Mientras un gran porcentaje de la población de Quintana Roo padece múltiples necesidades y carencias producto de la pobreza, por la ausencia de apoyo de los tres órdenes de gobierno, así como la nula oportunidad de empleo y de superación económica, el derroche de recursos en el Poder Legislativo es insultante, al grado de que también es la entidad donde los habitantes pagan más recursos para financiar y mantener a los diputados locales.
A los habitantes de Quintana Roo les cuesta cada uno de los 25 diputados que integran el Congreso local, la nada despreciable suma de 19 millones de pesos.
Lamentablemente así es, mientras la ciudadanía reclama ayuda al gobernador, Carlos Joaquín González, apoyos que ofreció otorgar para que las familias quintanarroenses se sostengan para sobrevivir del flagelo de la pobreza y la inflación, el mandatario estatal nunca atendió las necesidades de los más humildes, menos lo hará en estos momentos que está a dos meses de concluir su mandato, pero es inaudito que, pese a ese escenario crítico, los legisladores y todos los que integran el Poder Legislativo derrochan a manos llenas, y nos preguntamos si están cumpliendo eficazmente su labor.
No podemos dejar pasar, ni omitir la escandalosa cifra de poco más de 19 millones de pesos que es lo que cuesta cada legislador al presupuesto del Congreso, que es, sin duda, dinero tirado, sin provecho, pues es opaco el actuar de los legisladores mientras que las autoridades competentes, sentimos, que no fiscaliza a nadie.
Miles de ciudadanos padecen hambre, sin fin de necesidades, no tienen trabajo, hay pobreza en sus familias y por eso no comprenden cómo forman parte de las estadísticas, de los números per cápita que tienen que mantener al Poder Legislativo, porque cada uno de los quintanarroenses tiene que financiar con 113.9 pesos, la tasa más alta del país.
Frente a esta situación, en el derecho económico, los legisladores, sin que sea su deber fundamental, estos deberían vigilar la correcta aplicación de los recursos que aprueban al Poder Ejecutivo del estado, como a los presidentes municipales, los que casi siempre son ejecutados inadecuadamente, pero que deberían servir para contrarrestar la gran desigualdad que impera; porque la ciudadanía, en pleno siglo XXI, aún carece de vivienda, servicios básicos en sus hogares y peor aún, tampoco se piensa en crear empleos para que la clase trabajadora viva dignamente.
Aquí es cuando hacemos las comparaciones, tenemos al Poder Legislativo más caro de México, pero también tenemos los índices más altos de pobreza y marginación, lo que quiere decir que no hay una sana distribución de los recursos del pueblo y eso empieza desde la misma autorización de presupuestos por parte del mismísimo Congreso del estado.
Así es, el Congreso de Quintana Roo tiene a los diputados más caros del país y pese a la crisis económica del que aún no nos hemos librado, estos mantienen su “dieta”, como refinadamente se dice, al dinero que no desquitan, porque su trabajo se queda corto con lo que cobran, es decir, el número de reformas realizadas o presentadas por cada uno es raquítica, por algo están en la lista a nivel nacional como de los peores calificados por incompetentes, pero eso sí se dan la buena vida.
Además de ser los peor evaluados a nivel nacional, queda la duda de que si los recursos millonarios auto asignados para programas sociales y otros rubros se estén usando de la mejor manera para promover el desarrollo y no como dádivas que sirvan para usar a los pobres para mezquinos intereses políticos, ya sea comprar conciencias y asegurar algún otro puesto a expensas de las condiciones precarias que padecen miles de ciudadanos.
Tampoco podemos seguir permitiendo que, como resultado de ese discrecional manejo de recursos, el Congreso del estado actúe a modo para autorizar al Gobierno estatal préstamos que se dicen van a obras y programas de beneficio social y al final de cuentas no ocurre o se desvirtúan sus alcances.
Alarma que la fracción legislativa de Morena que tiene amplia mayoría en el Congreso del Estado mantenga total silencio sobre esos casos, porque de no hacerlo, forman parte de los grupos de intereses. Por ello, el pueblo tiene la enorme tarea de despertar y sacudirse del marasmo en la que se encuentra, urge verdaderos representantes populares, emanados del pueblo trabajador, para que verdaderamente los represente, hoy más que nunca; la organización del pueblo y su educación son fundamentales para un cambio radical del país entero, para no dejarse llevar por falsos redentores como lo son los legisladores de Morena que son mayoría en el Congreso del estado, pero que se han mostrado incapaces para legislar en favor de los más desamparados.
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