La economía de toda sociedad es la base o estructura encargada de la actividad productiva de bienes y servicios para el consumo. Sobre ésta se finca la superestructura que comprende las leyes, política, el derecho, la ideología, filosofía, cultura, religión, etc. Ambas, infraestructura y superestructura, forman la unidad que caracteriza a cada sociedad por la que ha transitado y transitará la humanidad. En México, y en la mayoría de los países del mundo, vivimos bajo el modo de producción capitalista y estamos en su etapa final que es el imperialismo.
El capitalismo madura y su fase superior se llama imperialismo. Esta última fase comenzó a desarrollarse a principios del siglo XX y se caracteriza por el desarrollo de la concentración y centralización del capital, que lleva a la existencia de grandes consorcios empresariales que controlan toda la producción, el comercio y la banca de un país o del mundo. La concentración del capital significa que cada vez son menos los ricos, pero son mucho más ricos que antes. La centralización significa que toda la actividad de la pequeña y mediana empresa se va haciendo más dependiente de la gran empresa productora y, generalmente, son expulsadas de la economía, prevaleciendo solo las grandes.
Otra característica diagnóstica del imperialismo es el dominio del capital financiero; el capital industrial y el comercial se someten a éste.
Así se explica por qué los bancos más poderosos imponen los empréstitos (préstamos al Estado) a los países. Ganan los bancos altos intereses, como agiotistas, sin producir nada. México ha estado sometido a este poder del capital financiero mundial, pero los gobiernos han actuado de forma diferente, aunque siempre es la población la que termina pagando las deudas del gobierno federal. ¿Cómo pagamos?, mediante los impuestos que nos cobran y dejando de recibir servicios en salud, educación y obras públicas.
A junio del 2024, con Andrés Manuel López Obrador, ya debemos 13 billones 987 mil 877 millones de pesos. En menos de un sexenio ha endeudado a México con 5 billones 900 mil millones de pesos.
Como de la estructura económica depende la política (superestructura), los gobiernos están al servicio de los millonarios que mueven la economía. Se dice que ni los del Foro de Davos, ni los del G20 ni G7, llevan el timón de la economía mundial; sino que es el famoso Club Bilderberg el que realmente dirige el mundo y hace sus cumbres secretas anuales reuniendo a ultra ricos, políticos y militares. Es por ello que los gobernantes priorizan el pago de intereses y capital de la deuda pública, que hacer obras y servicios a la población.
México estuvo sumido 300 años bajo el yugo español. Desde la conquista, los españoles le robaron muchos recursos. A ello se suma que, a partir de que comenzó a desarrollarse el capitalismo en nuestro país, los poderosos han seguido expoliando y explotando a muchas generaciones de mexicanos, dando como resultado que nuestro país no tenga los niveles de desarrollo de otros países. Los trabajadores mexicanos se someten a doble explotación; la de los países capitalistas internacionales, que pagan sueldos más bajos que en su nación, y la de los capitalistas nacionales. Los cinco hombres más ricos del país son Carlos Slim (también es de América Latina), Germán Larrea, Ricardo Salinas Pliego, Juan F. Beckmann y Alejandro Bailléres. Con AMLO sus fortunas han incrementado de forma escandalosa.
Y bien, ¿qué han hecho los gobiernos de México en los últimos sexenios y quién ha favorecido más al capital financiero mundial? En el 2000 Fox entró con una deuda neta del gobierno federal por 1 billón 96 mil 187 millones de pesos (SHCP). En 2006 heredó a Calderón deuda por 1 billón 980 mil 247 millones. Éste dejó en el 2012 una deuda de 4 billones 359 mil 952 millones. En 2018 Peña Nieto la deja en 8 billones 87 mil 259 millones. Pero a junio del 2024, con Andrés Manuel López Obrador, ya debemos 13 billones 987 mil 877 millones de pesos. En menos de un sexenio ha endeudado a México con 5 billones 900 mil millones de pesos. Según estos datos, la 4T nos empina más a los mexicanos para enriquecer al capital financiero extranjero. ¿Eso es gobernar para los pobres?
La economía se mide por el Producto Interno Bruto, que es la suma del valor (en dinero) de todos los bienes y servicios de uso final que genera un país o entidad federativa durante un período dado. El PIB de México en el 2012 fue de 21.3 billones de pesos y en lo que va del 2024 van 25.2 billones. En doce años se ha incrementado en casi 4 billones. Esta medida del PIB se toma de referencia para que los gobiernos destinen recursos para servicios públicos.
Para salud pública, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los países asignen el 6% del PIB. Sin embargo, en México ningún gobierno ha destinado ese porcentaje; en los últimos veinte años si acaso han asignado entre el 2 y 2.9%, nunca el 3%. Dinamarca, país con el que nos compara AMLO, destina a salud entre el 8 y 9% de su PIB. Incluso Bolivia, Colombia y Brasil destinan entre el 4 y 7%. Para educación, la UNESCO recomienda asignar el 4 y 6% del PIB. El gobierno de AMLO ha reducido de forma drástica los recursos para educación; en 2018 era el 4.24% del PIB, para 2024 ya solo asignó el 3.2%. Los mismos países de América citados destinan del 4 al 8% de su PIB a la educación.
La 4T y AMLO como presidente en realidad gobiernan para los ricos, bajo una careta de gobierno de los pobres. La desigualdad y pobreza se acentúan año con año, con los agravantes de más desempleo, inseguridad, falta de servicios básicos, obras de infraestructura y severos daños al medio ambiente. Necesitamos que los mexicanos nos concienticemos de que debemos cambiar este modelo económico tan lacerante y desigual, y poner a gobernantes que no solo beneficien a los ricos, como pasa en México con la 4T, si no poner gobernantes del pueblo trabajador que estén comprometidos con su clase social. A eso nos llama el Movimiento Antorchista.
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