MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tren Maya, ecocidio más grande en la historia de México

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Ecocidio es la palabra que designa el enorme daño que la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), comete en toda la Península de Yucatán con la construcción del Tren Maya.

Ecocidio significa la destrucción del medio ambiente, de manera intencionada y, además, con resultados irreversibles. Palabra muy fuerte, pero muy real, Tan real como la destrucción que López Obrador y su Tren Maya hacen a lo largo de todo el tramo que ha de recorrer más de mil 554 kilómetros de largo, por 40 metros de ancho y que abarcará los cinco estados de la Península, a saber: Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.

El día 13 de agosto de 2018, ya como presidente electo, AMLO dio a conocer la construcción del Tren Maya, así como del recorrido que este tendría. Saldrá de Palenque, Chiapas y culminará su recorrido en Chetumal Quintana Roo. Recorrerá cuarenta municipios y pasará por 181 localidades, contará con veinte estaciones y catorce paraderos. Está dividido en siete tramos, los cuales fueron asignados a diferentes empresas y, precisamente, porque ha habido demasiados cambios en los planes, trazos y ubicaciones de las estaciones, es que no podemos decir o aseverar con seguridad y certeza, más información sobre su construcción.

Pero lo que sí podemos mencionar, y con certeza, es el enorme daño ocasionado al ecosistema de la selva maya. Según el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) hasta febrero del 2023, se han talado más de 3.5 millones de árboles de todas las especies, caobas, ceibas, tzalames, cedros, parotas, zapotes, ciricotes y decenas de especies de árboles más que se encuentran desaparecidos, se sabe que los árboles rollizos, fueron sacados en trozas, montados en plataformas y llevados algunos, a los aserraderos locales para comercializarlos y otros, sacados del país con destino a Guatemala, con el mismo fin.

En esta tala indiscriminada y sin miramientos, de centenarios árboles, derribaron también el hogar de decenas de especies de aves como; Quetzal, loros, pericos, cotorros, guacamayas, carpinteros, águilas pescadoras, calandrias, cardenales, chachalacas y decenas más. Pero también es el hogar del emblemático mono aullador, en esos árboles vive y se alimenta de sus frutos y semillas y la invasión y destrucción de su hábitat natural, ha propiciado su disminución en número, así como un innecesario stress propiciado por la invasión de la hasta entonces selva virgen. Pero no son los únicos animales afectados, zorros, iguanas, venados, tlacuaches, jabalíes, armadillos, tejones, pavos reales, cocodrilos, tapires, ocelotes y el majestuoso tigre, conocido como jaguar han sido desplazados por la presencia del hombre, sus madrigueras destruidas y algunos más, cazados por los taladores y trabajadores, para su gusto y placer.

La invasión destructiva ha causado estragos en la red de agua potable más grande del mundo y que corre en ríos semi subterráneos y que emerge en cavernas conocidas como “cenotes”, los mismos a los que los mayas cuidaban por ser su fuente natural del vital líquido y que, además, le daban un uso sagrado. Peces, crustáceos y diversas plantas acuáticas, viven en su interior.

Se calcula que, en toda la península, existen más de 2 mil cuatrocientos cenotes y casi todos ellos están interconectados, así es que, lo que le sucede a uno, se transmite a los demás a través de sus canales y veneros. Además, el riesgo de que se colapsen es enorme, ya que la fragilidad de las cavernas, no garantiza que soporte el peso del tren y el uso desordenado de pilotes de soporte, solo garantiza la contaminación de los manantiales y ríos subterráneos.

Los vestigios mayas, han sido otra de las víctimas del capricho del inquilino del Palacio Nacional. A finales de diciembre de 2022, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha documentado más de 35 mil monumentos, vestigios o ruinas a lo largo de la construcción del Tren Maya. Han destruido y removido, todo tipo de ruinas. En sus interiores, las osamentas con sus ofrendas, las cerámicas sus utensilios, así como ollas, metates y molcajetes han sido robados. Las ruinas, sus vestigios arqueológicos, han sido destruidas y sus piedras han sido utilizadas para cimentar las vías o simplemente han sido usadas para relleno.

Violando todos los derechos ambientales impulsados y conquistados durante años de esfuerzo por ambientalistas preparados con conocimientos científicos y sin fines de lucro y ratificados y respaldados por especialistas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y, realizando un gasto superior a los 200 mil millones de pesos que es el costo aproximado del Tren Maya y deforestando más de 62 millones 160 metros cuadrados de selva, solo para el área de vías, el caprichoso presidente, destroza la Selva Maya y todo su ecosistema. Las desventajas de su construcción, son enormes e importantes ante el impacto social y biológico que ha de tener una vez concluido. Tierras separadas por una vía protegida con maya ciclónica, que evitará la conexión de ranchos, así como el paso natural de los animales terrestres, la contaminación ambiental, visual y auditiva es ya, una constante que afecta todo su entorno y que será causante de daños irreversibles.

De sus ventajas, solo podemos decir, que se creé que se incrementará el turismo, así como la creación de miles de empleos temporales, que si bien están beneficiando a un porcentaje de la población económicamente activa, lo cierto es, que es un empleo temporal, que solo viene a aliviar un poco, más no a resolver las grandes problemáticas de una sociedad carente de empleos fijos, como es la población peninsular y, que una vez concluidas las obras, la inmensa mayoría, quedará otra vez en el desempleo.

En materia de corrupción, está peor de lo que se pudiera pensar. La Auditoria Superior de la Federación (ASF) realizó más de 280 observaciones al responsable de la entidad de su construcción y que es el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) a cargo de Javier May, titular de dicho organismo y que van desde pagos exorbitantes, trabajos duplicados, desperdicio de recursos públicos hasta por un monto de mil 736 millones de pesos, de acuerdo con el resultado de las auditorías a las Cuentas Públicas de 2019 a 2021.

Aún, antes de iniciar las obras, ya se habían detectado desvíos desde su planeación misma. Tanto Fonatur, como su filial Fonatur Tren Maya SA De CV, solo justificaron 87 millones, de mil 823 millones que tenían que justificar. Las compras excesivas e injustificadas de materiales de construcción como varilla, concreto, acero, cimbra entre otros más, es la razón de dicho desfalco. (Eduardo Buendía y Vanessa Cisneros “Investigaciones periodísticas”, 21/02/23).

Por donde se le vea, el Tren Maya, es opaco, destructor y es una obra faraónica que solo sirve para demostrar que el presidente López Obrador, solo piensa en pasar a la posteridad como un gran dignatario que trajo prosperidad a la nación, cuando la realidad es todo lo contrario. Es un hombre ambicioso, resentido, de mecha corta que no resiste la crítica constructiva y que ha permitido el saqueo a la nación por parte de propios y extraños siempre y cuando sean afines a su movimiento de transformación y que no cuestionen ninguna de las acciones destructivas de la alteza serenísima. De las otras obras que están igual o peor, nos ocuparemos después. Hasta entonces.

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