreros de cada estación, sino un termómetro que mide la economía de millones de mexicanos. Hoy en día, ese termómetro marca cifras alarmantes.
Durante las campañas de la Cuarta Transformación aseguraban que bajarían el costo de la gasolina y que tendrían un control efectivo sobre los combustibles, pero la realidad es otra: la gasolina magna ha aumentado casi un 20 % en comparación con el 2018, cuando comenzó el gobierno de la 4T.
Los mexicanos siguen pagando las consecuencias del mal manejo gubernamental, mientras las promesas de la 4T se desvanecen entre justificaciones y discursos.
Si revisamos el diésel y la premium, estas han alcanzado cifras nunca antes vistas en los últimos días. Este incremento es un síntoma del problema de fondo en el país: la incapacidad de los gobernantes para cumplir sus promesas.
Si hacemos memoria, el gobierno de la 4T usó un discurso que engañó a muchos: prometió rescatar a Pemex, fortalecer la industria petrolera y reducir la importación de combustibles. Sin embargo, la realidad es decepcionante.
La refinería Dos Bocas, presentada como uno de los mayores logros de Andrés Manuel López Obrador, es hoy uno de los mayores fracasos de su gobierno. Tres años después de su inauguración, ha producido mucho menos de lo prometido y ha generado pérdidas millonarias. Cabe recordar que su costo supera los 18 mil millones de dólares, muy por encima del presupuesto inicial.
Ante esta realidad, los defensores de la 4T argumentan que el aumento de las gasolinas no es exclusivo de México, sino un problema mundial vinculado a factores externos como la guerra entre Rusia y Ucrania o la inflación internacional.
Aunque estos elementos influyen, no justifican la falta de resultados concretos en la política energética del país. México es uno de los países con mayores reservas de petróleo en el mundo, y Pemex sigue siendo una empresa clave. Entonces, ¿por qué no se ha estabilizado el precio de los combustibles?
La respuesta puede ser incómoda, pero es la realidad: la falta de planeación y el mal manejo de los recursos han impedido que el gobierno cumpla sus promesas.
Mientras tanto, los mexicanos siguen pagando las consecuencias. El aumento de los combustibles impacta el costo del transporte, de la canasta básica y del comercio, afectando directamente el bolsillo de millones de familias.
El gobierno de Claudia Sheinbaum tiene una tarea urgente: diseñar una estrategia energética eficiente.
La autosuficiencia energética no se logra con discursos ni con obras inconclusas, sino con políticas claras y con inversiones inteligentes que den resultados tangibles. Hasta que eso ocurra, sólo tendremos las promesas incumplidas de la 4T y a los mexicanos pagando la factura.
Esto es un recordatorio de que en política los discursos y las palabras bonitas no bastan. Se necesitan hechos, y hasta el momento los resultados de la 4T dejan mucho que desear.
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