Los Juegos Olímpicos son eventos deportivos multidisciplinarios en los que participan atletas de todo el mundo; existen dos tipos de Juegos Olímpicos: los de verano y los de invierno, que se realizan con un intervalo de cuatro años. Este 2021 la sede fue Tokio, teniendo inicio el 23 de julio y concluyendo el próximo ocho de agosto, con la participación de 204 países y 11 mil 711 atletas. De estos países, 85 han tenido alguna presea.
Los mexicanos nos emocionamos cuando un compatriota nuestro participa en este tipo de contiendas, aún más cuando se suben al pódium de los ganadores. Pero veamos la participación de los seleccionados mexicanos de este año.
Nuestro país ocupa el lugar número 16 del mundo en producir riqueza. Teniendo en cuenta este dato, nuestra participación debería estar al menos dentro de los 20 países con los mejores resultados. Pero los 163 atletas mexicanos, hasta el momento, ocupan el lugar 76 entre los 85 países que han obtenido alguna presea; la delegación mexicana ha obtenido solo tres medallas de bronce. Algo no cuadra, ¿verdad? Del Presupuesto de Egresos de la Federación, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) dispuso este año de dos mil 676.5 millones de pesos (mdp), lo que se traduce en una reducción de 107.5 mdp respecto al presupuesto que se le asignó en 2020, dando una inversión per cápita en materia deportiva de apenas 58 centavos de dólar
Así de lamentable es la situación en México, hablando únicamente del deporte. Ahora, comparemos nuestros resultados con un país que en días pasados vio incrementarse el acoso imperialista, que, siendo su victimario, acusa a su gobierno de someter a la población a una “dictadura”; me refiero a la isla de 11 millones de habitantes, Cuba. Los cubanos están ubicados en el puesto 16 del medallero histórico de los Juegos Olímpicos, con 77 títulos de oro, 69 de plata y 74 de bronce, para un total de 220 preseas. ¿Cómo van sus resultados en Tokio 2021? Con 69 atletas (94 por debajo de nuestro país) están en el puesto número 13, con cinco medallas de oro, tres de plata y cuatro de bronce (63 puestos por encima de México). Algo sigue sin cuadrar, ¿dónde está la diferencia, cualitativamente hablando, de los resultados entre Cuba y México?
Hagamos algo de historia. Después del triunfo del Ejército Rebelde, liderado por Fidel Castro, en 1959, Cuba ha defendido su independencia, soberanía y construcción de un pueblo realmente libre para sus habitantes, a pesar del bloqueo impuesto por Estados Unidos. Fidel se convirtió en el artífice de la masificación del deporte en Cuba, con el fin de que las actividades fueran realizadas sin límite de edad hasta formar campeones nacionales e internacionales (como se puede ver en su participación en estos juegos olímpicos); se eliminó el deporte rentado y la concepción del atleta como mercancía; se reconoce al deporte como actividad rehabilitadora, capaz de crear y fomentar valores humanos como compañerismo, solidaridad, voluntad, responsabilidad y disciplina. En palabras del padre de la revolución cubana, “nuestra Revolución ha establecido el principio de que el deporte es un derecho del pueblo, a lo cual podríamos añadir que el deporte es también un deber del pueblo”.
La falta de apoyo al deporte en México es histórica, pero con el actual gobierno de la 4T hemos empeorado de la misma forma que en los rubros de combate a la pobreza, a la inseguridad, etc.; y claro, nos ha quedado mucho a deber en el tema que nos ocupa.
El discurso presidencial no coincide con los hechos; la realidad nos dice que no se ve importante la masificación del deporte en todos los sectores de la sociedad, se demerita esta actividad, se ve como algo aislado para crear seres humanos más sensibles, sanos, conscientes.
No quiero concluir sin enviar desde aquí mi reconocimiento a los deportistas mexicanos que, a pesar de los recortes de la 4T al rubro del reporte y a todo el desdén y la falta de apoyo oficial a su actividad, están dando la cara por sus compatriotas, que ya somos más de 130 millones. Tenemos una escuela sin igual con los cubanos, no echemos en saco roto su ejemplo.
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