La noticia que ha acaparado la atención de la inmensa mayoría de los medios de comunicación audiovisuales, radiofónicos, impresos, digitales y hasta de las redes sociales, es la muerte de la reina Isabel II, de Inglaterra, a los 96 años, después de un reinado de 70 años.
Tras llegar al trono en 1952, la reina Isabel protagonizó el reinado más extenso de la historia y será ahora su hijo, Carlos II, de 73 años, quien liderará a este país.
Han sido cientos de horas las que se le han dedicado para informar, con todo detalle, cómo se realizará el velorio y funeral de Estado en honor de la monarca, hasta que finalmente el féretro de la reina sea llevado a la bóveda real, antes de ser enterrado en la capilla conmemorativa del rey Jorge VI, ubicado dentro de la capilla de San Jorge.
La reina es, además, la jefa de Estado en otros 14 países de la Mancomunidad de Naciones.: Antigua y Barbuda, Australia, Las Bahamas, Belice, Canadá, Granada, Jamaica, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Las Islas Salomón y Tuvalu. Asimismo, es la cabeza ceremonial de esa mancomunidad, una asociación de 54 naciones, la mayoría de las cuales fueron gobernadas por los británicos en algún momento de la historia.
Durante su reinado transcurrieron 14 primeros ministros del Reino Unido y un número igual de presidentes estadounidenses y algunos analistas políticos han señalado que con la muerte de Isabel II el mundo cierra toda una era, pero no debemos olvidar que la monarquía es hereditaria y presuntamente perpetua, salvo casos excepcionales, que esta tiene una larga historia y en algunas de ellas se dotaba al monarca de un carácter divino, por lo que eran la representación viva de dios en la tierra.
Así, mientras los medios propagandísticos nos llaman a adorar a una mujer que gobernó 70 años a una nación y la llaman demócrata, critican ferozmente y llaman dictaduras a gobiernos verdaderamente democráticos donde el pueblo tiene el poder en sus manos como es el caso de Cuba y China.
Mientras tanto, estos mismos medios de comunicación, guardan silencio sepulcral a las manifestaciones multitudinarias que se han venido realizando en diferentes ciudades de Europa exigiendo que sus países salgan de la OTAN y que se le retiren las sanciones a Rusia. La campaña mediática contra Putin y Rusia está cayendo y los pueblos europeos están despertando. Todos vemos como Estados Unidos sigue interesado en que el conflicto en Ucrania siga y por ello continúa apoyando con millones de dólares y armas a Zelensky y prueba de ello son los entrenadores militares, servicios especiales y mercenarios occidentales en las filas del ejército ucraniano.
Los estados europeos intentan reducir los suministros de combustible de Rusia, pero las restricciones forzadas al consumo de gas ruso podrían convertirse en un desastre para toda Europa. No se debe perder de vista que la Unión Europea es totalmente dependiente de Rusia porque produce dos tercios de su energía a partir del gas natural, el 40 por ciento del cual procede del Nord Stream y no hay suficiente oferta de GNL en el mercado para sustituir el gas ruso.
Las recientes manifestaciones en Alemania, Checoslovaquia, España, entre otras tantas ciudades, han exigido además el suministro barato de gas desde Rusia y protestan contra los elevados precios de la energía, a unas semanas que llegue un largo y gélido invierno. Debido al agravamiento de la crisis energética algunos agricultores europeos se ven obligados a reducir su producción y los sectores más afectados son el lácteo, panadero y el agrícola, que sin duda repercutirá en agravar también la crisis alimentaria en el mundo.
No hay duda, toda Europa es víctima económica de la política imperialista norteamericana y el escenario que se les presenta es de estancamiento y recesión con la inflación más elevada de los últimos 40 años, por lo que los pueblos europeos creen cada vez menos las mentiras y los endiosamientos que promueven los grupos de poder. Los medios de comunicación occidentales se disparan a sí mismos en el pie, ya que su reputación y sus índices de audiencia caen como resultado de las noticias que publican.
Mientras los jefes de Estado sigan apoyando al gobierno fascista de Ucrania irán cada vez más en aumento las movilizaciones y protestas de una sociedad que ya no aguanta los abusos de poder y la miseria en que los tienen viviendo. Y eso quiérase o no, ya no se podrá ocultar y será inspiración para que otros pueblos, en otros continentes también, se levanten, exijan y luchen por la construcción de un mundo mejor para todos.
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